viernes. 29.03.2024

No creo en la necesidad y sí en la necedad de participar en las elecciones europeas en calidad de votante (vale decir, de don Nadie al que nadie hace caso, aunque crea que su voto va a servir para algo). Ahorita mismo, en este Lanzarote de 2009 donde se rueda la superproducción “Operación Unión” (con Carlos Espino como serio candidato a llevarse todos los premios Goya a la mejor interpretación y a la más tragicómica escena de fingimiento y engaño), ¿hay más razones para ir a votar que para abstenerse de hacerlo? La respuesta la tienen fácil y pronta los actores de la política, los que viven de ellos (asesores, enchufados, familiares de unos y otros, amigotes que deben favores, y demás especies claramente interesadas en la política-degradación).

Tengo para mí que la mencionada Operación Unión está siendo especialmente didáctica, aparte de claramente higiénica. Gracias a ella nos hemos enterado -un suponer- de que en el caótico Cabildo conejero existía un consejero de Cultura. Y que tiene nombre y apellidos el muchacho, que venía cobrando incluso un sueldo (sensiblemente aumentado no más arrancó el actual desgobierno cabildicio gracias a la magnanimidad de Manuela Armas, la peor presidenta de toda la historia de la Casa Amarilla) por hacer vaya usted a saber qué, pues no hay constancia de ninguna gestión ni acción suya que pueda merecer el calificativo de cultural, salvo involuntario error u omisión por mi parte. Compañeros de tertulias radiofónicas y televisivas saben de lo pesadito que se estaba poniendo el que esto firma cada vez que preguntaba si alguien sabía de la existencia de esa Consejería de Cultura y quién (o quiéna, que diría Bibiana Aída) la ocupaba. Lo que no supieron responderme los periodistas me lo han acabado aclarando los jueces y policías, por cuyo favor les quedaré eternamente agradecido.

La bienvenida Operación Unión nos ha dejado ver una vez más, por si algún despistado todavía dudaba de ello, el mucho morro que le echa a todo lo que hace o dice el máximo mandamás de lo que va quedando del PSOE en Lanzarote, capaz de decir una cosa y la contraria, blanco y negro, en un nanosegundo y quedarse tan ancho y tan pancho, convencido de que todo el mundo menos él, que va de listo y a veces se pasa de tal, es idiota. Es el peligro que tiene contratar palmeros a sueldo (a sueldo de todos los conejeros) para que te digan todo el rato y en todas partes lo listo, lo guapo y lo bien que le sienta el corte de pelo a mi niño: te acabas creyendo las alabanzas de los que cobran un dineral del erario público por alabarte pública e impúdicamente. Y entonces, crecido y engreído, vas y le exiges hoy al alcalde de Arrecife que cese a los concejales del PIL -imputados o no- y mañana, con el alcalde “cesador” imputado él mismo por presunta prevaricación administrativa, vas y dices con la misma cara que tampoco hay que cesar siempre a todo el que esté imputado, que no hay que exagerar las cosas. ¿No fumas, inglés? Cree el que va de listo, visto lo visto, que el cinismo, la hipocresía, el doble lenguaje, la doble moral y el triple juego, son valores políticos propios de un estratega del carajo (con perdón por lo de estratega).

Por la Operación Unión hemos sabido, por poner otro ejemplo poco ejemplarizante, que el rey del encaje de bolillos, secretario general del peor PSOE de la historia de Lanzarote, ignoraba que Dimas Martín todavía tenía mando en plazo en el PIL, donde hasta el más despistado canario de cualquiera de las 8 islas (menos Espino, el que todo lo sabe pero cuando le interesa está en Babia) sabía de sobra que no se movía un lápiz o una tacha sin el consentimiento expreso del preso número uno. Sensu contrario, gracias a la Operación Unión nos acabamos de enterar, de boca del imputado ex vicepresidente del Cabildo, Fabíán Martín, de que “el PSOE de Carlos Espino es un peligro para la isla”. Lo afirma en rueda de prensa, tajante, el que hasta hace unas horas venía cogobernando con el mismísimo Carlos Espino que viste y calza en aparente calma y armonía, cada uno en su departamento (“Inalsa para mí, los Centros para ti”) y Dimas en los de todos, como es triste fama.

La Operación Unión ha obligado a trabajar al menos un ratito a los que se venían ganando los sobre-sueldos con sólo repetir el palabro “sostenibilidad” en sus escritos, viniera o no a cuento ese cuento contado hasta el cansancio. Los negros (literarios) de Manuela Armas, que se han puesto muchas veces morados y ni una sola vez colorados (para esto último se necesita tener sentido del ridículo), le dieron a leer a la presidenta que reina pero no gobierna, en mitad de la tormenta judicial y policial, un comunicado asegurando que la buena gobernanza del Cabildo (¿?) estaba aseguraba... y eso que antes de que empezaran a tronar las sirenas policiales no había noticia de gobernanza alguna en estos dos años de total inoperancia, inacción e incompetencia manifiesta de Manuela y sus mariachis.

Los habitantes de la ínsula gobernada por corruptos empiezan a manifestar su justificado enfado en los foros digitales o con mensajes de teléfono móvil en las televisiones (a pesar de la crisis y a pesar de lo saladitos que le salen al bolsillo esos mensajes, es tanto el justificado descontento que todos quieren dejar constancia gráfica del bochorno), a prepararse para salir en manifestación de protesta frente a las impúdicas autoridades políticas, o a exigir la desilusión de las actuales corporaciones y la convocatoria inmediata y urgente de nuevas y anticipadas elecciones.

En hablando de elecciones, este domingo las hay. Ya saben: la fiesta de la democracia, que dicen los más originales; la orgía de las urnas; el orgasmo de los fundamentalistas del voto que creen que democracia sólo es sinónimo de votar rutina y ritualmente de tarde en tarde. Pero todo apunta que esta vez en Lanzarote no vota ni Dios, que es abstencionista como lo somos, y cada día a mucha más honra, la inmensa mayoría de los habitantes de esta pobre islita rica sin gobierno conocido; todos los lanzaroteños, de hecho o de derecho, que somos insultados, ninguneados o mirados por encima del hombro por parte de políticos, periodistas y votantes que todavía votan a toda esta banda de presuntos delincuentes, imputados, untados y arrejuntados para burlarse de esa misma democracia a la que santifican de boquilla para que piquen en el anzuelo de la engañosa ceremonia electoral los que justifican con su voto esa tramposa forma de hacer negocios (sucios) con la política y el dinero de todos. Bótalos más lejos que cerca. ([email protected]).

No vota ni Dios
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