sábado. 20.04.2024

El primer chinijo nacido en este flamante 2008, tanto en Lanzarote como en el conjunto de España, es hijo de mujer nacida fuera de España. Todo un delito para muchos, y sobre todo para los que repiten la frase hecha “yo no soy racista, pero...”, y en el “pero” llevan la penitencia y en los puntos suspensivos se les cae definitivamente la careta.

El primer conejero nacido en este año es negro. No lo llames “de color” o “moreno”, porque lo que sí son insultantes son los estúpidos eufemismos. Es el signo de estos tiempos de inmigración y mestizaje planetario. No te apuntes a paleto, que ahí siempre hay mucha gente haciendo cola.

Creo haber leído o escuchado en los últimos días algo sobre una actuación en Lanzarote del cantante Rafael Amor, un argentino nacido en Buenos Aires un 5 de noviembre de 1948. Recuerda aquello que siempre canta en sus conciertos: “No me llames extranjero porque haya nacido lejos, o porque tenga otro nombre la tierra de donde vengo. No me llames extranjero porque fue distinto el seno, o porque acunó mi infancia otro idioma de los cuentos. No me llames extranjero si en el amor de una madre tuvimos la misma luz en el canto y en el beso con el que nos sueñan iguales las madres contra su pecho. No me llames extranjero, ni pienses de donde vengo. Mejor saber donde vamos, a dónde nos lleva el tiempo. No me llames extranjero porque tu pan y tu fuego calman mi hambre y mi frío, y me cobije tu techo. No me llames extranjero. Tu trigo es como mi trigo, tu mano como la mía, tu fuego como mi fuego. Y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño. Y me llamas extranjero porque me trajo un camino, porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares y zarpé un día de otro puerto, si siempre quedan iguales en el adiós los pañuelos, los amigos que nos nombran y las pupilas borrosas de los que dejamos lejos, y son iguales los besos y el amor de la que sueña con el día de regreso. No me llames extranjero. Traemos el mismo grito, el mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre desde el fondo de los tiempos, cuando existían fronteras, antes que vinieran ellos, los que dividen y matan, los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños, los que inventaron un día esta palabra: extranjero. No me llames extranjero, que es una palabra triste, que es una palabra helada: huele a olvido y a destierro. No me llames extranjero. Mira tu niño y el mío como corren de la mano hasta el final del sendero. No me llames extranjero. Ellos no saben de idiomas, de límites ni banderas. Míralos, se van al cielo por una risa paloma que los reúne en el vuelo. No me llames extranjero. Piensa en tu hermano y el mío. El cuerpo lleno de balas besando de muerte el suelo. Ellos no eran extranjeros, se conocían de siempre. Por la libertad eterna e igual de libres murieron. No me llames extranjero. Mírame bien a los ojos, mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo. Y verás que soy un hombre. No puedo ser extranjero”.

No, no llames extranjero al primer chinijo nacido en 2008 en Lanzarote. Es tan conejero como tú. Y ser conejero no es mejor ni peor que ser de Villaconejos de Arriba. Ni el mejor lanzaroteño es, necesariamente, el que ha nacido en Lanzarote. Los que más nos roban desde las empresas, los que más nos timan desde la especulación urbanística, los que más nos mienten y ningunean desde la política son esos que se jactan de ser más conejeros que nadie. No iban a ser de Marte. El peor enemigo siempre está en casa, entre nosotros. Que ni te lleven ni te lleves a engaño. Ni en broma llames extranjero a nadie antes de mirarte tú mismo en el espejo. ([email protected]).

No lo llames extranjero
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