viernes. 29.03.2024

Por Mare Cabrera

Aitana está en la UVI prácticamente desde que nació. Tras dos días en casa con sus padres y hermanos notaron que algo no iba bien y en el hospital confirmaron las sospechas. La niña no respondía a estímulos, no comía ni manchaba los pañales. Una bacteria extraña resultó ser la causante del desbarajuste. Aitana, regordeta y linda hasta romperse luchaba con sus 3,700 kilogramos en el ring por la supervivencia.

Después de una operación en la que se le extirpaba un coágulo de su cabecita, se vio privada del calor de sus padres, y éstos sin el suyo pues apenas podían entrar a verla durante las primeras semanas que no pudieron tocarla. Llena de cables y luchando contra un mal al que los médicos, en un principio, no daban nombre, Aitana lo tenía todo en contra.

Uno de los doctores hablaba con la familia: “Les hablo como padre...tiene mala salida”. Y a todos se nos cortó la respiración. Pero Aitana, morenita, ojos negros, llora a eso de las 2:30 de la madrugada pidiendo el biberón y amenazando con despertar a todos los demás bebés. Aitana te mira fijamente y casi sonríe, observa con su mes de vida lo que acierta a ver, muy interesada por todo, y agarra el dedo de su madre con fuerza.

Le auguro una vida intensa, y mucho y bueno por hacer. Tan pequeñita y luchadora la veremos, dentro de poco, corriendo y saltando como una niña más. Incluso dentro de unos años contará que un día nos dijeron que se iba, pero ella decidió quedarse.

“Aitana, niña Aitana bajo la primavera, para ti quince flores pequeñas y graciosas. Sigue siendo de aire en todas las cosas, siendo como encantada por una luz ligera. Aitana, niña Aitana, fuera yo quien moviera para ti eternamente las auras más dichosas, quien peinara más luces y alisara más rosas en tus pequeñas alas de brisa mensajera” (Rafael Alberti).

Niña Aitana
Comentarios