viernes. 19.04.2024

El empresario lanzaroteño y ex piloto de rallyes Óliver Rodríguez negó este martes haber contratado a un sicario para presuntamente extorsionar y asesinar a un abogado de Lanzarote y a un arquitecto de Tenerife, a quienes acusa de adeudarles dinero, deudas que las víctimas rechazan.

“No me dedico a matar a nadie”, alegó el procesado durante el juicio celebrado en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas, acusado de dos presuntos delitos de coacciones y uno de supuesta conspiración al asesinato, por los que la Fiscalía y la acusación particular piden para él la pena de 17 años de prisión, mientras que la defensa solicita la libre absolución para su cliente.

Rodríguez –ejecutoriamente condenado por sentencia firme de fecha 30 de junio de 2008 por un delito de falsificación de documentos públicos a la pena de dos años y seis meses de prisión y a la pena de multa de once meses a razón de una cuota diaria de cien euros– negó haber ordenado al también procesado Klaus Echard Paul Erichgustav — natural de Alemania y ya fallecido– extorsionar a ambas personas.

Refutó haber urdido un plan y entiende que el otro acusado actuó “como favor” al escuchar “conversaciones” del ex piloto en su oficina en Arrecife.

"Usaba métodos correctos"

El procesado desmintió que, con el fin de obtener dinero de las que se consideraba acreedor y para lo que se habrían de emplear “métodos intimidatorios, tales como llamadas, visitas, vigilancias, notas y la causación de daños”, entre otros, en el mes de abril de 2008, contactara con Klaus, quien a cambio de dinero se encargaría de ejecutar los trabajos que le encomendara.

Rodríguez argumentó que este hombre “no trabajaba” para él y rechazó que le facilitara alojamiento, comida, coches, cubrir sus gastos, así como abonar un precio final del trabajo de 22.000 euros. A Klaus le correspondería, por su parte, obtener información y ejecutar los trabajos encomendados, tal como sostiene la fiscal.

El empresario, administrador de promotoras, inmobiliarias y de un equipo de competición de rallye, explicó que conoció a Klaus porque éste quería invertir en Lanzarote y residía en un apartamento cercano a sus oficinas. En todo caso, admitió que éste le “solucionó un problema” que tenía Rodríguez con “una empresa de guaguas y dos o tres inquilinos que le debían dinero”. “No sé de qué manera lo solucionaba y me pagaban. Creo que lo hacía con métodos correctos porque nadie se me venía a quejar”, añadió.

Su antiguo letrado, 'enemigo número 1'

Cuestionado acerca del caso de Samuel G., antiguo abogado de Óliver, negó haber acordado junto con el otro acusado presionarle mediante métodos intimidatorios a fin de que éste le entregase 114.000 euros y, en caso de falta de pago “a tiempo”, matarle.

No obstante, reconoció considerar a su ex letrado su “enemigo número 1″, y le acusó de intentar “aprovecharse económicamente de una de las empresas” que él llevaba y “boicotear” opciones de compra de inmuebles y otras operaciones que pretendía realizar Rodríguez.

Igualmente, rechazó haber entregado una carta amenazante al abogado a través de Klaus. “No es mi letra ni mi bolígrafo habitual”, justificó.

Asimismo, rechazó que el 14 de abril de 2008, sobre las 08.30 horas, ordenara a Klaus cortar el latiguillo de freno de la rueda delantera derecha del vehículo del abogado, situado en la puerta de su domicilio en Arrecife y dispuesto para ser usado por su mujer.

Rehusó también haber encargado a Klaus llamar por teléfono ese mismo día a Samuel, ante quien se presentó como Boris, para reclamarle la referida cantidad de 114.000 euros. Al día siguiente, sobre las 13.56 horas, Klaus llamó nuevamente a Samuel informándole sobre la existencia de un sobre que había dejado en el buzón de su despacho profesional en el que le daban las instrucciones para entregar el dinero exigido. En esta carta se le concedía un plazo de diez días para pagar, según relató la propia víctima.

"No era una broma"

El abogado comentó que el 18 de abril Klaus volvió a llamarle y le dijo que “si no pagaba, se pasaría a la segunda etapa”. Transcurrido el plazo concedido y dado que Samuel no había entregado la cantidad pedida, se inició la segunda fase, si bien tan sólo se llegaron a realizar labores de vigilancia por parte de Klaus, pues los procesados fueron detenidos el 15 de mayo de 2008.

La víctima narró que la llamada de Klaus el 14 de abril le “sobresaltó”, sintió que “no era una broma”, por lo que denunció los hechos en el juzgado. “Temía por mi vida y la de mi familia”, destacó el hombre, que “tenía el convencimiento absoluto de que Boris” le quería matar, al tiempo que incidió en que no tiene “la más mínima duda” de que éste “trabajaba para Óliver”.

El testigo resaltó que “no debía absolutamente nada, ni una peseta” al empresario, con quien intentó hablar telefónicamente “en 15 o 20 ocasiones para averiguar por qué pedía ese dinero, pero no lo cogía”. “No entendía por qué me pedía dinero y sigo sin entenderlo”, apostilló. Por su parte, su esposa manifestó emocionada que durante lo acontecido la familia “ha pasado muchos nervios y mucho miedo”.

"En la esquela de un periódico"

Por otro lado, Óliver Rodríguez rechazó haber encargado a Klaus que viajara el 19 de abril de 2008 a Tenerife para visitar al arquitecto Antonino J., con quien el acusado negoció la compra de un barco atracado en el Puerto de Marina Rubicón, en Lanzarote, que nunca llegó a adquirir por falta de pago. Rodríguez pretendía obtener de este hombre 22.000 euros.

Manifestó que envió a Klaus tres giros postales, dos de ellos de 300 euros y uno de 150, porque “se le había olvidado la cartera en su apartamento en Lanzarote”. Igualmente, señaló que pagó el billete de viaje a Tenerife con dinero del otro acusado.

El día 5 de mayo de ese año, sobre las 11.00 horas, Klaus llamó al arquitecto, presentándose como ‘Dalkov’ y con el fin de asustarle. Posteriormente, el 8 de abril, previa llamada telefónica, se presentó en el despacho profesional de la víctima ubicado en La Laguna y desde allí llamó a Óliver, quien habló con Antonino, a quien exigió la referida cantidad.

“Me dijo que cualquier día podía aparecer en la esquela de un periódico. Pensé que me pretendían matar”, aseguró en su declaración, en la que sostuvo que no debía “nada” al empresario lanzaroteño. Este último vinculó sus palabras a su “forma habitual de hablar”.

"Con la envidia que me tienen"

Asimismo, Rodríguez dijo que no pidió a Klaus que localizara bienes de Antonino y estallara uno de sus vehículos. No obstante, el 11 de mayo de 2008, no lograron dicho objetivo, al haberse equivocado Klaus en la calle donde vivía esta segunda víctima.

“No queda acreditado en ningún lado que yo haya contratado a alguien para cobrar deudas y menos con violencia”, afirmó Óliver Rodríguez, que admitió haber comentado a “bastantes personas”, entre ellas a Klaus, que la Policía le seguía.

“Era algo evidente, con la envidia que me tiene la gente de Lanzarote… Era lógico que la Policía me seguía, pero yo no sabía por qué”, apostilló el ex piloto, cuyo juicio continuará este miércoles.

Niega haber contratado a un sicario para asesinar a un abogado y un arquitecto en...
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