jueves. 28.03.2024

Cuando éramos chicos y queríamos dar solemnidad a nuestras mentiras, jurábamos por un tal Tito Wissa. Ya de mayor, me acordé del asunto y me preocupé en saber quién era Tito Wissa; y me salió en la red que se trataba de un cómico argentino, fallecido hace años. Pero ayer busqué fotos de Tito Wissa en la Internet y les juro, y no por Tito Wissa, sino por lo más sagrado, que me salen las de Enrique Hernandis, famoso arquitecto, y de Santi Negrín, ilustre periodista. No me pregunten el porqué, pero pueden hacer la prueba. Todo esto viene a cuento de lo de la sesión constituyente del Congreso (en el Senado, menos), cuando los independentistas catalanes juraron o prometieron sus cargos, uno por el cerebro inexistente de Puigdemont, otro por el adelgazamiento de su suegra, otro por la rapidez con que desovan las tortugas, la otra por la república y la de más allá por Juego de Tronos y la revolución francesa. Una mamarrachada, que fue permitida por la presidenta Meritxel, a la que le da igual todo con tal de seguir ahí. Desde luego, el juramento por Tito Wissa contiene mucho más valor que cualquiera de los de sus señorías separatistas. Adriana Lastra, llena de pavor, optó por caerse por la escalera. Pues yo juro por el pie malo de Adriana Lastra que esto es un desastre, y que ayer, de manera tan solemne, dimos fe de lo que somos y de que un país que no sabe ni siquiera jurar no puede salir adelante. Lo del Congreso fue todo un circo Toti y esos juramentos no pueden valer. Lo mejor sería no jurar ni dar el espectáculo, sino firmar un papel y no hacer el ridículo ante el mundo mundial. Y luego, sentarse en la silla a echarse pedos y a hacer el sudoku.

¿O no?

Publicado en Diario de Avisos

Nadie juró por Tito Wissa
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