viernes. 29.03.2024

1.- Aunque la cosa puede cambiar de hoy a mañana, y de ayer a hoy, resulta que en el mundo no pasa nada. Los periódicos, las radios y las televisiones están perdidos en el Mundial de Sudáfrica, en la vuvuzela y en otras zarandajas zulúes. No hay noticias, dicen los británicos, buenas noticias. Descansan los líderes torpes en la reunión del G-20. Con los costos de cada cita del G-20 comería un país de África una semana entera. Si se reúnen cuatro veces al año, un mes completo podría estar yantando ese país africano, cualquiera, de baracalofi. La opulencia es el mal de nuestro tiempo. Yo hace tiempo que he dejado de ser marquista, primero acuciado por la necesidad y luego investido de la lógica más elemental. ¿Para qué quiero más?, me pregunto, si tengo todo lo que deseo para vivir. Se acabó el subsistir como un rico, sin serlo, como hacían todos los habitantes de este país hasta que la tan negada crisis les tocó la vuvuzela. Ahora, cuando estamos en la ruina, reflexionamos sobre aquello y concluimos que la crisis es como la octava, novena o décima plaga. En resumidas cuentas, que las plagas eran una metáfora antigua y una realidad moderna. Nos falta el maná, que es ficción, porque el dinero no viene del Cielo. Hay que ganárselo en la Tierra o robarlo en un banco.

2.- Los periódicos y las radios y las teles sólo hablan del accidente, ya lejano, del tren de Castelldefels y de lo bueno que es Rubalcaba en la intimidad; es decir, de una noticia triste y de una mentira. Los miembros del G-20 han sonreído cuando han visto a ZP contarles su plan laboral. Lo bueno de ZP es que pone la misma cara para dar una buena noticia que otra mala; es un hombre con una expresión perpetua, igual que el payaso blanco de la pareja; el que no llora y ayuda al más bobo a hacer reír a los chiquillos. El otro es Pepiño Blanco , cada vez más cerca del pingüinario del Loro Parque. ¿O no?

3.- Los periódicos y las radios y las teles, como bien dice Sabina , hoy no hablaban de ti? ni de mí. Hablaban de que el miércoles se acaba el plazo para la renta y de que entra julio, que es mes de vacación y de olvidos. La gente tomará su asueto para coger fuerzas para eso que siempre se llamó otoño caliente. Desde que soy yo, es decir, desde que recuerdo, he oído hablar del atroz otoño, desde la Transición a nuestros días. Porque parece que todo el mundo tiene la obligación de descansar en verano, le guste o no le guste. Este es un país convulso que necesita de estaciones ardientes para echar leña a la caldera eterna. Nunca hubo sosiego en España. Pero en Canarias, sí, lo que ocurre es que nos hemos contagiado de los malos.

[email protected]

Nada que decir
Comentarios