jueves. 18.04.2024

Cándido Marquesán Millán

Que la educación es una de las claves del futuro de un país, es una obviedad. En principio, todo el mundo parece estar de acuerdo: gobiernos, partidos políticos, sindicatos, empresarios de la enseñanza, asociaciones de padres y de alumnos, medios de comunicación… No obstante, entiendo que puede darse cierta hipocresía, y que la educación no interesa tanto como dicen algunos.

Si es tan importante, no debería usarse como un arma arrojadiza especialmente en el ámbito político. Por ende, es imperiosa la necesidad de llegar a un Pacto por la Educación, basado en unas condiciones mínimas, orillando aquellas discrepancias de mayor profundo calado ideológico. Las dificultades van a ser muchas, ya que como señala José Antonio Pérez Tapias, todo aquello que se haga en el ámbito educativo es para pasado mañana, y nuestra sociedad, sobre todo la clase política, está volcada en lo inmediato, en el corto plazo. Como también el conseguir una implicación responsable de las diferentes Comunidades Autónomas.

Quien debe dirigir este pacto es el Gobierno. Por lo que parece, algo utópico hasta hace poco, PP y PSOE lo ven viable. La secretaria general del PP, Mª Dolores Cospedal, ha valorado como muy positiva la receptividad mostrada por el ministro de Educación, Ángel Gabilondo; el cual ha asegurado que el pacto "tiene viabilidad", y ha anunciado que en dos meses estará en disposición de presentar un texto con contenidos concretos.

En este pacto deberían incluirse una serie de temas: causas del fracaso escolar y sus posibles soluciones, reformas en las enseñanzas postobligatorias del bachillerato y la potenciación de la F.P., reconocimiento de la labor del profesorado a nivel normativo, autonomía de centros, una enseñanza inclusiva …. Podrían incluirse otros, también importantes, aunque en los citados entiendo que se podría llegar a un acuerdo.

Quiero referirme al fracaso escolar. No podemos permitir que más del 30% de nuestros alumnos abandonen los centros escolares sin alcanzar el título de graduado en secundaria.

José Antonio Marina señala que el educar es tarea de toda la tribu. O lo que es lo mismo, le educación es un esfuerzo compartido entre padres/madres, ciudadanos, trabajadores, profesores, productores de programas televisivos… Deben cambiar los medios de comunicación, ya que parece que sólo les interesa la educación cuando se produce algún conflicto en un centro educativo, obviando su labor formativa y cultural. Igualmente en el ámbito familiar, con la finalidad de que los padres no contradigan delante de sus hijos las directrices de los docentes. Y la sociedad debe valorar la labor de los docentes. Siguiendo también a Marina: La preocupación universal por la educación ha generado un sistema de excusas en el que todo el mundo echa las culpas al vecino. Los padres a la escuela, la escuela a los padres, todos a la televisión, la televisión a los espectadores, al final acabamos pidiendo soluciones al gobierno, que apela a la responsabilidad de los ciudadanos, y otra vez a empezar. En esta rueda infernal de las excusas podemos estar girando hasta el día del juicio.

Dicho lo cual, las razones del fracaso escolar son múltiples y variadas. Según Alvaro Marchesi, es más frecuente entre los varones (58,5%) que entre las mujeres (41,5%), ya que las chicas maduran antes y son más participativas en el aula y más aplicadas. Dedican ocho horas semanales al estudio; ellos, sólo tres. Además valoran más la educación.

La escolarización obligatoria y gratuita hasta los 16 años, un avance incuestionable, tenía que incrementar el fracaso escolar, en relación a cuando era hasta los 14 años. La inmigración, ya que los 743.696 extranjeros escolarizados en 2008-2009 representaron el 9,7% de todos los alumnos de las enseñanzas no universitarias, y en los centros públicos el 82,7 % y en los privados el 17,3% restante. Continuando con Marchesi. El contexto familiar. Tradicionalmente se ha asociado este fenómeno con situaciones familiares problemáticas. Es cierto que los jóvenes de familias desestructuradas o con un escaso poder adquisitivo tienen más posibilidades de abandonar las aulas sin haber obtenido ningún título. Pero en los últimos años, ha aparecido un nuevo perfil de fracaso escolar, chicos de familias estructuradas, con padres con formación académica y una posición económica holgada. La disposición de los alumnos. La capacidad intelectual de los escolares condiciona su rendimiento académico. La desmotivación por la percepción de que los contenidos que se imparten en la escuela no responden a las necesidades reales de la vida. También contribuyen los defectos de visión o audición, la dislexia, la hiperactividad, la sobreprotección familiar, los problemas emocionales... Los docentes de secundaria cuentan con una formación académica adecuada; pero se encuentran desprovistos de herramientas pedagógicas para mantener la disciplina y abordar los problemas relativos a los alumnos.

La falta de autonomía de los centros educativos, ya que el enfrentarse con éxito a los alumnos con mayor riesgo de fracaso exige una gran autonomía de los centros, a la hora de adoptar decisiones. Los cambios normativos, ya que España en los últimos 40 años ha conocido 7 leyes educativas, desde la Ley General de Educación de 1970, a la actualmente en vigor la Ley Orgánica de Educación (2006). El gasto público en educación, inferior a la media de la OCDE.

De las causas expuestas se derivan las soluciones. Si se hace un buen diagnóstico de la enfermedad, se pueden tomar medidas terapéuticas adecuadas. Si se consigue un buen Pacto por la Educación, la gran beneficiada será la sociedad española en su conjunto.

NECESIDAD DE UN PACTO PARA LA EDUCACIÓN
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