viernes. 19.04.2024

Ya se han hecho varias veces las cuentas y se sabe a ciencia cierta que en la sociedad occidental actual las mujeres son más (y mejores, como añadirían las feministas y los feminoides que se las quieren dar de lo que no son). Son más, sí, excepto en Coalición Canaria, en donde ellas siguen doliéndose por las esquinas y casi siempre en voz baja del poco peso específico que tiene el género en la cúspide de la pirámide del poder político regional e insular.

La última queja pública y publicada de las mujeres de CC data de hace apenas unos años, cuando ellas decidieron escenificar en oportuna rueda de prensa la reivindicación de una mayor presencia femenina en la política en general e intramuros de CC en particular, para que no se diga que sus correligionarios masculinos son todos de la cavernícola o antediluviana idea que afirma que “la mujer y la sartén en la casa están bien”. Aquella exigencia les sirvió a ellas para meter finalmente a alguna consejera en el Ejecutivo regional, luego de la fulminante expulsión de los consejeros -y alguna consejera- del PP, y una vicepresidenta de militancia nacionalera en ese mismo Gobierno que todavía preside Adán Martín, al que también algunos hombres de CC ya quieren relevar proponiendo otros nombres (ninguno femenino, hasta donde tengo entendido) como candidatos a la Presidencia allá por mayo de 2007.

Me lo decía en su día y momento un dirigente insular de CC, intentando justificar esa escasa presencia femenina en los puestos de poder orgánico e institucional de su formación:

-Es que lo nuestro es un partido político, no la novela “Mujercitas”.

Una razón de peso, al menos para él, que también iba sobrado de kilos. Pero, para paliar en gran parte esa situación de supuesta discriminación sexual, ellas siguen reclamando más mujeres en las listas y menos listos habituales. Siempre y cuando, claro, no se caiga en el otro extremo: en la pazguata cuota femenina que se sacó el PSOE de la manga, con su "discriminación positiva" y otras bobadas políticamente correctas y profundamente injustas, incluso para la propia mujer, de similar calibre.

En Coalición Canaria, las féminas sin cargo estiman que es un auténtico engaño el discurso de su propia formación política sobre la presunta igualdad de sexos. Y ya es llamativo, por paradójico y por hipócrita, que eso suceda precisamente en la misma CC en donde todos sus militantes tienen la consigna teóricamente progre e igualitaria de comenzar sus discursos o mítines con el habitual, estúpido e insufrible -por redundante- "queridos y queridas compañeros y compañeras". Algunos ilusos se morirán creyendo que las cosas cambian sólo con cambiar el nombre de las cosas, aunque sea por el método de patear impunemente el idioma, que no debe culpa.

Total, que las mujeres de CC políticamente desocupadas quieren menos palabras bonitas, menos diplomacia y más hechos (más cargos, como queda dicho). Pero apenas han recibido de sus compañeros o correligionarios políticos promesas y palmaditas en la espalda. Tal parece que quienes les prometen el oro y el moro en lo tocante a la mayor participación femenina en las listas sufren una suerte de amnesia selectiva: llegada la hora de la verdad electoral se acuerdan siempre de colocar los nombres de los hombres, y se olvidan invariablemente del de las mujeres, que en CC casi se pueden contar con los dedos de las manos. Es lo del chiste: "Antes sufría de amnesia. Ahora, no me acuerdo".

Lo dejó muy bien dicho la ya fallecida escritora francesa Simone de Beauvoir: "El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres". Y en CC, de hombres que, para mal de males, son además correligionarios en la fe nacionalista. ([email protected]).

Mujer florero
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