jueves. 25.04.2024

Fotos: Dory Hernández

El baile vive su mejor momento en Lanzarote y prueba de ello son las cada vez más numerosas escuelas y academias de danza que abren sus puertas en los distintos puntos Isla. Pero no sólo hay cada día más aprendices sino que aumenta también la cantidad de artistas que con mayor frecuencia presentan sus actuaciones en los escenarios conejeros. Uno de los más claros ejemplos del apogeo que experimentan estos ritmos está en el éxito de participación que obtuvo el curso de “Actividades físicas a través de los bailes de salón”, organizado conjuntamente entre el Cabildo de Lanzarote y la Universidad de Las Palmas (ULPGC) en el marco de la universidad de verano.

Casi medio centenar de alumnos optó descubrir en primera persona los beneficios del baile, ya que además de ser una buena opción para reducir el estrés y superar la timidez, el baile estimula la circulación sanguínea y mejora la flexibilidad y la resistencia, tal como explicó el profesor responsable de la iniciativa, Alfonso Ángel Cuñado. “A través de los bailes de salón la persona puede mantenerse sano. No solo ayuda a conservar la salud mental sino que al tratarse de una actividad física de mediana y baja intensidad activa el organismo”, señaló el docente. Este tipo de ejercicio no entiende de edades. Ni de clases ni de profesiones... por lo que el perfil de los participantes fue de lo más variado: jóvenes, adultos y mayores quisieron vivir la experiencia de marcarse un merengue. “Tenemos alumnos de todo tipo, desde un extranjero que pasa aquí sus vacaciones a una ama de casa o un abogado”, precisó Cuñado.

Pero si hay una receta común es la constancia. No en vano, el ejercicio físico aislado no consigue generar efectos visibles para la salud. Según los especialistas, bastan 30 minutos, tres veces por semana. La elección dependerá de los gustos y del estado de salud. “Estoy encantado. Hay gente de distintas edades y nacionalidades y estoy sorprendido por las ganas y la ilusión que le ponen. Están bailando cuatro horas al día y nadie se cansa”, apuntó el profesor. Aunque a priori pueda resultar complicado coordinar manos y piernas y ajustar al mismo tiempo los movimientos de cadera a los compases que marca la melodía, lo cierto es que en este cursillo “está todo pensado para que nadie se quede al margen”. “El curso lo diseñé con una metodología para principiantes, para que conozcan los pasos básicos de los bailes de salón que son los más tradicionales” comentó. Y es que aquí no hay oposición, no hay vencedores ni vencidos. Todos parten de la misma base y todos llegan a la meta. “Lo mejor de esto es la colaboración. No es como el resto de deportes en los que hay que ganar y se da una lucha contra el adversario. Aquí se hace en colaboración unos con otros, en armonía y lo importante es que disfruten”.

Más que amigos

De este modo, para la mayoría, la clase se convierte así en un nuevo punto de encuentro para hacer amigos. O algo más que amigos. El roce hace el cariño, como se suele decir, y el baile se convierte en el método ideal para vencer la timidez y otros problemas de socialización. “Se realiza en un contexto de relaciones sociales y ello ayuda a combatir uno de los grandes problemas de la actualidad, como es la soledad, el miedo al ridículo. La expresión corporal forma parte de la danza y ayuda a expresarse y afianzar la personalidad del individuo”, señaló el experto. “Las clases se plantean más como un instrumento pedagógico: desarrollan la memoria, el oído musical y la expresión corporal. Para ellos, bailar es una forma amena de mejorar su equilibrio, la interrelación y el sentido del ritmo”, matizó Cuñado.

En sus distintos viajes a la Isla Alfonso Ángel ha comprobado el éxito de sus clases de ahí que se atreva a solicitar este tipo de iniciativas a las instituciones. “Los políticos y las instituciones están para hacer frente a la demanda social y creo que debe continuar con el fomento de la participación de los ciudadanos en este tipo de actos. La actividad física es variada y esta es una oferta cada vez más solicitada”, dijo. En cuanto a la aparición de nuevas academias entiende que es “bueno para el baile y los amantes del bailes”. “Me gusta mucho la expansión de escuelas en la Isla y los estimulo a que continúen en esta línea todo lo que pueda. Y que sepan que a través de bailes no se conocen enemigos”, concluyó.

Quique Rodríguez

“Jamás pensé que una cintura de hojalata como la mía podría moverse así”

Amanda Ferrer

“Me apuntaría seguro a una segunda parte. Hemos estado bailando tango, pasodobles, cha-cha-chá, salsa...estoy aprendiendo pasos que no sabía que existían”

Conce Pérez

“Yo ya estoy pensando en proponer seminarios de este tipo para los sanitarios. Me ha resultado una experiencia maravillosa".

Quintín

“He tenido problemas para coordinar brazos y piernas pero pienso seguir en esto. Cuando el trabajo me lo permita volveré a clases de baile”

Claudio

“Vivimos en Italia y nos enteramos del curso por Internet, quisismos aprovechar las vacaciones para aprender a mover el esqueleto”

Mira quien baila
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