viernes. 29.03.2024

Por Miguel Ángel de León

Ayer me preguntaba una redactora por una posible inocentada para publicarla este 28 de diciembre de 2006, día de los Santos Inocentes, que somos todos, como si fuera o fuese chica o manca la macroinocentada infinita que nos han gastado durante todo el año -un suponer- los consejeros cabildicios de la “estabilidad institucional”. Mayor bromazo, imposible.

Tengo la modesta y molesta impresión, además, de que cada día tiene menos mérito mentir en una prensa que lo hace a diario (por activa o por pasiva, como dicen ahora los más originales). También en esto de la información, como en todo, hay periodistas y periodistas. Y al sufrido lector, oyente o telespectador le compete elegir entre unos u otros, y separar -o no- la paja del grano.

Hasta hace poco tiempo, las buenas y las mejores inocentadas las daban los periodistas más despiertos. Pero ahora que es la prensa la que anda medio dormida, los que “se quedan” con ella, sobre todo en fechas tan señaladas como la de los Santos Inocentes, son los propios políticos o los auténticos poderosos (los empresarios, la Banca y por ahí).

Hay que insistir en recordar siempre que sin una buena dosis de escepticismo no hay periodista que aguante dos asaltos sin hacer el ridículo. Bueno será no olvidarlo, sobre todo en estos tiempos de perdición y entontecimiento “confraternizador” entre políticos e informadores que se prestan a que los primeros les echen de comer en público.

Verdad es también que hay inocentadas impresas que son tan creíbles que se dan por ciertas. Pero nadie se ha atrevido todavía, al menos hasta donde me alcanza la memoria lectora, a publicar las inocentadas más osadas. Doy algunas ideas a modo de ejemplos: "El Cabildo conejero no funcionará a partir de Año Nuevo de forma óptima, porque lo que no puede ser no puede ser y además acostumbra a ser imposible, pero sí lo hará con cierta decencia institucional y política, sin consejeros machangos y sin enchufados o asesores de la nada elevada al cubo (de la basura) que por las mañanas no trabajan y por las tardes no van al trabajo. Los siete ayuntamientos serán la envidia del resto de los consistorios canarios, y sus alcaldes no sólo aprenderán a hablar sin patear a cada paso el idioma, sino que se convertirán en gestores tan eficaces como honrados. En Arrecife, las calles no se volverán a ver colapsadas a las primeras de cambio por culpa de cuatro gotas de lluvia. Desaparecerán los concursos de belleza, ese degradante mercado de carne. Las asociaciones de vecinos no estarán lideradas por arribistas sin escrúpulos con ganas de figurar, semianalfabetos y xenófo-bobos. Y todos los políticos, en suma, aparcarán definitivamente la mentira, el populismo, la demagogia y la tentación prevaricadora".

Sí, es demasiado bonito como para ser verdad. Pero ya avisé de antemano que eran inocentadas osadas. ([email protected]).

Mil y una inocentadas
Comentarios