viernes. 19.04.2024

1.- El 18 de julio de 1936, casi de madrugada, un grupo de soldados armados salió de la Capitanía General, sita en la chicharrera plaza de Weyler, y se encaminó al Gobierno Civil, que ocupaba el palacete de fachada de piedra que todavía existe, situado en la plaza de la Constitución, luego de la República y ahora de la Candelaria. Al frente de las tropas iba el comandante Moreno Ureña , a quien el mando militar le iba a confiar más tarde la dirección de los servicios secretos de Canarias, en el transcurso y después de la guerra civil, utilizados como una especie de policía militar represiva de la dictadura. La misión de Moreno Ureña, que había sido diseñada por un grupo de militares la noche anterior, era la detención del gobernador, Manuel Vázquez Moro , un marino mercante republicano gallego, amigo de la familia Blasco Ibáñez , del que sólo se sabe que cuando lo fusilaron en el barranco del Hierro pidió que no le taparan los ojos y gritó al pelotón que le dispararan al pecho. El motivo de la detención, al menos el que trascendió, era tan nimio como que el gobernador había gritado, desde el balcón de su despacho, "¡Viva el comunismo libertario!", al conocer el alzamiento militar del general Franco . Ni siquiera se pudo demostrar tal pronunciamiento, pero en realidad daba igual. Habían decidido eliminarlo. Mi libro "Gesta y sacrificio del teniente González Campos " apareció por primera vez en 1984 y por segunda vez en 2003, en una edición corregida y aumentada. Eligio Hernández , estudioso de los temas de la II República Española y de la guerra civil, siempre me dice que la memoria histórica con los perdedores la inicié yo en Canarias. Me importa un carajo que nadie, sino Eligio, lo reconozca. González Campos era un teniente de Asalto que intentó parar el golpe de Estado de Franco en Tenerife y cuya defensa de la legalidad le costó la vida. Se enfrentó a las tropas de Moreno Ureña, muy superiores en número. Fue detenido y fusilado, también en el barranco del Hierro, y él mismo llegó a mandar el pelotón. Porque tres veces sortearon entre los oficiales y suboficiales el mando de la tropa y las tres veces le tocó a un íntimo amigo del condenado a muerte. El cadáver del teniente presentaba sólo dos orificios de bala. Los soldados se pusieron de acuerdo para que dos de ellos dispararan a González Campos y los demás lo hicieran por encima de su cabeza. Envío un cariñoso abrazo a su hijo, Alfonso González Hernández , que tanto me ayudó en la reconstrucción de la historia de su padre, un militar de honor y una gran persona, para el que pidieron el indulto miles de tinerfeños, incluido lo más granado de la sociedad local. Franco no se lo concedió.

2.- Ese mismo día, y durante el tiroteo que se produjo en el ataque y defensa del Gobierno Civil (ataque de la tropa de Moreno Ureña y defensa de los guardias republicanos de Alfonso González Campos), cayó, muy cerca del edificio gubernativo, el falangista Santiago Cuadrado . La historia primera decía que había sido abatido por los disparos de un miembro de la sección de Guardias de Asalto que salió a la calle a preservar la legalidad democrática, al mando de su teniente. Pero unas revelaciones hechas a José Antonio Rial , el fallecido periodista, Medalla de Oro de Canarias, por un individuo gallego, Carlos José García , falso médico de inmigración en Puerto Cabello (Venezuela), contradice esta versión. Este siniestro personaje, que vivía exiliado en aquel país y había falsificado su título de médico, aseguró a Rial que él fue quien disparó contra Santiago Cuadrado y que tiró a matar (ver "Tiempo de espera", colección Agustín Espinosa, Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1991, prólogo de quien esto escribe). Qué cosas, Santiago Cuadrado y el teniente González Campos tienen hoy dedicadas sendas calles en Santa Cruz. La historia los ha colocado al mismo nivel. A veces la propia historia repara las injusticias de las guerras entre hermanos.

3.- La gran memoria está en los libros. Aquellos hechos fueron silenciados deliberadamente por los militares hasta que yo los resucité en 1985. Entrevisté a muchos testigos y me propuse sacar a la luz la gesta heroica de un soldado intachable, González Campos, que simultaneaba el mando de una sección de Asalto en Santa Cruz con los estudios de Derecho en La Laguna. Los papeles del Consejo de Guerra no me los quisieron entregar hasta mucho tiempo después; e incompletos. Los propios militares, incluido el pusilánime coronel Teódulo González Peral , encargado de la Capitanía en ausencia de Franco, temieron en 1936 que ni siquiera la gente de derechas aprobara la cruel ejecución de un militar de honor, de una buena persona y de un hombre que sólo cumplía con su deber. En la refriega que acabó con la vida de Santiago Cuadrado cayó también el cabo de Asalto Muñoz Serrano , quien igualmente da nombre a una calle de la ciudad. Como sus compañeros de cuerpo había salido de su acuartelamiento a defender la legalidad establecida. Recordar y no olvidar es conveniente para que no vuelvan a suceder jamás episodios como éstos, llenos de heroísmo pero también de inmensa tristeza. En todo caso, hoy quería poner a prueba mi propia memoria. La memoria de lo escrito.

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Mi propia memoria
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