martes. 23.04.2024

Por J. Lavín Alonso

Conste que no me estoy refiriendo en modo alguno a la obra homónima de Kafka, ni espero que exista similitud alguna, ya que de haberla, sería producto de la casualidad. Sí me refiero, por el contrario, a la insólita y notoria metamorfosis experimentada por los esquemas de pensamiento de no pocos miembros de la progresía y el conservadurismo de aquende y allende nuestras fronteras - o de quienes se jactan de ello ante la galería - ocasionada por la ascensión a la poltrona mas poderosa del planeta de Barack Hussein Obama, de etnia afroamericana, por mas señas.

Esta metamorfosis ha provocado un giro copernicano en las mentes de quienes han pasado, de la noche a la mañana, de considerar a los EE.UU. Como la encarnación del mal a contemplarlos como una especie de nueva Tierra de Promisión, de la que solo cabe esperar un alud de bondades democráticas, libertades y apoyo social. Cuando aun faltan dos meses largos para que el presidente electo tome posesión del cargo, la “intelligentsia” urbi et orbi, dejándose llevar tan solo por el contenido del discurso electoral de Obama, ha pasado a considerar el binomio Casa Blanca-Pentágono como paradigma de una serie de bienaventuranzas de orden político, social y económico, que pronto habrán de llover sobre todos nosotros, como el maná cayó del cielo y el agua brotó de la Peña de Horeb: por intercesión de lo Alto. Esa actitud sugiere, en muchos de los casos, un presumiblemente somero conocimiento de la idiosincrasia política del gigante norteamericano. Ya habrá tiempo para las desilusiones.

Benjamin Disraeli, primer ministro inglés en la época victoriana, la de mayor esplendor del imperio británico, solía decir: “Inglaterra no tiene amigos; tiene intereses”. Si acaso, tiene aliados, pero poquitos y muy escogidos. Por lo que se ha podido ver, desde la proclamación de la doctrina Monroe, en el primer tercio del siglo XIX, y pasando por la I y II Guerras mundiales, hasta nuestros días, el primo de Zumosol del otro lado del charco ha seguido y sigue, al pie de la letra, el pensamiento disraeliano.

Por todo ello, y por mucho pensamiento progresista y ganas de desfacer el entuerto actual de que haga gala el futuro presidente, mucho me temo que las habituales circunstancias geopolíticas, económicas y estratégicas que influyen poderosamente en la primera magistratura useña - los antes mencionados “intereses” - acabarán por ser los vectores que dirijan sus futuras actuaciones. Y si no, al tiempo... y perdón por el exceso de optimismo.

Metamorfosis
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