miércoles. 24.04.2024

[El 28 de diciembre del pasado año 2006, apenas unos días después de haber ingresado de nuevo en la cárcel de Tahíche, Dimas Martín Martín, fundador y mantenedor del Partido de Independiente de Lanzarote, PIL para los amigos y demás personas piadosas, iniciaba la redacción manuscrita de sus memorias. Exactamente un año después, justo cuando le acaban de conceder la semilibertad en forma de tercer grado carcelario, el reo ha tenido a bien hacer público en esta misma y humilde tribuna de opinión impresa y digital el primer capítulo de esa biografía, a modo de adelanto editorial de unas memorias que verán la luz en su totalidad en un libro que se editará justo unos días antes de las próximas elecciones generales del mes de marzo de 2008]

CAPÍTULO PRIMERO

“28 de diciembre de 2006. Hace un frío de mil pares de demonios aquí en la cárcel de Tahíche.

En el día de hoy doy comienzo la redacción de mi autobiografía autorizada, que escribiré en forma de carta o confesión al Señor Nuestro Dios y Creador, al modo y manera de otras excelsas obras literarias que sólo en la cárcel he tenido tiempo de leer y saborear, pues mientras gozaba de libertad el tráfago ordinario de asuntos que tenía que tratar, las reuniones a las que debía acudir o las entrevistas que me solicitaban los distintos y distantes medios de comunicación asentados en esta pobre islita rica sin gobierno conocido no me dejaban ni un segundo para dedicarlo a otra lectura que no fuera o fuese la del periódico del día.

No poseo, bien lo sabe el Cielo, el don de la pericia literaria. No atesoro ni sombra del genio de Víctor Hugo ni mi historia se asemeja en nada a las desventuras del afamado Conde de Montecristo, pero sí que tengo cosas que contar que creo que le interesarán al menos a no pocos paisanos lanzaroteños y canarios en general, pues no en vano he sido actor destacado, sobre el escenario o entre bambalinas, de la política archipielágica, donde lleva casi dos décadas gobernando el nacional-insularismo cuyo acceso al poder propiciamos unos concretos conejeros, entre escapadas a Madrid, maletines, persecuciones, amenazas, rastreo de rutas de los aviones de Iberia, supuestos revólveres sobre la mesa y otros datos que sólo en esta memorias serán revelados por primera vez.

Yo, Señor, no soy la mala persona que algunos van diciendo que soy. Bien sabe Usted que sólo he luchado a lo largo y ancho de mi ya dilatada vida pública y publicada por los sacrosantos intereses de Lanzarote, a cuyo generoso pueblo tanto le debo. Mi pecado, mi gran pecado, es haber sido y mantenerme desde siempre como independiente, tal y como rezan las siglas del partido que fundé allá cuando, en compañía de don Antonio Cabrera Barrera, padescanse, don Honorio García Bravo -que también pasó alguna noche en esta misma y fría celda- y don Luis Perdomo Rodríguez. Ya Usted recordará que se nos conocía como el partido de los cuatro alcaldes, o de los Cuatro Magníficos, como nos rebautizó un columnista conejero y coñón. En esa independencia he llevado la penitencia. Y esa misma e insobornable independencia me ha conducido de nuevo hasta este Centro de Retención de Preventivos de Tahíche.

En esta hora amarga, Señor, no le guardo rencor a nadie. Ni siquiera a quienes propiciaron, por activa o por pasiva, que hoy me halle aquí. Quienes me conocen al menos un fisquito podrán atestiguar, si son sinceros, que tengo todos los defectos del mundo y parte del extranjero, que tengo las mejores ideas pero luego no sé canalizarlas adecuadamente (véase caso del Complejo Agroindustrial de Teguise, un suponer), que soy un manirroto, y todo lo que se quiera. Pero no soy persona rencorosa. De haberlo sido no habría llegado a pactar políticamente con los mismos personajillos que me traicionaron, ni nunca hubiese sido posible ese ya tradicional y requeterrepetido pacto PIL-PSOE con los mismos psoecialistas que en su día me convirtieron en un mártir, tan virulenta fue su campaña de acoso y derribo contra mi persona. Vea Usted entonces que no miento ni exagero cuando digo que no me ha movido nunca el rencor y que olvido muy pronto hasta las más graves ofensas....

Continuará (vaya que si continuará...).

([email protected]).

Memorias de Dimas, capítulo I
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