miércoles. 24.04.2024

“El silencio estaba asfixiando a las familias”. Habla Abdallahi Elkua, de la Asociación Sur para la Inmigración y el Desarrollo en Guelmin, la población más azotada por el último drama de la inmigración clandestina en las costas canarias. Hace ya más de tres meses que el destino hundió a sus hijos en una patera a pocos metros de Lanzarote. Murieron 26 personas -uno de los cadáveres no fue recuperado- y sólo sobrevivieron seis. La mayoría eran menores de edad.

Sólo siete de los muertos, los primeros identificados por familiares afincados en España, fueron devueltos a la tierra donde crecieron y que les vio partir. Los otros 18 cadáveres continúan enterrados en Lanzarote. “Las familias no olvidan, ¿cómo van a hacerlo?, son sus hijos los que están sepultados a sólo unos cuantos kilómetros de aquí”.

En Guelmin, la mayoría de los mortales vive sin excesos. No hay agricultura, ni ganadería, ni tampoco turismo o industrias. Los sueldos oscilan entre los 150 y los 300 euros al mes. Las familias son numerosas. No hay ahorros para pagar los más de dos mil euros que cuesta cada repatriación.

“En las últimas semanas hemos hecho manifestaciones todos los viernes, encabezadas por los familiares, pero con una gran movilización de todos los vecinos”, cuenta Elkua. Y parece que han dado resultado. “El wali (gobernador de la región) nos ha dado su promesa de que se repatriarán los cuerpos restantes antes de que termine el mes, en tres viajes”.

Las familias confían en que, como les aseguró el wali, sus hijos podrán ser enterrados pronto en Guelmin. Esta vez, será Marruecos quien se ocupe de las repatriaciones, a través del Ministerio de Exteriores y el Consejo Superior de los Marroquíes Residentes en el Extranjero, explican desde la asociación de Elkua.

Los siete primeros cadáveres hicieron el viaje de vuelta a Marruecos a cargo del Cabildo de Lanzarote, recuerda Abdellah El Hairach, de la misma asociación. “Hemos enviado misivas al Cabildo y al Gobierno de Canarias para que nos ayuden, pero no hemos obtenido respuesta”.

Terapias colectivas

Mientras esperan los cuerpos de los niños, mujeres y hombres que emprendieron el peligroso viaje para dar de comer a los suyos, la asociación de Elkua y El Hairach organiza con asiduidad reuniones con las familias, “para hacer un poco de terapia colectiva; el golpe ha sido brutal para todo el pueblo”.

En especial las mujeres, señala Elkua, “están pasando un auténtico calvario después de ver las fotografías de sus hijos muertos, para las identificaciones”. El problema, dice este activista de los Derechos Humanos, “es que en el pueblo no tenemos psiquiatra, y las familias van de vez en cuando al doctor que hay aquí, pero no puede ayudarles como ellos necesitan”. Elkua deja un silencio en la conversación. “Nadie puede ayudarles ahora, el sufrimiento es inimaginable, aunque recuperar a sus muertos será un paso hacia adelante”. En Guelmin todos esperan poder darlo pronto.

Marruecos promete repatriar los últimos cuerpos de la patera de Lanzarote este mes
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