viernes. 19.04.2024

1.- Ha muerto Marisca Calza , la pintora italiana que residía en Tenerife larguísimas temporadas. Ha muerto en su casa de la Rambla, parece que mientras dormía. Italiana racial, pintora de santos de alcobas, expuso en la Catedral, de la mano del canónigo José Siverio . Marisca era una católica despampanante, a la que no hubieran dejado entrar en el Vaticano sin un chal que tapara su exuberancia. Era simpática, amigable, adorable. Me regaló un cuadro que figuró durante años en la habitación de mis hijas. Residía aquí y en Milán y tenía esa voz escandalosa de la italiana reconvertida al canario, pero que no perdió jamás la entonación. Me dio la noticia de su muerte Isauro Abréu , que a su vez la tomó de Raúl Gorroño , redactor jefe de este diario. Me ha causado sentimiento. Jamás supe su edad -la falseaba-, pero recuerdo aquellos encuentros con Jorge Perdomo , paz descanse, el cámara de TVE sin cuya presencia no empezaba ningún acto y, si empezaba, tenía el poder de recomponerlo falsamente para captarlo con su "Arriflex".

2.- Entonces la televisión era la novedad, no la gloria, como ahora, y en blanco y negro. Marisca pintaba muy bien las vírgenes y siempre fue una mujer un tanto misteriosa y celosa de su vida privada. Le encantaba caminar por la Rambla y desde la vía de subida y la vía de bajada, los automovilistas le miraban el escote. Alguno se estrelló. A mí me recordaba a esas estrellas italianas raciales, como Gina Lollobrígida , Sofía Loren o aquella Scilla Gabel de "Mara", que me sacó de mis casillas a los ocho o nueve años cuando la vi rodar en la playa de Martiánez. Marisca despertaba ternura y era una mujer de los pies a la cabeza y muy amiga de las personas que quería.

3.- De su arte se puede decir mucho, o poco. Yo no soy crítico de arte, sino mero espectador. Tenía un trazo bello, desenfadado y te componía una imagen bonita con muy poco. Eso sí, era una enamorada de la pintura, pero no vivía de ella; yo creo que era una mujer de posibles, al menos para subsistir holgadamente. No comprendo cómo teniendo Italia se enamoró de Tenerife. O a lo mejor sí que lo comprendo, porque yo cuando me voy siempre quiero volver. Puede que se sintiera mal sin el mar y por eso vivió aquí un montón de años. Y por eso también murió aquí. Descanse en paz.

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Marisca Calza
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