jueves. 28.03.2024

Los actores o p-actores tradicionales de la política canaria de los últimos lustros lo volvían a hacer la pasada semana: rompieron el noviazgo o matrimonio intermitente justo en vísperas de la cita electoral. Nada nuevo bajo el sol. La última vez que lo hicieron, CC echó al PP, y ahora el PP le devuelve la moneda, aunque también en esta ocasión los pepones preferían ser echados como agua sucia antes que irse ellos, para entonar así el rentable canto victimista y para que no se les acusara o acusase –como ya está haciendo Paulino Rivero y compañía- de desestabilizadores. ¿La excusa utilizada esta vez para escenificar la ruptura? El apoyo de CC a los presupuestos de los estertores del (des)Gobierno de José Luis Rodríguez El Puma (Zapatero, quise decir), que acaba de cargarse también a la ministra miembra, dejando así claro que su Ministerio Igual Da que exista o no, pues era mero paripé pijoprogre en el que sólo creían las más sectarias del feminismo mal entendido y los militontos –no confundir con militantes- del PSOE, que haberlos haylos.

Ese apoyo de CC en plan “respiración asistida” a ZP lo rentabilizan los que dicen ser y llamarse nacionalistas canarios porque han obtenido a cambio lo que ellos llaman oro puro y otros entienden que sólo es quincalla. El trofeo o premio más llamativo ha sido el de la nueva denominación de origen del mar que baña las costas canarias, que se llamará “mar canario”, con perdón por la redundancia.

El mar es agua, y el agua moja el papel. Total: papel mojado, como ya han venido a definir el acuerdo los expertos en Derecho Marítimo, que coinciden en la práctica totalidad en asegurar que el acuerdo sobre “aguas canarias” (“aguas de colonias”, que dirían los independentistas y otros vivacartageneros) es totalmente contrario a Derecho. Por ejemplo, el doctor en Derecho Marítimo Francisco Carlos López Rueda, que lo describía de esta guisa: “La Convención de Derecho del Mar, de Montego Bay, a la cual se adhirió España, no considera a las Canarias como un Estado Archipielágico, por lo que no tienen reconocidas Aguas Interiores, ni se aplica el principio archipielágico para medir la Zona Económica Exclusiva. La propia Constitución reconoce a Canarias como una Comunidad Autónoma, no equiparable a un Estado. Incluso su Estatuto de Autonomía define a Canarias como el conjunto de territorios insulares, sin ninguna referencia a las aguas. Así que la voluntad de dar luz verde a la nueva delimitación de los espacios marítimos de Canarias, con sus competencias asociadas, no sólo requerirá la reforma de su estatuto, sino también su embarazosa defensa ante las organizaciones internacionales (ONU, OMI, CE)”. Lo que les decía, pura filfa. “Zapatero, embustero”, como lo llaman en las pancartas hasta los más cándidos que alguna vez llegaron a creer en él. Lo escribía el pasado jueves Santiago González en la edición impresa del diario El Mundo, “Si Zapatero puede cederle a Gibraltar aguas españolas, ¿por qué no va a darle a Paulino Rivero lo que no es de nadie?”. Razones.

Este matrimonio por interés o pareja mal avenida (las que más duran, como es triste fama), escenificaba de esta guisa ese coitus interruptus al que tan dado es en llegando las vísperas electorales. Unas veces la marcha atrás (¡con lo malo que es eso para la espalda, según los médicos!) la protagoniza CC, y en otras ocasiones como la actual la pone en escena el PP. Tanto monta, monta tanto, si de montajes hablamos. Pero, como están condenados a entenderse por los lustros de los lustros, y porque Dios los cría y el amor al poder los junta, cuando el PSOE pierda el Gobierno nacional, CC dejará de tontear/tantear con los psoecialistas y se encamará con su pareja natural de casi toda la vida. Todo sea no más que por mantener las tradiciones.

Se van quedando viejas las magníficas estrofas de Espronceda, para mi gusto: “Allá muevan feroz guerra/ ciegos reyes / por un palmo más de tierra, / que yo tengo aquí por mío / cuanto abarca el mar bravío, / a quien nadie impuso leyes”. Eso era antes, muchacho. ([email protected]).

¿Mar a secas o Mare Nostrum?
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