viernes. 19.04.2024

Por Arantza Borrego

Han jugado un papel primordial en la historia de la música popular de las islas desde el siglo XVI y hoy, 30 de mayo del año 2006, el Ejecutivo regional va a reconocer por fin esta labor galardonándoles con la Medalla de Oro de Canarias. Son los Ranchos de Pascua que, en pleno siglo XXI se empeñan en sobrevivir y potenciar su experiencia de siglos, con su rico patrimonio histórico, religioso y cultural, sin ayudas y, en muchas ocasiones sin apenas un local donde poder ensayar.

El más antiguo y quizá el más conocido es el Rancho de Pascua de Teguise, único rancho que conserva el cuerpo de danzarines en el interior del templo, aunque en el Archipiélago existen doce formaciones de esas características de las cuales siete son de la isla de Lanzarote (Teguise, Tías, Mácher, Haría, Tinajo, San Bartolomé y Yaiza). Las otras cinco agrupaciones distinguidas son los dos Ranchos de Ánimas de Fuerteventura (Tiscamanita y Tetir) y los tres de Gran Canaria (Teror, Valsequillo y La Aldea de San Nicolás de Tolentino).

Siete contra cinco, tal y como apunta Fermín García, miembro del Rancho de Pascua de Tegusie, con lo cual, confían en que la Medalla que se dará hoy al colectivo de Ranchos, pueda quedarse en Lanzarote, concretamente en el Museo del Emigrante. “Creemos que sería lo justo, somos la Isla que más número de Ranchos tenemos y contamos con que el de Teguise es el más antiguo”.

Generación tras generación

Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, aunque también es cierto que sólo de reconocimientos no vive el hombre, ni mucho menos el rancho. Fermín García es miembro del Rancho de Pascua de Teguise desde hace treinta años y aunque señala que, como es lógico, todos sus componentes, al igual que los del resto de los ranchos, han recibido con satisfacción la noticia, más aún cuando fue el propio presidente del Gobierno, Adán Martín, quien la comunicó, sólo con medallas no se puede mantener las tradiciones. “Somos gente humilde y por fin se reconoce nuestra labor. La tradición ha ido pasando de padres a hijos y generación tras generación”.

El Rancho de Pascua de Teguise cuenta en la actualidad con unos veinte componentes y, afortunadamente aún queda gente con ganas de seguir adelante. “Es un tema - apunta Fermín García - que en Teguise lo llevamos desde chiquititos. Nosotros tenemos también el Rancho Chico y la ilusión de muchos padres ha sido preparar a los niños durante la Navidad.

Allí estábamos desde los cinco hasta los quince años y lo que todos queríamos era algún día poder formar parte del Rancho Viejo”.

Precisamente gracias a esta renovación, en Lanzarote han conseguido todavía mantenerse siete Ranchos de Pascua, aunque tal y como matiza García, cada año cuesta más debido sobre todo a que la actividad de los Ranchos de Pascua se limita a los meses previos a la Navidad. “Tenemos que competir con actividades como el fútbol, pero creo que entre todos podríamos hacer un esfuerzo durante esos meses de octubre a diciembre para que no se pierda esta tradición”.

En Fuerteventura, por ejemplo, había Ranchos hasta hace unos cuarenta años en Antigua, Pájara, La Oliva, Casillas del Ángel y Ampuyenta., y el más antiguo en la Villa de Betancuria, capital que fue de la isla. Todos estos Ranchos fueron muriendo a medida que morían los componentes y no había condiciones para el relevo generacional.

¿Porque nos lo merecemos o porque nos toca?

A pesar del reconocimiento del Gobierno de Canarias, los componentes de los Ranchos de Pascua tienen una espinita clavada porque no tienen muy claro, al menos es lo que asegura Fermín García, si es que el Gobierno ha decidido hacerles entrega de la Medalla de Oro “simplemente porque ya nos tocaba”. Y es que aunque a todo el mundo le gustan los reconocimientos, García señala que “lo único que pedimos nosotros es un local donde poder vernos, donde reunirnos, donde ensayar dignamente, porque lo que tenemos es una habitación en un semisótano cedida por el Ayuntamiento y no son condiciones. Llevamos muchos años simplemente pidiendo un local, estamos hablando de cincuenta metros cuadrados no queremos un edificio”.

Los ranchos conejeros confían en que la Medalla de Oro se quede en el Museo del Emigrante
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