viernes. 19.04.2024

Por Andrés Chaves

1.- Los palmeros nunca permitieron que en su isla fueran abiertos grandes almacenes porque preferían venir a Tenerife a comprar y, de camino, echar un casquete. Esto es humano. Para una vez que instalan en La Palma una casa de putas, es verdad que en "la banda" no en Santa Cruz, los munícipes de Los Llanos arman un belén tremendo, con acusaciones, altercados, cierres y aperturas. Y es que infinidad de habitantes de la segunda ciudad de la isla ejercían de llaneros solitarios hasta que fue inaugurado el burdel Isla Bonita, donde comenzaron a vivir noches de amor inolvidables. Desde el Cantar de los Cantares, es decir desde la Biblia, se decía que el amor es más fuerte que la muerte. Mucho más tarde, en nuestros tiempos, Braulio escribió aquello de "esa clase de amor" y yo doy un viva a las putas, porque sin ellas el mundo sería mucho más aburrido, aunque también menos lioso. Los nidos de amor tienen un punto entrañable y, desde luego, práctico, ya que desde su instalación en "la banda" los llaneros dejaron de ser solitarios y de disparar con balas de plata para asumir otras compañías. Además, un puticlub es siempre lugar de encuentro entre ciudadanos y policías; como debe ser.

2.- Yo voto por la permanencia eterna del burdel, que además se llama Isla Bonita, como la que lo vio nacer. También propongo un homenaje popular a las putas, en general, y en particular a las de Los Llanos, porque por lo que se ve juegan en campo contrario. Y apelo al buen juicio municipal para que el Ayuntamiento reparta condones, espermicidas, pastillas del día siguiente, díus, suavizantes de penetración y toda otra suerte de elementos aquí no citados, para que los llaneros (en otro tiempo solitarios) que quieran llegar a su éxtasis lo hagan al menos con un seguro ante purgaciones y otros males mayores de la follandería. Incluso con una bala de plata entre los dientes, como contraseña para acceder al putiferio.

3.- Y un cariñoso pareado al alcalde de Los Llanos (atacante) y al concejal discrepante (defensor): "¡aleluya, aleluya!, el que la coja es suya". Esto no lo pone ningún libro sagrado, sino que es cosecha de un servidor. Un pueblo importante no lo es sin una buena casa de putas en su jurisdicción. Un burdel es como una comisaría, como una iglesia o como el propio ayuntamiento: bienes necesarios. Los entrañables tapadillos se asemejan a los talleres de reparación de tubos de escape: buenos para la circulación. Déjense de majaderías y dejen a estas señoras que hagan su trabajo sin molestarlas más y sin llevar su labor a los plenos, donde todo se complica. Para una vez que los llaneros dejaron de ser solitarios lo van a estropear todo estos ediles desalmados. Que así se escriba y así se cumpla, como decía el faraón.

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Los llaneros solitarios
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