jueves. 28.03.2024
José María Fragoso Bravo, juez de la Audiencia Provincial de Sevilla y aspirante a la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC)

"Los jueces no deben ser altos, ni bajos, ni ricos ni pobres, ni negros ni blancos, sino que deben pasar desapercibidos. El mejor árbitro es el que pasa desapercibido en un partido de fútbol"

"Confío mucho en el Consejo General del Poder Judicial. Creo que la gente que está saliendo últimamente son muy válidos, con un gran currículum y mucha independencia. Creo que están dando respuesta a la ciudadanía, que cada día reclama más que haya jueces profesionales y serios"

El magistrado canario José María Fragoso Bravo, natural de La Gomera, aspira a ser el próximo presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC). Este miércoles ha explicado en Cope Lanzarote que cree que los jueces no deben ser estrellas de los medios de comunicación. Es más, está convencido, como piensan muchos ciudadanos, que deberían ser absolutamente desconocidos. Tras su paso por el País Vasco, donde tuvo que ocuparse de temas tan complicados como el GAL o las torturas, y ahora desde la Audiencia Provincial de Sevilla, José María Fragoso tiene claro cómo debe ser un juez. El magistrado de La Gomera, que ha pasado la totalidad de su carrera profesional fuera del Archipiélago, y que actualmente ejerce en la Audiencia Provincial de Sevilla, cree que ahora tiene la experiencia, el conocimiento y la madurez que se necesita para llegar al Tribunal Superior de Justicia de Canarias y aportar muchas cosas que mejoren la calidad de la justicia en su tierra.

Usted podría ser en breve presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias. Es curioso que un hombre como usted, de La Gomera, y que estudió en la Laguna, lleve casi toda su carrera trabajando fuera, y ejerciendo además en destinos complicados como el País Vasco, ¿no?

- Sí, señor. Estuve en el País Vasco con carácter voluntario. Me podía haber ido al año, pero quería conocer de primera mano la problemática del terrorismo. Fueron años duros, entre 1988 y 1995, cuando ETA asesinaba cada semana prácticamente a una persona. La verdad es que fue una época muy compleja, pero también muy enriquecedora para mi experiencia profesional, claro.

- Allí también los jueces tenían problemas de seguridad, tenían que tener cuidado en el día a día porque también eran objetivo de los terroristas

- Sí, aunque yo logré que me respetaran. Sabía perfectamente cuándo me podían asesinar, y en qué momento, y por eso tenía mucho cuidado, desde luego.

- El tiempo ha pasado y ahora está usted en Andalucía, donde prácticamente la corrupción está marcando casi el día a día de la actualidad judicial que trasciende a los medios, especialmente por lo que está sucediendo con el caso que está llevando su compañera Alaya.

- Sí, desgraciadamente. Yo creo que este problema de la corrupción aquí es un problema derivado de la permanencia de un Gobierno del mismo color durante mucho tiempo. Pero bueno, ahí estamos los jueces dando el callo y tratando de que se resuelva el problema de la corrupción.

- Bueno, usted es joven, tiene ahora mismo 58 años, y después de muchos años de llenar una notable hoja de servicios le ha llegado la hora de volver a su tierra. ¿Por qué ahora precisamente?

- Me gustaría volver ahora porque creo que he llegado a un punto de conocimiento, experiencia y madurez necesarios para poder hacer bien las cosas en mi tierra. Yo me siento un poco como el canario que emigró a otras tierras en busca de fórtuna, y que después de cierto tiempo invierte todo lo que ha conseguido en mejorar la tierra que le vio nacer, su terruño natal. Lo que ocurre es que mi pequeña fortuna, más o menos importante, no es económica, sino de experiencia y de conocimiento.

- No queremos preguntarle por las cuestiones internas y propuestas concretas que previsiblemente usted tendrá que defender ante el Consejo General del Poder Judicial como aspirante a la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, pero sí queríamos conocer su parecer sobre la actual situación de la justicia, que está muy mal. Hay avances, pero también ha habido grandes retrocesos, y sobre todo la sensación de los ciudadanos de que la justicia no está funcionando como debería, y sobre todo por lo lenta que muchas veces es, ¿no?

- Bueno, es lenta en algunos sitios. Yo le puedo decir que llego 14 años en la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Sevilla, y una vez nos preguntaron que cuánto tardábamos en dar la resolución de temas como un desahucio en una apelación, y tardábamos menos de un mes. Le aseguro que en mi tribunal, en esta Sección Octava, llegamos al 31 de diciembre y no tenemos absolutamente nada pendiente. Claro que, eso a costa de muchísimo trabajo y muchísimo sacrificio. Es verdad que esto no es la normal, pero también es cierto que hay muy mala propaganda, muy mala imagen, pues desde este punto de vista los jueces y los tribunales no tenemos a nadie que nos quiera, porque la verdad es que mis compañeros y yo trabajamos una barbaridad. Trabajamos y dictamos una cantidad de sentencias enorme, muy superior a lo que pareciera por la imagen que se da de los jueces.

- No hace mucho tiempo su compañero, el prestigioso jurista de Canarias Eligio Hernández, que llegó a ser fiscal general del Estado, hablaba también de otro problema que viene arrastrando la justicia, y que se basa en aquellos jueces justicieros o jueces estrella, por aquellos magistrados que de alguna forma tratan de alcanzar más notoriedad de lo que quizás les correspondería en función de su cargo, gente que por las razones que sean buscan un protagonismo ajeno a lo que en teoría debería ser un juez. ¿A usted qué le parece este problema?

- Vamos a ver, yo no voy a criticar a mis compañeros. Yo voy a hablar de mí. He estado en el País Vasco y puedo contar una cosa, pues ya hace mucho tiempo. Yo ordené, después de que el juez ordenara el archivo del caso GAL, que se siguiera con el caso. Al mes siguiente se destapó absolutamente todo, y nadie me conoce. Yo he pasado absolutamente desapercibido. He estado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de San Sebastián durante unos años donde, supongo que por casualidad, entraron todos los asuntos relacionados con torturas. A mí no se me conoce, pero estuve allí resolviendo cuestiones de torturas y otros temas de muchísima trascendencia social. Yo creo que los jueces, y así me lo dijo un viejo amigo mío, no deben ser altos, ni bajos, ni ricos ni pobres, ni negros ni blancos, sino que deben pasar desapercibidos. Para que lo entienda la ciudadanía, el mejor árbitro es el que pasa desapercibido en un partido de fútbol.

- Porque luego está la otra parte, la política, y el no saber separar muchas veces el poder político del judicial. ¿Cómo valora usted el apego que tienen muchos políticos por tratar de controlar a la justicia?

- Mire, yo creo que si se ha intentado, se equivocan, puesto que eso revierte luego contra ellos mismos. Yo creo que ahora mismo, hoy en día, la ciudadanía tiene clarísimo que quiere unos jueces independientes, imparciales, que sean eficaces, que ejerzan su función con transparencia, que sean de calidad, y una cosa que a mí me parece clave e importante es que cuando se dictan las sentencias el ciudadano normal, el de la calle, el justiciable, al que le va dirigido el servicio público de la Administración de Justicia, entienda claramente por qué se le ha condenado o por qué se le ha dado la razón. Hay que ser muy claros en el desarrollo de la actividad jurisdiccional.

- Y a lo largo de su trayectoria profesional, tras tantos años, ¿ha sentido usted esa presión política alguna vez?

- Hombre, tenga en cuenta que en el País Vasco era donde se sentía perfectamente la tensión entre el poder ejecutivo y el poder judicial, Lógicamente, si allí yo condenaba a unos guardias civiles porque habían cometido torturas, yo era un antipatriota y una persona malísima; y si los absolivía, era un salvador de la patria, etcétera, etcétera, .. Quiero decir que eso es lo normal, pero ahí está la categoría personal y la independencia del juez que debe dictar la resolución. En ese aspecto, yo tengo como apoyo para mi candidatura mi independencia. Fíjese usted si considero que tengo esa cualidad, que ni siquiera soy de Las Palmas o de Tenerife, con lo que no estoy implicado en el pleito insular, sino que soy de una isla preciosa como La Gomera. Lanzarote era una auténtica maravilla cuando la visité la primera vez. Era un auténtico paraíso llegar de La Gomera, con aquellas playas negras, y disfrutar de esas playas del sur de Lanzarote, en Playa Blanca. Conozco muy bien todas las islas.

- ¿Y qué le parece que otros magistrados y jueces se presenten también a políticos?

- Pues mire usted, ¿por qué está usted hablando conmigo? Porque soy juez y me voy a presentar como candidato a presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias. Yo lo que no comprendo es la utilización de nuestra posición, es decir, el ser juez o magistrado, para luego hacer política. Yo eso la verdad es que nunca lo he comprendido. El que quiera hacer política lo que tiene que hacer es dejar de ser juez y entrar en el ruedo y en las arenas de la lucha política, pero nunca utilizar el cargo que tiene para proyectarse políticamente.

- Hablamos de un regreso, pero en realidad usted no ha perdido nunca el contacto con Canarias.

- No, y tanto es así que en una época me dio por preparar a jueces y fiscales, y de los dos que me aprobaron, uno estuvo mucho tiempo en Lanzarote, José Luis García González, y la otra está ahora mismo de fiscal en Gran Canaria.

- La verdad es que para un ciudadano cualquiera de este país es un gusto escuchar hablar así a un juez, en los términos en los que lo ha hecho, porque mucha gente estaba perdiendo la fe. Esperamos que se cumplan sus objetivos y pueda regresar a su tierra.

- Yo confío mucho en el Consejo General del Poder Judicial. Se trata de hacer una valoración de méritos y capacidad y ellos son los que eligen. Creo que la gente que está saliendo últimamente son muy válidos, con un gran currículum y mucha independencia. Creo que están dando respuesta a la ciudadanía, que cada día reclama más que haya jueces profesionales y serios, y que se dejen de ser estrellas, como si fueran estrellas de cine en lugares de servidores públicos.

"Los jueces no deben ser altos, ni bajos, ni ricos ni pobres, ni negros ni blancos,...