jueves. 25.04.2024

Por Domingo García

Mientras dicen que papa estaba robando, nosotros como buenos hijos nos divertimos gastando el dinero que los incautos contribuyentes depositan en las arcas publicas, para eso somos hijos del que mas manda y el resto ajo y agua, nos podemos permitir el lujo de tener buenas casas, buenos coches y si nos da la gana, ¡hasta una farmacia! Total, si después vamos a darles lastima y nos van a seguir votando.

¡ahí que joderse! Nos roban, les disculpamos y como corderitos ¡vuelta a votarles!

¿Qué parte de responsabilidad tienen los familiares de los corruptos en los delitos cometidos por estos ?. Siempre estamos pendientes de todos aquellos que de una manera u otra el juez llama a declarar, unos salen en libertad mas o menos condicionada y otros permanecen entre rejas, supongo, los mas ocupados en declarar sus posibles fechorías ante la justicia olvidándonos de una manera interesada, justa o no, de sus familiares y allegados mas cercano.

¿Qué culpa tienen los familiares de lo que hagan sus padres? Se preguntan algunos. Lo que habría que cuestionarse en todo caso es si cuando se están gastando nuestro dinero, no se acuerdan que los demás también tenemos familia y que lo que ellos derrochan se lo estamos quitando del plato a nuestros hijos para que todos ellos se den la vida padre a costa de nuestro trabajo.

Algunos, cuando cuestionan las trastadas realizadas por los que en estos días vemos desfilar por los juzgados de la isla, parecen querer alejar a los parientes de las responsabilidades que pudieran tener en los posibles delitos cometidos, con las disculpas de que no han sido estos los que han podido delinquir, y que solo se les puede culpar en todo caso de ser familiares de quien son, una cuestión que ni es delito ni es culpa en todo caso de ellos. Uno no puede elegir familia, la que te toca, te toca.

Siendo cierto que la responsabilidad del delito solo es del delincuente, tan bien es cierto que el beneficio suele en muchas ocasiones ser para alguien mas y en estos casos los grandes beneficiados suelen ser aquellos que por una causa u otra se encuentran cercanos o alrededor del convicto, ¿quienes mas cercanos que la propia familia?

Cuando alguien, como es en estos casos que estamos viviendo, tiene la posibilidad del despacho oficial para acomodarse y redactar en papel oficial intentando dar por legal todos sus delitos, no puede esperar por parte de los ciudadanos un comportamiento de servidumbre y sumisión, esto seria, si fuera el caso, una renuncia imperdonable del deber de ciudadanía que en cualquier instante se nos volvería en contra de nuestros propios intereses como pueblo.

Los beneficios del delito tiene muchas caras y muy variadas: ser trabajador publico por ser sobrino de…. directora general por ser hija de….. tener un yate en el puerto, ¡que mas da si trabajaste alguna vez!, que papa es el alcalde, buenas casas, mejores coches, vacaciones en New York y mejor todavía, ser alcalde en la villa, que mi padre es el que manda y a mi hermano, pal´ cabildo.

Cuando los familiares de los que hablamos han dejado de ser niños, se les supone que cuando menos cuestionen de donde sale tan alto tren de vida, quien paga las facturas y si papa tienen tan alto sueldo, pues de lo contrario pensaríamos que son autistas o viven en una burbuja, creyendo que el dinero cae del cielo.

En una isla donde todo es comentario de lo que se supone que se están llevando los políticos o cuando lo que se quiere decir claramente es lo que están robando, es difícil pensar que puedan haber personas que en algún momento no se den por aludidas y se piensen que todos somos toletes y que cada semana les toque la lotería, aunque también es verdad lo de la lotería, pues a mas de uno todos los años le toca la del niño ¡ñooo fuerte suerte tiene el alcalde!

Podría ser entendible que la población harta de tanto mangoneo empezara a distribuir responsabilidades, mirar mas allá de los juzgados y ver que algunos que antes solo eran hijos de trabajadores y ahora son los hijos del alcalde, se les ve crecer, no solo en altura sino en riquezas y todo como se suele decir, sin dar palo al agua.

Las riquezas, las prebendas, los lujos que disfrutan los allegados del delito, se tendría que cuestionar, pues disfrutan un bienestar que no les pertenece, es fruto de robar al pueblo, que aun sin poder, pagan unos impuestos que deberían servir para el bien común y no para unos pocos privilegiados de la corrupción familiar.

Los hijos de la corrupción
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