sábado. 20.04.2024

Por Víctor Corcoba Herrero

A poco que uno mire y vea los entresijos de la vida concluirá que el decanato del tiempo es la lozanía de un mundo que no proviene del caos, sino que es como un libro en el que se ordenan nuestras propias estaciones de vida. Los jóvenes que conforman ese volumen viviente, son la genialidad viva con la que siempre se ha de contar. Están en la edad propicia para los sacrificios desinteresados. Ellos son la mocedad del futuro. Creen en la belleza de sus sueños y luchan por esa ilusión que ahora se enaltece con motivo de la Semana Europea de la Juventud. Al parecer se van a organizar un número sin precedentes de debates políticos y actividades culturales o de otro tipo en todos los lugares europeístas, con múltiples manifestaciones en Bruselas en las que participarán unos doscientos jóvenes seleccionados. Me parece interesante que sea la juventud la verdadera protagonista que ilumine el Año Europeo del Diálogo Intercultural 2008, porque aparte de darle llama a la onomástica, también debe darnos calor. Desde luego, la juventud tiene esa mecha de generosidad innata, un estado del espíritu, tan preciso como necesario para los nuevos tiempos de la globalización.

No sólo hay que darles la palabra a los jóvenes, también debemos poner el oído en lo que dicen, escucharles. Sólo así se pueden ofrecer alternativas, ayudarles a trazar el camino, que es un camino a compartir. A veces lo que se les extiende son trampas o falsas promesas. En nuestro país sucedió con el anuncio: renta de emancipación; una remuneración irrisoria para iniciar un proyecto de futuro. De igual modo sucede con la política laboral. La especial atención a los jóvenes es más propaganda política que realidad. Salarios insuficientes, trabajos inestables y discontinuos, a pesar de las altas cualificaciones adquiridas a lo largo de su proceso formativo, están a la orden del día. Es lo más corriente. Hasta el punto que, un gran alto índice de exclusión social, proviene de la juventud. Asimismo, en ocasiones, a pesar de tantas ventanillas sociales, faltan verdaderas acciones preventivas a las adicciones, especialmente para proteger su salud. En vista de tantos sueños truncados, sería bueno que el partido en el gobierno cumpliese lo prometido en su programa electoral 2008 (“motivos para creer”), sobre todo en lo referente a la elaboración del libro blanco para la Juventud en España 2020 que, partiendo del análisis de la evolución de las políticas de juventud en España y de las condiciones socioculturales de los jóvenes, redefina y oriente las estrategias de trabajo para toda una nueva generación de jóvenes.

Se dice que el entusiasmo es el pan diario de la juventud, pobre mundo si así no lo fuese. Ya lo advirtió Marañón: la capacidad de entusiasmo es signo de salud espiritual. En consecuencia, la Semana de la Juventud europeísta no debe pasar desapercibida, es el momento para ir más allá del mero cúmulo de eventos y actividades. Está bien que la juventud se ponga en acción, por otra parte es lo propio de la edad, pero mejor es todavía si le ofertamos soluciones concretas a ese vacío que sufren en sus propias carnes cientos de jóvenes que no acaban de encontrar su orientación ni tampoco su realización como personas. Quizás, por ello, hoy muchos jóvenes quieren detener el tiempo, por miedo a un futuro a la deriva, y se pegan esas duchas de alcohol los fines de semana. Nadie les oferta nada mejor donde pasar el tiempo. Viven a tope y al límite. Y así, el aceite en la lámpara, se consume y apaga, justo cuando la vida debería comenzar luminosa. Elegir las verdaderas acciones y opciones, nos permite cuando menos tomar conciencia de lo que somos y de lo que queremos ser. Cuánta juventud arruina su futuro porque ha olvidado el lenguaje de la pasión, de las cosas hechas con amor y con voluntad, en busca de aquello que se desea o en lo que se cree.

La reflexión propiciada por el presidente mexicano, Felipe Calderón, con motivo de la reciente Cumbre Iberoamericana, en la que lamentó que los jóvenes “no creen en nada, - por cierto en antítesis al bautizado programa electoral de Zp “motivos para creer”- : no creen en los políticos (estoy seguro de que todos lo sabemos); no creen ahora en la economía, porque la economía ha fracasado; no creen en el capitalismo, que está mostrando sus terribles deficiencias; y no creen tampoco en el socialismo que murió antes de que ellos nacieran. Y en lo menos que creen es en las ideologías”, lo dicho puede ayudarnos a comprender ese vacío que ahoga a muchos de nuestros jóvenes en todo el mundo. Por consiguiente, considero que está bien, pero que muy bien, que las diversas administraciones públicas fomenten entre sus planes la opción joven como opción de vida, pero de manera sana, sin adoctrinamientos de por medio.

Ya el viejo orador Cicerón, en su tiempo, expresó que: los deseos del joven muestran las futuras virtudes del hombre. Lo que exige que, en determinadas materias como puede ser la sexualidad, realmente se promuevan políticas educativas sobre sexualidad responsable, que no se llevan a cabo o tienen muy poco éxito los impulsos institucionales, a juzgar por las crecientes realidades abortivas entre adolescentes. La noticia de que antes de partir hacia Holanda, el barco de la ONG "Woman on waves" practicase un aborto farmacológico a una menor de 18 años sin el consentimiento de sus padres, una condición que exige la legislación española, me parece una auténtica salvajada. Si esta es la opción joven, apaga y vámonos, más pronto que tarde se tomará el aborto como divertimento. Tampoco en materia de ocio y tiempo libre se abordan los horarios para que se cumplan. La falta de higiene en instalaciones y limpieza en las bebidas que se sirven suele ser manifiesta. A veces causa espanto esta relajación por parte de instituciones, donde nadie cumple normas que son derechos y deberes. En suma, pues, que la opción joven puede tener un buen articulado, pero si ya falla en el titulo preliminar donde se explicitan las semánticas con fundamentos equívocos, nadie va a creer en nadie como dijo Calderón por muchos motivos para creer que se inyecten. En consecuencia, sí a la Semana Europea de la Juventud, viene a pedir de boca, primero porque el mundo necesita de los jóvenes y, segundo, porque hay que desenmascarar ese mundo contradictorio. Menos espejismos y más autenticidades, menos parodias de la felicidad y más lenguajes de amor verdadero. Y dejad, en todo caso, que los jóvenes inventen su propia juventud.

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Los desafíos de los jóvenes europeístas
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