jueves. 28.03.2024

Por Juan Carlos Rey

Hace años -no recuerdo cuántos, porque mi mermada memoria cada vez da para menos; espero que tuviera razón mi abuela cuando me decía que con los años uno va reenganchando recuerdos que alcanzan hasta la niñez- un grupo de mozos viejos -así se denomina en la Castilla más profunda a los treintañeros que viven en el hogar familiar y que no encuentran novia ni a la de tres- se hizo popular por su atractiva idea de promocionar un encuentro multitudinario con mujeres que estuvieran dispuestas a casarse con ellos y formar familia en su casi deshabitado pueblecito. El pueblo se llama Plan, y ellos desde entonces son mundialmente conocidos como “los chicos de Plan”, que no “del Plan”, porque esos son otros.

En estos días inciertos de luces de bohemia y de sombras de astracán, que diría el poeta taciturno y trasnochado, la política de Arrecife gira en torno a su planeamiento, a la creación de un documento tan importante como es el Plan General de Ordenación Urbana, conocido entre los más técnicos como PGOU. Son muchos “los chicos del Plan”, y muchas las apetencias que se enredan alrededor de su estrecho cuello. Y cuando hablo de “chicos” no lo hago en masculino solamente, porque alguna que otra chica asoma la cabecita.

Esta pequeña-gran introducción me sirve simplemente para anticipar de forma un tanto simplona lo que en otros momentos puede convertirse en una información seria y de alcance. Está mucho en juego. Esta semana el Plan vuelve a estar sobre la mesa, y se van a conocer muchas e interesantes cosas.

Cuando uno trabaja en una redacción tan activa como es la de este diario recibe todo tipo de noticias. No digamos nada cuando se inician los trámites de un macroproyecto como es la ordenación del futuro de la capital de la Isla.

La alcaldesa de Arrecife, María Isabel Déniz, no se ha cansado de repetir que no existe nada oscuro detrás de cada una de las iniciativas. La oposición, sin embargo, y a pesar de afirmar que no quieren estudiar el documento aplicando la “cultura de la sospecha”, empieza a estar con la mosca detrás de la oreja, otra vez. Y es que habrá poca gente ya que no haya oído cosas raras sobre la operación del Islote del Francés, pocos que no estén al tanto de lo que puede estar detrás del proyecto de las torres de Garavilla, pocos que no estén al día sobre la posible recalificación de terrenos... Ya lo dijeron no hace mucho en Lanzarote Radio: lanzar rumores de este tipo es sencillo; lo difícil es demostrar que son ciertos.

De momento, por tanto, en lugar de pensar en los posibles pelotazos urbanísticos que se pueden esconder detrás del Plan, habría que ser algo más positivo y pensar en el trabajo que hay que hacer para que el documento definitivo tenga el mayor consenso posible, porque no es moco de pavo precisamente la reordenación de Arrecife. Partidos políticos, asociaciones vecinales, colectivos sociales y ciudadanos tienen la obligación de aportar su granito de arena, como tiene la obligación el grupo de gobierno municipal de no intentar aprobar deprisa y corriendo algo tan importante, como tampoco deben dejarlo que se estanque y se eternice. Si lo hacen, es posible que se encuentren alguna sorpresa.

Los chicos del Plan
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