jueves. 28.03.2024
Aún así, esta normativa sigue sin convencer a los hosteleros, que entienden que no se protege a los que trabajan en áreas de fumadores

Los bares y restaurantes de la Isla se mantienen igual que antes de la entrada en vigor de la Ley Antitabaco

En la mayoría de los casos se ha optado por permitir que se fume en todo el local o reservar la terraza para los fumadores. Los pocos que intentaron en un principio prohibir el humo se vieron obligados a cambiar su estrategia ante las quejas de sus clientes

Los bares y restaurantes de Lanzarote no han notado excesivamente las restricciones exigidas por la actual Ley Antitabaco, que obliga a estos establecimientos a decantarse por prohibir el humo en sus locales o permitir que se fume.

Según el presidente de la Federación de Empresarios Turísticos (AETUR), Victoriano Elvira, la mayoría de estos negocios han optado por permitir que se fume dentro de las instalaciones hosteleras, aunque los que excedían los cien metros cuadrados se han mantenido dentro del límite de la Ley dividiendo las zonas de fumadores entre la terraza y el interior del recinto.

Esta circunstancia se da en la Isla gracias a las particulares caácterísticas de este tipo de establecimientos, que en general, y según apunta Elvira, no cuentan con grandes superficies y suelen incluir una zona al aire libre.

Aunque el balance de los primeros meses tras la entrada en vigor de esta Ley apuntaba a una preocupante falta de preparación por parte de los bares y restaurantes lanzaroteños, finalmente, se ha producido una adaptación sin grandes cambios para los propietarios de estos negocios y para los clientes, que no han visto limitados sus derechos.

Aún así, los hosteleros entienden que esta Ley ha sido aprobada precipitadamente y sin tener en cuenta algunos matices como la protección de los empleados que, sin ser fumadores, se ven expuestos en sus lugares de trabajo a los perjudiciales efectos del humo.

Así al menos lo entiende Victoriano Elvira, que ha captado este malestar entre los que regentan o trabajan en este tipo de establecimientos de ocio.

Pocas diferencias

La principal reivindicación que alzaron los empresarios que regentan los bares y restaurantes de la Isla ante la inminente entrada en vigor de la Ley Antitabaco recogió la preocupación por la pérdida de ingresos que podía suponer no dejar fumar a sus clientes en los lugares de ocio.

Finalmente, y tras las primeras experiencias de los propietarios, se confirmó que los usuarios no estaban dispuestos a frecuentar los lugares en los que no se pudiese fumar, pero a la vez se comprobó que la normativa ofrecía la suficiente flexibilidad como para solucionar el problema. Así, en la mayoría de los casos se optó por declarar el negocio como zona de fumadores, sobre todo después de que muchos intentaron aplicar la restricción a sus clientes y comprobaron que no estaban dispuestos a acatarla.

La pérdida de clientela y la inversión que suponía realizar obras en los locales para separar la zona de fumadores y no fumadores convenció a los indecisos que aún se planteaban convertirse en espacios sin humo.

En este sentido, los profesionales de este sector se han visto beneficiados por las circunstancias climáticas de la Isla, que permiten mantener abiertas las terrazas durante casi todo el año y, a diferencia de lo que ha ocurrido en el resto de España, han utilizado estos espacios abiertos como zonas de fumadores y reservado el interior para los no fumadores, por lo que no han tenido que acometer las obras de separación oportunas.

Críticas a la Ley

El buen resultado de las medidas tomadas por los establecimientos hoteleros de la Isla, que finalmente no han visto reducidos sus ingresos por la incidencia de este Ley no ha sido suficiente para convencer a los propietarios, que siguen teniendo objeciones a esta normativa.

Como el propio Victoriano Elvira reconoce, “esta Ley es totalmente legítima para proteger al fumador”, pero mantiene que “se han olvidado de los trabajadores que, sin ser fumadores, tienen que convivir con el humo en sus lugares de trabajo”.

Este tipo de reivindicaciones llevan al presidente de Aetur a calificar la aprobación de esta normativa como “precipitada”, ya que no ha tenido en cuenta “matices” de este tipo que entiende que deberían estar recogidos en la Ley.

La protección del trabajador también es el argumento que se esgrime desde los colectivos de hosteleros para criticar otro de los puntos de esta normativa, que obliga a los dueños de los bares y restaurantes a ejercer como vigilantes de la norma dentro de sus establecimientos, de modo que si se incumple la multa también tendrá que ser pagada por los propietarios.

Este punto fue muy criticado ante la previsible negativa de los clientes a apagar sus cigarrillos ante los requerimientos de los trabajadores, una situación que, al menos en la Isla, no se ha dado con demasiada frecuencia.

Civismo de los ciudadanos

Aunque siempre hay algún caso, en general se puede hablar de una actitud cívica de los usuarios de estos lugares de ocio, a los que no ha hay que recordar normalmente que existe una prohibición para fumar en ciertas zonas, y que reaccionan con educación cuando se le pide que apaguen un cigarrillo.

Las reacciones más problemáticas en este sentido se dieron al comienzo de la puesta en práctica de la Ley, el pasado uno de septiembre, cuando algunos quisieron hacer uso de su recién adquirido derecho denunciando a sus vecinos de mesa por fumar, pero pasados estos primeros momentos Elvira asegura que no se han dado incidentes relevantes y se puede hablar de una ciudadanía “acostumbrada a compartir los espacios públicos con educación”.

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