martes. 16.04.2024

En España se consume tanta cocaína como en todo Estados Unidos y para combatirlo la ministra de Sanidad, Elena Salgado, ha creído que una de las medidas que se podían llevar a cabo es impartir cursos a los camareros y profesionales que trabajan en bares de copas y restaurantes sobre los peligros de consumir esta droga. Así podrían advertir a los clientes que estuvieran “metiéndose una raya” en los locales sobre los efectos nocivos de tal práctica. Es decir, llegan los “policamareros”. Para tranquilizar a los propietarios de los establecimientos, ya les comenta que los cursos serán breves pero intensos.

La idea, como era de esperar, no ha sido recibida con los brazos abiertos por los empresarios del sector, que como poco, consideran que la propuesta es absurda.

Victoriano Elvira, el presidente de la Asociación de Bares y Restaurantes de Lanzarote, asevera que “la ministra está empeñada en sacar normativas, leyes y todo este tipo de cosas que no ha pensado demasiado porque primero salió con lo del vino y ahora con esto y parece que no vamos a acabar nunca”.

Elvira cree que “en realidad, el sector de la restauración y ocio nocturno, por la propia higiene de los negocios, intenta evitar movimientos de consumo o trapicheo y se le suele llamar la atención e invitar a que abandone el local”. Explica que esto se hace del mismo modo que si alguien está en una tienda y no tiene el comportamiento debido. Pero para el empresario, esto tiene que hacerse como una colaboración y lo que no puede pretenderse es que se cree la responsabilidad porque “yo, salvo que vea algo muy extraño, ni siquiera me daría cuenta de que alguien está tomando droga”.

Por eso, la idea de que los camareros tengan que recibir un curso le parece exagerada. Además, dice en tono jocoso, “les daremos dos días o tres para que hagan esos cursos breves pero intensos y además lo pagaremos los propios empresarios”.

Policías

“El Gobierno no puede pretender que nos convirtamos en policías y querer implicar a los trabajadores en este tipo de cuestiones me parece, como poco, frívolo”, asevera.

Otra de las ideas de la ministra es que los empresarios se conciencien de que hay locales, que por su propia estructura, pueden favorecer el consumo de cocaína y dice que está en manos de los propietarios evitar que esto suceda. Elvira asegura que “no se puede pretender que los que trabajan en los bares dejen de atender su puesto para estar controlando a los clientes”. Dice que “estamos acostumbrándonos a que la ministra saque este tipo de iniciativa y me da la sensación de que desde el sector de la hostelería le hemos hecho algo para que nos esté atacando de esta manera”. Elvira opina que a la responsable ministerial la debe de estar asesorando el enemigo o que su asesor no es precisamente una persona razonable.

Certificado de “libre de drogas”

Desde el ministerio de Sanidad se quiere otorgar un certificado como “lugar libre de drogas” a las empresas interesadas en colaborar con esta estrategia. Pero a Victoriano Elvira no le convence porque “yo estoy seguro de que mi local está limpio de este tipo de prácticas y no necesito especificárselo a nadie”. Pregunta si “¿el que no tiene el cartelito de local libre de drogas supone que dentro sí se puede consumir?”

El empresario lanzaroteño dice que “se da por sentado que en los locales no se pueden tomar drogas pero en todos los sectores hay gente más seria y menos seria y lo que hay que tener en cuenta es que la gran mayoría de los responsables de los establecimientos son personas que no quieren que esto ocurra en sus bares o restaurantes”.

Además, Elvira se plantea qué pasaría si un camarero cree que un compañero suyo está tomando cocaína. El mal ambiente que se generaría en el puesto de trabajo sería insoportable. El siguiente paso sería que en el resto de empresas, los trabajadores también empezaran a controlar si la gente que trabaja en esa oficina o supermercado es un adicto para advertirle de que lo que está haciendo no es bueno para la salud.

Pérdida de clientes

Si un joven está consumiendo cocaína y va un camarero a recriminarle su actuación, lo más probable es que ese cliente no vuelva nunca a ese establecimiento. Esto supone que para los empresarios, que sus trabajadores empiecen a llevar a cabo esta actitud fiscalizadora, puede suponerles una pérdida de dinero. Elvira dice que “los dueños de los locales podríamos encontrarnos con un problema ya que hay que tener en cuenta que el consumo de cocaína supone sólo una falta administrativa y al no estar penalizado, si el camarero le llama la atención a esa persona, se puede ver en apuros”.

Lo que no está dispuesto el responsable de la Asociación de Bares y Restaurantes de Lanzarote es a convertirse en un policía que tenga que controlarlo todo, que no se fume, que no se beba demasiado vino y ahora que la gente no se drogue.

Para que los empresarios del sector no piensen que son los únicos que van a tener que implicarse de esta manera en la lucha contra la drogadicción, Elena Salgado también prevé que los profesionales sanitarios de Atención Primaria y de las Urgencias Hospitalarias reciban una formación específica para que sepan diagnosticar precozmente cuándo un problema sanitario tiene su origen en el consumo de cocaína.

Llegan los policamareros
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