jueves. 18.04.2024

Por Mare Cabrera

[Dedicado a Gabriel Cabrera, que con 8 años se pasó la mañana quitando la porquería que tiran los mayores en el Charco de San Ginés]

El sábado 15 de mayo, a las nueve de la mañana, el Charco de San Ginés se despertaba alborotado. Los vecinos se acercaban a sus muros, se enfundaban botas de agua y se metían, aprovechando la marea baja, hasta tener el agua llegando a las rodillas. La finalidad de estos vecinos y de un grupo de jóvenes católicos que acudieron como asociación no era otra que limpiar los fondos marinos del litoral arrecifeño, castigado por la falta de civismo que se demostró existe en esta isla una vez calculada cuánta suciedad se sacó de allí: entre el propio Charco, el Puente de las Bolas y la Avenida del Reducto, unas 7 toneladas y media de porquería yacente en el fondo del mar, matarile.

En Facebook pueden verse las fotos del evento si escribimos Juventud de Arrecife en el buscador. Les aseguro que no deja indiferente. Los que allí estuvieron destacan la actitud de los vecinos y demás participantes. Nadie, durante las tres horas que duraron aproximadamente las labores, se quejó de cansancio. Todo el mundo embarrado, sacando basura con la única ayuda de una grúa que a duras penas podía con todo. Las manos fueron la herramienta más utilizada esa mañana. Las manos y la buena voluntad, por supuesto. La Concejalía de Juventud, precursora de esta iniciativa, repartió camisetas con el logo "Limpia tu litoral", y al Charco que se fueron para entregarlas a los voluntarios de todas las edades y nacionalidades.

Ahora toca preguntarse quiénes tiran al mar todo eso: enormes estructuras metálicas, barras, viguetas de obras, planchas, troncos, tablas, chalanas, bidones, ruedas, latas... ¿Es probable que alguien de Punta Mujeres, por decir una zona, se acerque hasta el Charco para arrojar al agua una estructura metálica de grandes dimensiones? ¿O es más acertado pensar que los responsables estén cerca de donde se encuentran estos desechos?

A las 12 del mediodía subía la marea. Algún despistado se mojó más de lo que cabía pensar y a otros les sorprendió ver la que en un principio fue camisa blanca reluciente convertida en marrón fango. Se les ofreció una comilona por los servicios prestados y se fueron satisfechos pero con la convicción de que aún quedaba mucho trabajo por hacer. No termina aquí esta iniciativa. Seguirán en ello. En este litoral, como en nuestras instituciones públicas, hay mucha porquería que limpiar todavía.

Limpieza general
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