viernes. 29.03.2024

La falta de inteligencia y de sentido común en un ciudadano de a pie, a menudo se

convierte en un problema que solo le afecta al que padece esa carencia y, como

mucho, a su entorno mas próximo.

Pero cuando esa carencia la tienen los políticos que nos gobiernan, el problema de

su influencia se extiende a todos los ciudadanos que están bajo su ámbito de

actuación publica.

Cuando los políticos actúan bajo los efectos de una más que evidente ausencia de

toda racionalidad, no se están dando cuenta del inmenso daño que les están

haciendo, no solo a los que han votado otras opciones políticas e ideológicas, sino

que, y esto es lo más grave de todo, también les están haciendo daño a sus propios

votantes.

Dentro del espectro social de los votantes de una determinada formación política,

nos encontramos todo tipo de sensibilidades y pensamientos sobre lo que tiene

que ser el ordenamiento cotidiano de nuestra existencia.

Se puede ser socialista y católico, rara mezcla pero posible. Se puede ser partidario

del partido popular y estar en contra de la monarquía, igual de extraña que la

anterior pero perfectamente factible. Se puede tener un sentimiento nacionalista y

no estar a favor de la independencia de la comunidad autónoma en la que resides.

Con estos ejemplos tan básicos, lo que quiero decir es que se puede ser inteligente,

tener sentido común y formar parte de cualquier opción política, que todas son

validas, por lo menos todas aquellas que respeten el derecho fundamental de la

libertad de expresión y el respeto a las opiniones de los demás, que es, en

definitiva, la máxima expresión de una democracia consolidada.

Lo que esta sucediendo en estos momentos en la vida política española es que, al

anteponer los intereses puramente partidistas de los dirigentes de las diferentes

formaciones que contemplan el panorama político español, los que dirigen este

país y las diferentes comunidades autónomas que lo conforman, se han olvidado

del principio básico de la democracia y que no es otro que el respeto a los demás y

la defensa del interés publico por encima del interés particular.

Cuando un gobierno promulga una ley, amparada en una mayoría parlamentaria

salida de las urnas, mayoría absolutamente ficticia por cuanto no representa la

opinión de la mayor parte de los ciudadanos, sino solo de los que han votado, esta

ejerciendo una dictadura política condenada al fracaso, esta dictando normas y

leyes con una, mas que evidente, fecha de caducidad.

Leyes como las reformas de la ley del aborto, la del sistema educativo, la ley de

seguridad ciudadana, la del sistema judicial, con la implantación de las famosas

tasas, la del sistema sanitario, que permite la privatización de los hospitales

públicos, lo único que han conseguido es que, por una vez y sin que sirva de

precedente, pensamientos tan dispares como los que pueden tener los votantes del

PSOE, de los partidos nacionalistas, de los partidos de izquierdas mas radicales y

los del PP se pongan de acuerdo en la absoluta falta de racionalidad de las mismas.Muchos ciudadanos estamos en contra del aborto por capricho, pero también en

contra de que niñas menores de edad puedan abortar sin conocimiento de sus

padres. Vamos a modificar ese aspecto de la Ley. Muchos españoles estamos

convencidos que el actual sistema educativo, producto de numerosas y

desafortunadas reformas, es malo de solemnidad y solo pone en el mercado laboral

ciudadanos con muchas carencias culturales, científicas, técnicas, etc. vamos a

modificar eso sin crear diferencias sociales y económicas. Muchos españoles

estamos en contra de que cualquier asunto sea judicializado por capricho y que

gracias a esa saturación innecesaria la justicia sea tan lenta e ineficaz. Vamos a

paliar ese defecto con inteligencia y no con el dinero del que no puede aportarlo.

Cuando un partido político dicta leyes que solamente tienden a tener contento a

una parte de su electorado, no se da cuenta del flaco favor que le esta haciendo al

resto de los ciudadanos que, por una razón o por otra, no han puesto su confianza

en su forma de hacer política y que con medidas como las que toman, les dan la

razón en esta falta de confianza hacia ellos.

Esta forma de actuar, tan absolutamente irracional no es patrimonio de una

formación política en exclusiva. Los partidos que en algún momento de su

existencia publica han tenido responsabilidades de gobierno han utilizado el mismo

modus operandi.

En el caso que nos ocupa, de los diez millones y pico de españoles que votaron al

PP en la creencia de que serian capaces de sacar a España del pozo en el que el

PSOE nos había metido, la mayoría de ellos no pertenecen a la Conferencia

Episcopal y consideran que la reforma de la Ley del Aborto es dar un considerable

paso atrás, tampoco están de acuerdo en una reforma de la educación que

solamente crea conflictos y diferencias entre los estudiantes, consideran que la

legislación vigente ya tiene argumentos necesarios para paliar las deficiencias de la

justicia sin tener que grabar la aplicación de la misma con unas tasas inasumibles

para la mayoría y también creen que la reforma de la seguridad ciudadana se puede

enfocar de otra forma.

Por otra parte, esos mismos votantes están convencidos que los recortes

económicos tienen que empezar por los estamentos e instituciones que nos

dirigen, por exigir a la banca que el inmenso apoyo gubernamental que han recibido

desde los anales de la historia democrática sirva para el desarrollo económico de

las familias y no para incrementar los ingentes beneficios de sus propietarios y, en

consecuencia, consideran que en épocas de crisis la solución no pasa por apretar

hasta estrangular al menos pudiente, sino que pasa por favorecer el desarrollo

utilizando para ello otras vías que beneficien a la mayoría y no a las clases mas

desarrolladas, que en nuestro país son las menos.

Cuando el PP, en su afán de tener contento al ala mas radical de sus apoyos,

promulga leyes que van en contra, no solo de los millones de españoles votantes

de otros partidos sino que también van en contra de sus propios votantes, esta

cometiendo un error de consecuencias irreversibles para su propia formación

política.

La grandeza de la democracia y al mismo tiempo su perniciosa virtud consiste en

que un partido gobierna a su antojo, de forma dictatorial la mayor parte de las

veces, una vez que las urnas les han dado la mayoría de los votos emitidos.Lo que no parecen darse cuenta los “triunfadores” es que esa mayoría de votos no

es, ni de lejos, la mayoría de los ciudadanos de este país.

El PP gano con mayoría absoluta el gobierno gracias al apoyo de unos diez

millones y medio de votos. España tiene aproximadamente cuarenta millones de

ciudadanos. Hagan un calculo muy sencillo y se darán cuenta que el 26,25% de

españoles está decidiendo la política nacional sin tener en cuenta o, mejor dicho,

pasando por encima de la opinión del 73,75% restante.

La democracia es así, pero la inteligencia de nuestro gobernantes debería estar

muy por encima de estos datos, aunque lamentablemente esto no sucede.

Los políticos, sea cual sea su ideología, no son mas que un reflejo del pueblo que

gobiernan y viendo como es el nivel cultural de los españoles, no es extraño que

Jose Luis Rodríguez o Mariano Rajoy hayan llegado a ser presidentes del Gobierno

y tengamos como lideres sindicales a esa banda de impresentables cuyo único afán

en la vida es llegar a ser ricos gracias exclusivamente al trabajo de los pobres.

Y como colofón, gracias a la democracia y su sistema de funcionamiento, leyes

como las que he mencionado, con la polémica que han levantado, pueden ser

derogadas sin mayor problema cuando el gobierno de turno cambie de signo

político. El gobierno popular se echa encima de sus cabezas a sus propios

votantes, dicta leyes que van en contra de los que en su día les manifestaron su

apoyo incondicional y yo me pregunto, ¿como se puede ser tan absolutamente

inútil y tener tan poca capacidad mental como para no darse cuenta que lo que

están haciendo es pan para hoy y mucha hambre para mañana? ¿Es que no se han

dado cuenta, o no quieren hacerlo, que para que ellos puedan volver a gobernar va

a ser imprescindible que vuelvan a sacar mayoría absoluta, puesto que con esta

forma de hacer política se han cerrado ellos sólitos la puerta a posibles apoyos o

alianzas del resto de partidos?

Una ley que es promulgada hoy en contra de la mayoría y que va a ser derogada

cuando el partido contrario gane las elecciones, es una ley con fecha de caducidad.

Leyes con fecha de caducidad
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