sábado. 20.04.2024

El trabajador León Fajardo lleva desde este miércoles dos semanas en huelga de hambre en la puerta de entrada y salida de la isla de Lanzarote. Este detalle, el de ser un simple trabajador, es el que le ha conducido a esta situación, en la que ni el ruido de sus compañeros del sindicato Comisiones Obreras ni la relevancia que algunos medios de comunicación tratan de dar a su lamentable estado parecen ser suficientes para despertar determinadas conciencias.

Ni willis toledos ni makakos ni almodóvares, ni siquiera dirigentes de la izquierda de lustre. León Fajardo, evidentemente, no es Aminatu Haidar. Su historia, salvo que esté a punto de acabar en tragedia, no parece interesar demasiado, en especial a aquellos que tienen posibilidad real de hacer algo, que no son otros que los responsables de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) y los dos o tres políticos de turno de Canarias que podrían interceder para que el ente público deje de comportarse como un niño chico y acate las sentencias que permiten que este joven padre de familia pueda regresar a su puesto de trabajo.

Algunos todavía se atreven a decir que con su actitud León está perjudicando la imagen de Lanzarote. Son los mismos que creen que debería abandonar su actitud y buscarse otro trabajo. ¿Otro trabajo con la que está cayendo, otro trabajo cuando uno tiene todo el derecho del mundo a conservar el suyo?

La lucha de León Fajardo es desde luego la lucha de este medio de comunicación, desde el que mantenemos solidaridad absoluta con su situación no ahora que su deterioro físico es considerable, sino desde el momento en el que decidió acamparse en Guacimeta como el que lo hace en Papagayo en pleno mes de agosto.

La clase política de Lanzarote ha vuelto a quedar retratada una vez más. Apenas dos o tres cargos públicos se han dejado caer por allí, alguno incluso aprovechando que tenía que salir de viaje. Los flases de los fotógrafos no chispean como lo hacían con Aminatu, y el folclore alrededor de León no pasa más allá de un solitario timple canario, que además ondea a media asta.

Lo del director del aeropuerto, Dionisio Canomanuel, es de sobra conocido. Su actitud quedó reflejada el día que pasó a saludar a Ramón Pérez Farray y se olvidó de mirar siquiera a quien sabía perfectamente que ese mismo día iniciaba una protesta contra su incomprensible trato.

Cierto es que los sindicatos no gozan en estos momentos de la simpatía de la mayoría de los ciudadanos de este país, sorprendidos por su actitud frente a un Gobierno que ha llevado a más de cuatro millones de personas al paro. No es menos cierto que generalizar es un pecado mortal, sobre todo por la lección que está dando este antiguo portavoz de los trabajadores de Iberia y por la lección que están dando sus compañeros de Comisiones, CC OO que diría Urdaci.

Ya lo dijo León en la última entrevista que concedió a esta casa: hasta que su vida corra peligro no se va a actuar. ¿A qué hay que esperar, a que se convierta en otro Orlando Zapata?

León Fajardo, dos semanas de vergüenza en la entrada y salida de Lanzarote
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