jueves. 25.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Allá por el año 1953 del pasado siglo XX, en el ya legendario semanario lanzaroteño “Antena”, que dirigió durante décadas don Guillermo Topham, se insistía editorialmente de forma y manera muy habitual en la imperiosa necesidad de mejorar las comunicaciones por mar y aire y -ojo al dato, que no es chico ni manco- en las razonadas y razonables quejas por gamberrismo en Arrecife. ¡En 1953! ¿Y cómo iba a haber gamberrismo en Arrecife allá cuando, según dicen ahora los desmemoriados, la capital conejera era un remanso de paz? ¿Cómo va a ser eso, cristiano? O es un error del editorialista de la época, que no lo creo, o entonces va a resultar que mienten o exageran los que van diciendo de último que por aquellos años “gloriosos” del franquismo en Arrecife no existía gamberrismo (lo que hoy conocemos eufemísticamente como inseguridad ciudadana). Conociendo a los apóstoles del odio, me malicio que son estos últimos los que mienten o intentan engañarnos autoengañándose ellos mismos: los abanderados del alocado y asirocado racismo lugareño, que haberlo haylo, porque xenófobos y xenófobo-bos siempre los hubo aquí y en Arguineguín, como es triste fama. Es verdad de la buena: se trinca antes a un cojo que a un mentiroso. Doy fe. Memoria histórica contra desmemoria histérica.

LUCÍA Y LA DICHA

En un artículo repleto de frases hechas y a modo de consultorio sexual (la originalidad que no falte, que hay que ir siempre con la moda para que no te tachen de boba), ese fénix con faldas del ingenio literario que responde al nombre de Lucía Etxebarria escribía en la revista de colorines del diario barcelonés “La Vanguardia” que -cito literalmente- “cómo [la tilde errónea es suya, no mía] dice el refranero: nunca es tarde si la dicha es buena”. ¿Conocerá nuestra Premio Planeta de Novela y afamada copiona de textos ajenos, por ventura, alguna dicha mala? Lo que dice el refranero, que es sabio y no tontuelo como algunas, y lo que deduce cualquiera con un mínimo sentido común y un poco de tacto con el significado real de las palabras es que “nunca es tarde si la dicha llega”. Y dice bien, no como la protoescritora de memeces.

COMO MI PUEBLO NO HAY NINGUNO

En otro colorín dominical, en este caso el del diario nacional “El Mundo”, aparecía recientemente un reportaje titulado “Los 30 pueblos más bonitos de España”, a juicio de un grupo de cualificados expertos. De Canarias sólo aparecía reflejado un concreto lugar, La Orotava (Tenerife), cuya belleza no discutiré porque también puedo dar fe y testimonio personal de la misma. Con lo cual queda claro, en cualquier caso, que ese “grupo de cualificados expertos” no conoce ni por el forro Arrecife, nuestra caos-pital conejera. De lo contrario, la fotografía arrecifeña hubiera o hubiese abierto el reportaje de marras. Fijo. ¿O es que no tienen ustedes ojos en la cara?

[NOTA AL MARGEN: Me cumple agradecerle a José Juan Ramírez Marrero y a Fernando Gómez Aguilera, presidente y director de Actividades de la Fundación César Manrique, respectivamente, el envío de otra de las lujosas publicaciones que periódicamente sacan a la calle : en este caso, un magnífico libro con motivo de la reciente exposición “César Manrique: 1950-1957”, que estuvo durante meses en la FCM (no pude dejarme caer por allí en su día, pese a la atenta invitación oficial a la misma) y que anda ahora por Gran Canaria. Es un buen pedazo de libro, pesado por el continente pero no por el contenido, en el que la calidad del papel va pareja a la de las fotografías (por no hablar del olor a tinta fresca, que puede terminar siendo adictivo) de la singular obra artística del Manrique de aquellos años. A este paso, terminaré creando una sección exclusivamente manriqueña de mi humilde biblioteca casera. Reitero el sincero agradecimiento, pues ya dice el refranero -el verdadero, no el de Lucía Etxebarria- que es de bien nacidos ser agradecidos]. ([email protected]).

Las trampas de la memoria
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