viernes. 19.04.2024

El próximo sábado las calles de Arrecife volverán a llenarse del color de las alfombras del Corpus Christi.

Esta tradición sigue repitiéndose cada año gracias a los colectivos y asociaciones ciudadanas que se encargan de mantener viva una costumbre que nace desde la religión, pero que se ha convertido en una cita obligada para todos los lanzaroteños que han vivido desde la infancia la fiesta que se celebra alrededor de este día.

Con motivo de la celebración de la Eucaristía y de la procesión del domingo, se extienden por las calles de la capital lanzaroteña alfombras confeccionadas con sal coloreada. El elaborado proceso y la belleza de los diseños se puede ir apreciando a medida que decenas de manos trabajan durante todo el sábado agachados en el suelo para finalizar el trabajo al atardecer.

La estampa que dibuja el conjunto la víspera del domingo está grabada en la retina de casi todos los lanzaroteños que acuden desde niños a contemplar el resultado del trabajo de asociaciones y colectivos ciudadanos.

Ellos son los encargados de mantener esta tradición y lo hacen con la ilusión que se va fraguando semanas e incluso meses antes con las reuniones para diseñar las fantasías y coordinarse para conseguir el material y elaborar las alfombras.

El gran día ya está cerca y los encargados de hacer realidad la magnífica imagen del Corpus Cristo ya ultiman detalles para crear las efímeras obras de arte que serán destruidas pocas horas después cuando la procesión pase por el recorrido que marcarán las mismas alfombras.

Historia de las alfombras

La tradición de las alfombras de sal está muy ligada a la tradición canaria, una tierra en la que se vive con especial fervor esta costumbre que tiene una larga trayectoria en Lanzarote.

Según la historia que se presenta en www.lawebdelanzarote.com no existe documentación sobre los comienzos de estas actividades, pero según la memoria de los lanzaroteños se puede concretar que la realización de las alfombras de sal data de entre los años 30-35 del siglo XX.

Las alfombras se realizaban con sal que cedían entre otros, la conservera Lloret y Llinares, y cubrían un terreno que iba desde la Iglesia de San Ginés hacia “La Plazuela” (Plaza de La Constitución). Por esa época las alfombras eran custodiadas por el ejército (con su armamento reglamentario) y rendían honores al paso de la comitiva. Las mezclas de colores se realizaban con tintes que se compraban en la droguería de Don Rogelio Tenorio y posteriormente en las ferreterías.

Hubo una época en la que la creación de las alfombras perdió auge (según parece porque en épocas del régimen eran de obligado cumplimiento y al acabarse este se fue olvidando este arte). Después, de la mano de los que amaban esta tradición, se rescató nuevamente la elaboración de las alfombras.

En la actualidad la participación en esta celebración atrae a muchos vecinos de la Isla, colaborando en la confección colectivos religiosos, sociales e instituciones.

Aunque en principio nació como un prolegómeno a la procesión del Corpus Christi que consistía en la preparación del camino por el que iba a pasar la comitiva con sal coloreada, poco a poco se fue convirtiendo en una festividad en sí misma.

Cargada de tradición y recuerdos, este día es en la actualidad una actividad de encuentro, participación y cooperación entre las distintas colectividades de los municipio, además de una oportunidad para ver la singular expresión artística que se ha ido fraguando a partir de esta celebración religiosa.

Son muchos los municipios que participan de esta tradición, entre otros Tías, Haría y la Villa de Teguise.

Las formas del Corpus Christi ya están preparadas para cubrir las calles de Arrecife
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