jueves. 25.04.2024
José María Espino, que considera que la avalancha actual que sufren las islas capitalinas no tiene parangón, lamenta la insolidaridad del resto de islas cuando el fenómeno afectó de lleno a Lanzarote

Lanzarote y Fuerteventura, recelosas ante la contundencia por frenar ahora la inmigración

La Isla de los Volcanes multiplicó por siete el número de inmigrantes recibidos por Gran Canaria durante los últimos cinco años. Las cifras de inmigrantes que alcanzaron Fuerteventura supusieron el 90% del total que arribó a Canarias hasta 2005

Dicen que es de justos tener memoria histórica y, en estos días en que tanto se habla de inmigración clandestina, islas como Lanzarote y Fuerteventura tienen mucho que decir.

El fenómeno ha ido evolucionando a través de nuevas estrategias que, además, han multiplicado la cantidad de seres humanos que intentan alcanzar su sueño por la puerta del sur de Europa. Para muchos la oleada actual no es comparable a la experiencia vivida en carnes propias por islas no capitalinas, pues en un sólo fin de semana se han registrado hasta más de mil inmigrantes en Tenerife y Gran Canaria, pero Lanzarote y Fuerteventura no pueden evitar sentirse perjudicadas después de haber venido reivindicando desde hace más de una década más vigilancia en sus costas.

Sin duda, el movimiento migratorio se ha vuelto uno de los principales retos en Canarias, sobre todo teniendo en cuenta que el número de inmigrantes llegados al Archipiélago en sólo cinco meses (7.880), a través de la nueva modalidad del cayuco, casi duplica al registrado en 2005 (4.751) y casi iguala ya las cifras totales de 2004 (8.519).

Lo que resulta cuanto menos curioso -provocando lógicamente cierto recelo entre los representantes y el pueblo de las islas menores- es que sea ahora, precisamente cuando el fenómeno toca de lleno a las dos islas capitalinas, cuando el Gobierno canario se haya dirigido al central y el asunto haya trascendido hasta la Unión Europea (UE), que movilizará en 15 días patrullas navales y aéreas en Canarias para frenar la actual oleada.

Desde que el Gobierno socialista llegó al poder, Mohamed VI bloqueó la actuación de las mafias en Marruecos y se las obligó a acudir hasta Mauritania. Fue entonces cuando Lanzarote y Fuerteventura dejaron de interesar como ruta, cuando aparecieron los cayucos y cuando Gran Canaria y Tenerife se convirtieron en objetivos prioritarios. Ha sido entonces cuando el Gobierno de Canarias sí ha puesto el grito en el cielo, cuando se ha movilizado toda la sociedad de las Islas, cuando el Gobierno central lo ha tomado como un tema de Estado, y cuando se ha debatido con crudeza el asunto en las Cortes Generales.

Esta tendencia ya se observaba el pasado año, cuando tras registrar la Isla Redonda más de una treintena de embarcaciones y unos 200 inmigrantes detenidos, mientras que las islas como Lanzarote o Fuerteventura llevaban tiempo superando las 500 barcazas y los 8.000 sin papeles anuales.

Un ejemplo. Según datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, a lo largo del año 2003 alcanzaron las costas grancanarias un total de 32 pateras y 180 inmigrantes, por la friolera de las 535 pateras y los 9.040 sin papeles que arribaron a Lanzarote y Fuerteventura.

“Perjudicados”

Cuestionado sobre si en su momento debiera haberse producido la misma respuesta cuando el fenómeno afectaba a Lanzarote y Fuerteventura, el consejero de Asuntos Sociales del Cabildo insular, José María Espino, reconoce que, “aunque la situación no escuece y a día de hoy estamos en diposición de ayudar al resto de islas, en su día prácticamente pedimos a gritos una ayuda que jamás llegó”.

Durante los 12 meses de 2004, fueron 36 las embarcaciones llegadas a Gran Canaria y 373 los inmigrantes que clandestinamente trataron de introducirse en la Isla atravesando el mar. Por su parte, las dos islas orientales registraron en ese mismo período la interceptación de hasta 256 barcazas y la detención de 7.939 inmigrantes.

Como resultado, Lanzarote y Fuerteventura multiplicaron por 16 y 7, respectivamente, el número de embarcaciones llegadas a la capital en 2003 y 2004, mientras que la cantidad de inmigrantes fue en ambas islas 50 y 21 veces superior en ambos ejercicios. En otras palabras, y haciendo memoria histórica desde el año 2000, las dos islas orientales registraron más del 90% de las barcazas interceptadas e inmigrantes detenidos de toda Canarias durante los últimos cinco años.

Menores

A Espino le parece también adecuado que la Dirección General del Menor, a través de dos nuevos centros -uno en Arucas y otro en Garachico- se haya hecho cargo de los menores subsaharianos no acompañados llegados en los nuevos cayucos. Sin embargo, recuerda que hasta hace un par de años los tres centros de Lanzarote estaban ocupados por 86 menores. “Aquello fue una barbaridad, tuvimos una media de casi 60 menores a diario a lo largo de un año y medio. Lamentamo que entonces se diera esa falta de solidaridad pues los menores podían haber sido trasladados hasta otras islas”.

Hablan las estadísticas

En cuanto a las cifras, estas hablan por sí solas y son seguramente el mejor exponente de esta teoría. Para empezar, conviene echar una mirada retrospectiva a las cifras registradas por la Delegación del Gobierno en Canarias, en cuanto al número de inmigrantes que arribaron a las Islas a lo largo de 2004, y que en su cómputo general alcanzó la cifra de 8.519 personas. Mientras hasta Gran Canaria llegaron en patera 535 inmigrantes y a Tenerife 104, Fuerteventura ya registraba por aquel entonces la friolera de 7.532 clandestinos.

No fue un año demasiado negativo para Lanzarote, en cuyas costas se interceptaron un total de 348 inmigrantes irregulares.

Ya en 2005, cuando la cifra de inmigrantes llegados en barcazas hasta el Archipiélago se redujo nada menos que hasta los 4.751 personas, las diferencias entre las islas capitalinas y las orientales se iba disipando. Así, mientras en Gran Canaria ya se registraron 1.416 inmigrantes y en Tenerife 637, la cifra descendió en Fuerteventura hasta los 2.249 ilegales, a 329 en el caso de Lanzarote, y era además el año en que islas como La Gomera (72) y El Hierro (48) comenzaban a sufrir en masa el fenómeno.

Año escalofriante

Hasta el pasado 22 de mayo, de los 7.880 inmigrantes ilegales que han llegado en lo que va de año a Canarias, alcanzaron Tenerife 4.579 sin papeles, por los 1.918 que arribaron a Gran Canaria, 698 a Fuerteventura, 410 a La Gomera, 243 a El Hierro y, sorprendentemente, sólo 32 a Lanzarote.

Centros saturados

En cuanto a la ocpuación actual de los centros de retención de inmigrantes, algunos de ellos comienzan a estar más que saturados mientras siguen sucediéndose las repatriaciones masivas a Senegal y Mauritania, además de los traslados a distintos puntos de la Península. Hasta ayer en Las Palmas había 105 internos en unas instalaciones con una capacidad para 168 personas; en el centro provisional de La Isleta, permanecían 814 internos; en El Matorral, Fuerteventura, hay 855 inmigrantes en unas instalaciones con una capacidad máxima para 1.070; por su parte, en Tenerife (donde el máximo aforo es de 238 personas), hay 300 internos más dos menores, y en el centro provisonal de Las Raíces permanecen retenidos 758 inmigrantes.

El caso de Lanzarote

La llegada de embarcaciones con extranjeros ilegales descendió en un 39% entre 2003 y 2004 en lo referente a Lanzarote, ya que de 145 pateras se pasó a sólo 17, es decir, 128 menos en un solo año. Por su parte, el número de inmigrantes irregulares detenidos descendió en un 74% en el mismo período, puesto que de los 1.813 detenidos por infringir la Ley de Extranjería en el total de 2003 las cifras descendieron hasta 469 detenidos a lo largo del 2004, es decir, 1.344 sin papeles menos detenidos entre uno y otro ejercicio.

En la Isla la afluencia de inmigrantes ilegales parece reducirse en más de un 33% respecto al año pasado. Lo que ya queda pendiente de resolver es lo relativo a las fronteras en puertos y aeropuertos, donde se estima que tanto en 2003 como en 2004 los inmigrantes ilegales que emplearon estos accesos duplicaron a los que llegaron a las costas europeas vía patera.

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