viernes. 19.04.2024

No es probable que en Lanzarote puedan darse historias de amor como la que aparecía en la película “Tienes un e-mail” en la que Meg Ryan era la propietaria de una coquetuela librería tradicional y Tom Hanks interpretaba al ejecutivo de una gran cadena que se implantó junto a la pequeña tienda, haciendo que ésta casi desapareciera.

De momento, y a pesar de que algunas grandes franquicias de moda o muebles sí se han asentado en la Isla, parece ser que ninguna gran empresa de venta de libros ha puesto su punto de mira aquí.

Según Esaú Pérez, encargado de Librería Lanzarote, “no hay aquí todavía grandes superficies como El Corte Inglés que puedan dedicar toda una primera planta a la sección de los libros”. Sin embargo, dice que “otras grandes superficies sí han penetrado poco a poco en el libro de texto y ofrecen a colegios ese tipo de negocio y pueden hacerlo porque tienen licencia compitiendo así con la tienda pequeña”.

Comenta Pérez que “lo que ha observado en las ciudades en las que sí existen estas grandes cadenas es que quitan muchas ventas a las pequeñas, sobre todo en el cliente que se mueve por impulso y ya que está allí se compra un libro pero el que es cliente de librería de toda la vida prefiere a su librero tradicional”. Comenta que “las personas que trabajan en estos grandes almacenes sólo saben del libro el precio y porque lo tienen marcado y es el librero clásico el que puede informarte sobre lo que necesites”.

El lector habitual pregunta

“Siempre preguntan por las obras de un autor o se dejan aconsejar”, explica Pérez sobre el comportamiento de los grandes lectores. Por eso, no temen que estas cadenas se interesen por Lanzarote. Cree que “si vienen, habría que buscar una solución profesionalizándonos o trabajando un sector que ellos no trabajen”. Aún así, piensa que “aunque la Isla tiene una gran comunidad lectora, la población es reducida y en este sector no es probable que lleguen aquí porque hay otros sitios con muchas más posibilidades de mercado y que van a rentabilizar la gran inversión que requiere el establecimiento de este tipo de negocio, que además siempre busca las mejores zonas”. Asevera que “el margen de beneficio con los libros es muy estrechito y hay que vender muchos para ganar dinero y yo no conozco a nadie que se haya hecho millonario vendiéndolos”.

Librerías de toda la vida

En Lanzarote no se cierran las librerías por falta de clientela pero tampoco se abren muchas nuevas. “Yo llevo 8 años con la tienda y al principio dudaba de que hubiera tanto público lector en la Isla pero afortunadamente sí lo hay”, dice. Lo que lamenta es que en ocasiones la gente no se lleve los mejores libros sino los más publicitados. “Lo que hay que hacer es ir viendo día a día lo que interesa a la gente y si no algo no lo tienes, mandarlo a pedir y traerlo”, asevera.

Truquitos de venta

Las editoriales no obligan a las librerías a que pongan en primera fila o con una mejor proyección los libros que quieren lanzar, pero como comenta Pérez, “desde el punto de vista empresarial se saben determinadas técnicas de marketing y para algo están los escaparates, para mostrar lo que quieres que entre por los ojos”.

Hay ocasiones en las que determinados libros no necesitan ni publicidad porque se sabe de antemano que se van a vender, como por ejemplo, la saga de Harry Potter. “Yo pongo una tonga de libros para que la gente directamente se lo vaya llevando”, explica. Otras veces, tanto desde la editorial como de la tienda se quiere lanzar una publicación porque la consideran muy buena y “montamos una pila para que la gente lo vea”. También están los pactos. “Yo puedo quedar con una empresa y monto el escaparate a cambio de unas buenas condiciones”, confiesa.

No le cuesta prenda reconocer que los libros son caros. “No acabo de entender cómo siendo éste el país en el que más se edita y se publica, con técnicas mucho más baratas que antes, los libros son tan caros y no se lee tanto como se sale al mercado”, dice.

Afirma que en otros países se apuesta por sacar directamente una novela en formato bolsillo porque económicamente les compensa y sólo se opta por la tapa dura para algunas ediciones de lujo. “Para los que no nos conformamos con un libro a la semana, resulta muy caro saciar nuestra avidez lectora pero es que lo costoso no es el contenido del libro sino el formato en el que se publica”, explica.

Por eso, cuenta que en muchas ocasiones la propuesta de los libreros es publicar directamente en edición bolsillo pero aseguran que cuando se saca al mercado en tapa blanda no tiene la misma aceptación. “La gente piensa que si está en bolsillo tiene menos categoría”, dice aunque reconoce que espera que este concepto cambie con el tiempo. “Dejará que pensarse que si un libro está en formato bolsillo es porque ya estuvo en formato grande y ahora está para vender el resto”, opina.

Lo que sucede es que para los lectores que prefieren un buen contenido a un buen continente la edición pequeña es perfecta porque resulta mucho más barata pero si lo que se quiere es regalar esa novela, se queda de cutre si no se compra la edición de tapa dura. “Sin embargo, esto no pasa en otros países en los que la gente valora que le regalen el libro, indistintamente de su tapa”, afirma.

También sucede que mucha gente todavía quiere los libros para adornar estanterías y cuenta Esaú que “una vez vino una señora con la medida exacta y el color exacto de la novela que necesitaba para la librería nueva y me consta que no soy el único al que le ha ocurrido”. Se conforma y piensa que “esa señora también tiene derecho a hacer su compra pero obviamente no es el tipo de cliente que quiero para mi establecimiento”.

Lanzarote se resiste a las grandes cadenas de librerías
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