viernes. 29.03.2024

1.- Yo siempre quise ser parlamentario, aquí o en Madrid. Lo que pasa es que elegí el periodismo y el periodismo es una profesión equivocada. Los periodistas somos unos robaperas. Yo tenía que haber sido diputado, o mejor, senador, porque los senadores trabajan menos que el sastre de Tarzán. Y los 60 que se sientan en los escaños del Parlamento de Canarias –bueno, vamos a decir que con alguna excepción, porque uno tiene amigos ahí dentro– lo que más desean es no dar gongo. Ganan cada uno una media de 6.000 euros al mes, entre sueldo y dietas, y tienen una vida muy cómoda. ¿Ustedes saben lo que significaría, a mi edad, recibir 6.000 euros en mi cuenta todos los meses, después de estar todo el puto mes vacilando, acostándome a mi hora y sin más responsabilidades y, además, con inmunidad? Ayer, Fernando Clavijo, que es un grumete, le tomó el pelo a toda la oposición. El pleno, convocado a bombo y platillo por los enemigos del presidente, resultó inocuo. No hubo ni una sola salida de tono. Y Fernando salió de allí (para ir a la Televisión Canaria donde le tenían preparado un programa a su medida) más fresco que un oso polar en las aguas del Ártico. Logró un pacto de no agresión con el PP y con el Aseregé de Casimiro y dejó al resto de la oposición tan tonta como lo que realmente es. Es decir, que Clavijo, a lo mejor en solitario, a lo mejor no, terminará esta legislatura mientras los demás se rascan las pelotas (bueno, quienes las tengan), con caras de atontados. Porque, en realidad, la única verdad de los 60 del Parlamento es que todos y todas (por no acudir al epiceno) están muy calentitos, ganan mucho dinero a costa del contribuyente y no les interesa para nada romper el estatus quo. O sea, la situación actual. Nada que ponga en peligro la legislatura, por otra parte difícil de romper, porque al no ser comunidad “histórica”, el presidente es una especie de prisionero de nuestra exigua categoría autonómica y no tiene poderes para disolver el Parlamento.

2.- Fíjense en lo que pasó ayer. Aquí viene, por ejemplo, un noruego, se infarta en la tribuna de invitados o, si escapa, se va a Oslo y no aparece más por las islas. Fíjense, repito, en lo que pasó ayer en el Parlamento de Canarias. El PSOE quiere censurar a Clavijo, es decir, presentar una moción de censura, pero no tiene candidato; el PP dice ahora que Clavijo es un amigo, apoyará los presupuestos y no refrendará ninguna maniobra contra el presidente. Hace días, su líder, el palmero Antona, había dicho que si alguien (el PSOE, por ejemplo), presentase una moción de censura, su grupo la apoyaría. Por lo que se ve, mentira. Román, que lidera Nueva Canarias, ha dicho que Clavijo es prácticamente un presidente en funciones. Frase ingeniosa y poco más. Los de Podemos, más originales, se acordaron de Fernando Fernández y solicitaron que Clavijo se sometiera a una cuestión de confianza. Cojonudo. Y Casimiro Curbelo dice ahora que está contento con Clavijo (por las perras del FDECAN, digo yo) y que lo apoya. El noruego infartado, según noticias, ha ingresado en un siquiátrico en su país.

3.- Así las cosas, Fernando Clavijo salió de allí dentro más bonito que un San Luis. Había ganado la batalla, había dejado a todos con el culo al aire. Los había machacado como Rajoy, sin hacer nada. Ni decir nada nuevo. Ni hacer un gran discurso, porque no sabe. Y en su pieza (oratoria) se limitó a decir lo que yo dije que iba a decir, no es por nada: que rompió el pacto con el PSOE por desleales los sociatas. Y parece que es verdad, porque, espantadas aparte, la noche anterior a la gran decisión, la iletrada Patricia Hernández le había dicho por teléfono a Fernando: “Acuéstate tranquilo, Fernando, duérmete ya mi niño, que mañana no pasará nada, nosotros no nos vamos a ir del Consejo de Gobierno”. Y se fueron. Y los mandó F.C. a tomar viento. Ahora casi todos cobran lo mismo, pero mandan menos y salen menos en la prensa. Manda huevos. Y el presidente, luciéndose con los amiguetes en el bodrio de la Televisión Canaria, supongo que con una audiencia infame.

La única verdad es que están todos calentitos
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