viernes. 19.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Lo crean o no, hay algo mucho más negro que el horizonte penal de Dimas Martín. Más negro aún, en efecto, se presenta el horizonte de la credibilidad política en general en esta pobre islita rica sin gobierno conocido. De ahí que no haga falta recurrir a ninguna encuesta engañabobos para adivinar que la abstención que se va a registrar allá por mayo de 2007 en Lanzarote será de las que hacen época o historia. Es decir, más historia aún, pues tanto el voto inútil que supone apoyar cualquier candidatura como el voto en blanco no dejan huella. Véase no más cómo los políticos lugareños andan todavía escaldados por la abstención conejera de las pasadas y pesadas elecciones locales. Ahí les duele. Y la mejor enseñanza la da el dolor, como es triste fama.

No existen verdades absolutas, excepto esta misma, que sí parece indiscutible. Pero se intuye desde muy viejo que donde hay patrón no manda marinero. Un adagio que, sin embargo, nunca compartieron del todo gente muy rara como Jesucristo o los buenos comunistas, de esos que ya no quedan en ningún sitio, y mucho menos en Izquierda Hundida. Aquellos comunistas bien intencionados o teóricos le dieron la vuelta a la citada máxima y concluyeron que no es menos verdad que donde no hay marineros no puede mandar patrón. Por eso y porque sin la clase de tropa no podría hacerse a la mar ningún barco, siguen haciendo falta las tripulaciones, aunque en los partidos políticos cuando el capitán habla todos callan. Lo vemos en Lanzarote, en donde sólo hay patrones y ninguna clase de tropa militante, bien mirado. Otra cosa es la tropa dirigente de Romanones o de Rajoy.

En buena teoría, las bases son necesarias para que el tinglado partidista no se hunda por su propia base, valga la redundancia, pero de ahí a considerar que pueden decidir algo media un abismo. Tanto los simples afiliados como los simpatizantes simples tienen voto (el voto tonto del tonto útil, que lo llaman), pero no tienen voz ni perro que les ladre. No vale engañarse por más tiempo: empezamos a ser todos mayorcitos y la teórica democracia española ya va teniendo también una edad (a la Constitución le faltan justo dos años apenas para la treintena, no les digo más), como para andar permitiéndose a estas alturas de la misma más mentiras piadosas.

Les conviene a los políticos una masa frívolamente festiva, carnavalera, crédula y manipulable. Al que no quiera un concurso de belleza se le sirven tres en bandeja. Al que no quiera un Belén, siete (uno en cada ayuntamiento). Alguien dijo con no poca razón que pueblo es el rodeo que da la naturaleza para producir un hombre de genio. En la España de hoy, por muchos rodeos que demos, no se encuentran líderes geniales, sino individuos con mucha vocación de mando. Y ya empiezan a dejarse ver de nuevo, pisándose los callos unos a otros para encabezar o encaramarse en lo más alto posible las inminentes listas electorales. Que con su pan se lo coman. ([email protected]).

La tropa que vota
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