viernes. 19.04.2024

En estos días inciertos en los que es muy difícil mantenerse al margen de los muchos problemas que asolan Lanzarote, surgen como picudos rojos asuntos que parecían olvidados en el pasado. ¿Alguien se acordaba ya de las terribles polémicas que se suscitaron hace poco más de un año en torno a la puesta en marcha del Plan General de Ordenación Urbana de Arrecife; alguien se acuerda de los empresarios -nombres y apellidos- que pusieron el grito en el cielo para negarse a que se desarrollara una iniciativa urbanística que perjudicaba claramente sus intereses; alguien se acuerda de los problemas políticos que se vivieron en el seno de las principales formaciones políticas de la Isla y que derivaron incluso en la ruptura del todopoderoso Partido de Independientes de Lanzarote (PIL)? Bien, pues cuando la mayoría no se acordaba ya de todo esto -y de muchas otras cosas más que fueron sucediendo en las cloacas de este polémico asunto-, vuelve a resurgir con fuerza el debate, una vez que parece que ha sido superada ya la fase de adaptación de Plan.

La última polémica surge como consecuencia de la posible unión de los propietarios de la zona de Garavilla con los propietarios de la parcela en la que se pretendía construir un centro comercial en Valterra, la famosa parcela de Hiperdino. Su alianza ha despertado numerosas suspicacias, como se ha comprobado en los debates políticos y empresariales que se han vivido esta semana en las ondas de Lanzarote Radio. Curiosamente, muchos de los que se opusieron con firmeza a la construcción en esa zona de un gran centro comercial ahora no lo ven tan mal. ¿Por qué será? Pues eso, porque algunos sólo opinan en función de sus intereses económicos. Algunos sólo luchan por el interés general cuando el interés general coincide con el de su bolsillo.

Es muy difícil encontrar una posición neutral en el desarrollo adecuado de la futura ciudad de Arrecife. No es sencillo porque a poco que uno se esfuerce puede encontrar cosas que le afectan directamente y que le cargan de subjetividad. También hay subjetividades inocentes y subjetividades culpables, muy culpables. Estar del lado del interés común significa no apoyar ninguna operación que enriquezca a unos pocos para empobrecer a otros muchos, o ninguna operación que perjudique a las generaciones venideras. Muchos de los que gritan prefieren destruir Arrecife con tal de establecer un récord en su cuenta bancaria. Prefieren que el director de su banco le haga reverencias cuando entra en la sucursal que sus nietos disfruten de una ciudad modélica.

Arrecife es la capital de la necesidad. Esta frase suena porque se ha repetido hasta la saciedad. Necesita un Plan General sin trampas, necesita un desarrollo de su zona portuaria, necesita que aparezcan zonas comerciales que atiendan la creciente demanda de una población que se ha disparado hasta cifras que ninguno conocemos... Para conseguirlo sería necesario que existiera unidad de criterios. Como eso a día de hoy es imposible, lo mejor es que la sensatez y la transparencia guíe los pasos de aquéllos que tienen posibilidad de elegir.

La suciedad que aflora
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