viernes. 29.03.2024

Para ser capaces de entender lo que sucede a nuestro alrededor, los ciudadanos, en muchas ocasiones, comparamos situaciones cotidianas con aquellas otras cosas que nos pasan y que no somos capaces de entender a la primera.

Para los que no entienden de política y para, los que como yo, cada vez entendemos menos, las comparativas nos vienen muy bien para mejorar nuestra capacidad mental a la hora de entender determinados comportamientos públicos de aquellos a los que elegimos como nuestros representantes políticos.

Desde esta tribuna he comparado al cine con lo que pasa en las instituciones, para entender un nacionalismo inútil e irracional lo he comparado con aquellos nacionalismos útiles y racionales, conoceremos en otra ocasión, en que medida afectan las enfermedades mas comunes al comportamiento de nuestros dirigentes públicos, todo eso con mayor o menor acierto pero con el único objetivo de llegar a comprender lo que, por otros medios, no era capaz.

Por esto y siguiendo en esta línea, voy a realizar una reflexión más relacionando los partidos políticos con una de las actividades que todo el mundo conoce y sobre la que todo el mundo opina con mayor o menor conocimiento: EL FUTBOL.

Ustedes se preguntaran que tiene que ver una cosa con la otra, en que se parece un equipo de deportistas con un equipo de elegidos gracias a un sistema democrático que puede convertir a un inútil en presidente, alcalde, consejero o concejal de una institución publica. Espero que después de haber leído este articulo, esta pregunta les haya quedado mas o menos respondida.

Un equipo de futbol esta formado por una serie de personas a las que les une un interés común, una afición por el deporte, unas ganas de mantenerse en forma y, como no, un afán bastante sano por ganarse la vida dando patadas y cabezazos a un balón.

Un equipo o grupo de concejales esta formado por una serie de personas a las que les une un, en teoría, interés común, el bien de los ciudadanos, una afición por la notoriedad, unas ganas de mantenerse en el cargo a costa de lo que sea y, como no, un afán bastante insano por ganarse la vida dando quebraderos de cabeza a los ciudadanos que les han votado.

Antes de seguir me gustaría hacer una salvedad. Es cierto que no voy a meter a todos los políticos en el mismo saco porque no seria justo ni creíble mi discurso. Entre los que hemos votado para ser cargo público hay gente que se libra de todo lo que les acabo de describir. Como en todas las profesiones, políticos honrados, serios, profesionales y éticos haberlos los hay y todos conocemos mas de uno.

Siguiendo con la comparativa y una vez que el partido ha empezado, empezamos a ver las primeras diferencias entre un equipo de futbol y un grupo político.

La primera y fundamental es que para jugar al futbol hay que saber que es lo que te traes, en este caso, entre los pies. Hay que saber las reglas del juego, las normas que rigen este deporte y hay que tener una forma física y técnica que te permita ser un jugador. En la política puede darse y de hecho se da, todo lo contrario. Muchos ni saben lo que se traen entre manos, ni saben las reglas del juego, ni saben las normas que rigen en las administraciones públicas y, lo que es mas grave, carecen absolutamente de formación profesional, técnica y mental para ejercer el cargo de concejal, alcalde o presidente de una corporación pública.

Cuando un futbolista esta acabado, se dan dos circunstancias. Si el lo sabe, lo deja voluntariamente y si no se da cuenta hay alguien por encima que se lo hace ver y no renueva su contrato. En ese momento se acaba su vida profesional y pasa a dedicarse a otra cosa.

Cuando un político esta acabado las circunstancias son radicalmente diferentes. Ni el se da cuenta de que lo esta, ni en su partido hay nadie que se lo haga ver para que lo deje de inmediato. El problema es que mientras el futbolista acabado puede dedicarse a otros menesteres bien porque siga dentro del mundo del deporte o porque tenga el dinero suficiente como para no volver a preocuparse el resto de su vida, el político acabado no tiene ni idea de lo que va a hacer con su futuro porque muchos no saben hacer nada, ya que no han dado un palo al agua en toda su vida y han vivido del cuento durante demasiados años.

Para ser más claros, hay políticos en Lanzarote, más concretamente en Arrecife, que no son capaces de darse cuenta que sus días como tal se han acabado. No son capaces de ver que con su permanencia en la institución no hacen sino poner de manifiesto sus lamentables carencias intelectuales y morales. Son incapaces de mirar mas allá de lo que pone en su nomina y por eso, no se dan cuenta del daño que le están haciendo al ciudadano, al partido al que pertenece y, en definitiva, a el mismo.

Cuando un político se convierte en un problema para los suyos es la dirección del partido la que debe tomar cartas en el asunto para evitar males mayores, como la renuncia a su cargo de otros compañeros que no comulgan con sus actuaciones.

Y para terminar, si un futbolista no quiere jubilarse y sigue cobrando a pesar de su rendimiento, el problema lo tendrá la entidad privada que lo paga, mientras que cuando un político acabado no quiere dejarlo, somos el resto de los ciudadanos los que le mantenemos el sueldo a pesar, no solo de su falta de rendimiento sino, en muchas ocasiones, de sus actividades contrarias a la legislación vigente.

Todo el mundo es inocente hasta que un tribunal diga lo contrario, eso es cierto, pero no es menos cierto que los limites de la ética, la moralidad y la decencia no tiene por que marcárnoslos un juez.

La política y el fútbol
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