viernes. 29.03.2024

Por Ramón Pérez Hernández

Acabo de oír (en ‘Agustín Acosta Radio') a Martín Alonso, el intrépido padre de Yeray y, activamente, de los más de 20 niños minusválidos y familias de Lanzarote, pendientes todos de la apertura obligatoria ¡ya! del “Centro de atención a minusválidos” y, sinceramente, tengo que reconocer que me ha emocionado el hombre, cuando decorosamente afirmó... ”Personalmente no tengo nada contra Joaquín Caraballo”... Pues yo, públicamente, como ciudadano de esta bendita Isla, si tengo muchas quejas censurables al Grupo del ‘desgobierno', de la ¡desvergüenza insular! anidado en Institución tan respetable el Cabildo Insular, como: su inhumana insensibilidad propia de toscos irracionales.

Por su desmedido materialismo, concediéndose sueldos atrevidos por la ridícula gestión que practican. Por su desdichada indiferencia con los temas esenciales de Lanzarote: Inalsa, CACT, Agricultura y ganadería, infraestructuras, actividad turística, comercial e industrial, transportes públicos y, lo que les faltaba, por el profundo desprecio y abandono inhumano de los desvalidos y sus familiares, cuyas competencias tienen asignadas, aceptadas y forzosamente desempeñar.

Lo peor, mintiendo descaradamente, sobre la ‘falta' de fondos, cuando en los Presupuestos de 2008 hay unos 300 millones de pesetas para asuntos sociales, y cuando de los 106 millones de pesetas llegados de Madrid (diciembre 2008, destinaron, sin publicar en el BOP al tratarse de modificación del Presupuesto, para recurrir tamaña desfachatez) 50 millones a ‘copas', 48 a ‘¡estudios¡ (qué risa Maria Luisa) y ¡8 milloncitos a carreteras!.

Sobre los fabulosos sueldos, por supuesto inmorales, y, virtualmente, arbitrarios, para pagar a reales inexpertos que no merecen ni el 20% asignado, sorprendente, pues muchos ¡coño! cobran incluso mas que un Juez de entrada, que es un profesional súper especializado que, aparte de tener que licenciarse estudiando 5 años, debe preparar oposiciones y aprobar, a lo mejor, aguantando la friolera de años y años para poder empezar a trabajar, trabajar duramente, pues la mayoría de las sentencias las estudian y resuelven en sus hogares, quitando tiempo a sus esposas e hijos.

Y termino, indicando al cínico Grupo de Desgobierno, e incluso a la Oposición, de que si florecieran dificultades reprensibles en el devenir de la vergonzante anarquía insular y por tal motivo surgieran prevaricaciones de ‘cooperación necesaria' sería ‘su problema' al no tener presente que existe un deber de ‘estar al tanto' de que es lo que impide cerrar los ojos ante circunstancias sospechosas, que pudieran responder en unos casos a título de dolo fortuito y en otros muchos... a título de culpa”.

La nobleza de Martín Alonso
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