viernes. 19.04.2024

1.- Dios mío, menos mal. Menos mal que una señora política se ha dado cuenta de lo que nosotros venimos denunciando hace años que ocurre en Canarias. Un país de locos. Margarita Ramos , consejera de Empleo, Industria y Comercio, se ha percatado de que la maraña de leyes, la "inflación legislativa", como ella misma la llama, "se ha vuelto inoperante e ineficaz". Una maraña legislativa entorpecedora que complica los procedimientos administrativos y aleja la inversión, porque no hay dios que invierta en Canarias con cuatro administraciones dando el coñazo y pidiendo papeles y poniendo una pega tras otra. Había que alimentar a los parlamentarios, claro, quienes para justificar los seis mil y pico euros que ganan al mes -y no me digan que no, entre pitos y flautas- se ponen a legislar sin tino y han hundido a Canarias. Porque a Canarias la han destrozado quienes legislan y quienes gobiernan, empezando por el inútil que ocupa ahora el cargo de presidente. Y quienes permiten que cuatro administraciones, miles de funcionarios y tropecientos mamones se enzarcen en una lucha anormal de competencias, a ver quién trinca más y quién jode más al que se gana la vida trabajando.

2.- Este es el panorama de estas islas, trazado -con palabras infinitamente más finas- por la consejera de Industria y lo demás, Margarita Ramos, a quien desde ahora pongo en el apartado de personas con dos dedos de frente, aunque no tenga el gusto de conocerla. Clama la consejera por un pacto institucional para simplificar los procedimientos administrativos, que es exactamente por lo que viene gritando este periódico, a través de editoriales y columnistas, desde hace años. Algunos inversores españoles y extranjeros me han llamado, varias veces, para preguntarme si vale la pena venir. "¡Ni se les ocurra!", respondo siempre. Porque invertir en estas islas es un infierno. No hay quien se aclare.

3.- El otro día le pedí a mi buen amigo el escritor Julio Fajardo , que es uno de nuestros mejores expertos en urbanismo, que escribiera un artículo contando a la gente corriente el disparate de leyes sobre el suelo que están en vigor en las islas. Leyes que no han protegido nada, pero que han enmierdado cualquier relación normal entre empresarios y administraciones. Leyes y normas contradictorias, absurdas, sin sentido, que dificultan o impiden la inversión y que provocan indefensión al ciudadano. Me ha prometido Julio que lo hará, para conocimiento -y espero que efectos- oportunos. Y a los parlamentarios, con sus honrosas excepciones, por favor, mándenles el sueldo a casa. Que no vayan a trabajar, que ya han trabajado bastante... para mal. Para cargarse Canarias.

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La maraña
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