sábado. 20.04.2024

Por J. Lavín Alonso

La gran paradoja de la era de la información es que ha

concedido nueva respetabilidad a la opinión desinformada (John Lawron, periodista norteamericano)

No resulta difícil intuir a que clase de opiniones “desinformadas” – eufemismo por “indocumentadas” – dado que en el campo que mas abundan estas es en el da la política y la administración pública, salvando, naturalmente, las honrosas excepciones, que siempre las hay, si bien en escaso grado. Y tal parece que, a juzgar por lo que nos llega a diario, procedente de los diversos medios de información, el autor de la frase que encabeza estas líneas, haya dado en el clavo. A mi juicio, el quid de la cuestión es saber discernir entre las diversas opiniones y averiguar, dentro de lo razonablemente posible, cuales son las aceptables y cuales las gratuitas., tarea nada fácil, por cierto. A eso se le llama, citando el aserto evangélico, separar el trigo de la paja.

A diario nos llega una pléyade de comentarios, análisis y dictámenes en materia de economía y finanzas, tanto en el ámbito nacional como extramuros del país, elaborados por diversas gentes a las que suponemos, a priori, duchos en la materia. Pero el sentido común nos da a entender, a nada que nos paremos a pensar, que, ni son todos los que están, ni está todos lo que son; sobre todo en lo que al actual gobierno respecta, con perdón por resaltar evidencias.

Antaño, con la sola asistencia de la prensa y las radios locales, cuando las había, la aparición de comentarios y opiniones por parte de las buenas gentes que nos gobernaban – es un decir – era mas parca y restringida al ámbito local. Hoy día, con la poderosa ayuda de la Informática y la Red Mundial de Comunicaciones, Internet, el alcance de todos ellos, indoctos incluidos, es planetario. Todo lo que se les ocurra decir, incluidas las sandeces mas variopintas, puede ser visto y oído “ urbi et orbi”.

Tal es, por ejemplo, el caso del llamado G-20, anagrama que sugiere un turismo de alta gama, pero que no es otra cosa que una junteta de mandamases de los estados mas poderosos del mundo, con complejo de paradigmas de la democracia, del cual España nos es miembro, pero, por esos raros avatares del politiqueo, resulta invitada permanente, lo cual les concede el inefable privilegio de gozar de Zapatero en su papel favorito de gran maestre de la dogmatización económico-financiera. Todos hemos podido comprobar que la reciente reunión de Seul acabó en agua de borrajas, sin conclusiones precisas y con la ausencia flagrante de cualquier medida encaminada a paliar la crisis galopante que afecta a buena parte del planeta. Eso si, con los habituales comentarios del tipo : “la reunión ha sido altamente positiva y bla, bla, bla…..”, ejemplos áulicos de la memez mas exhaustiva.

La informática, las opiniones y el G-20
Comentarios