viernes. 29.03.2024

El próximo 26-J se realizarán las segundas elecciones con el intento de formar un gobierno en el Reino de España. Al respecto me surgen una serie de dudas y reflexiones, que paso a exponer a continuación. En el debate de los 4 candidatos a la presidencia del Gobierno, quedaron claramente expuestas las alternativas sobre unos posibles pactos, ya que un gobierno con mayoría absoluta parece muy complicado, según todos los indicios de intención de voto.

Mariano Rajoy dejó muy claro que era partidario de una Gran Coalición, compuesta por PP, Cs y PSOE, aunque no sería necesaria la presencia de Cs. Albert Rivera se mostró en todo momento dispuesto a pactar a su derecha y a su izquierda, siempre que se acepten sus condiciones, pero mantiene algo más que reservas respecto a la figura de Rajoy, por la cuestión de la corrupción. Pablo Iglesias que se podría formar un gobierno en coalición PSOE-Unidos Podemos, y que la presidencia la asumiría la fuerza más votada, y la vicepresidencia la segunda. ¿Con quién pactará el PSOE? Nadie lo sabe. Sánchez no lo aclaró en el debate, a pesar de que se le insistió, porque hubiera sido un “suicidio” hacer ese pronunciamiento, explican fuentes de su campaña. Solo le hubiera servido para perder votos por la izquierda y por el centro. Su decisión vendrá dada por el resultado electoral y confían en que sean otros los que tengan que elegir. ¿Dejará que gobierne Rajoy con su voto de abstención? ¿Pactará con Unidos-Podemos? ¿O irá a la oposición, y no pactará ni con el PP ni con Unidos Podemos, si no es la fuerza más votada, tal como acaba de decir Rodríguez Ibarra? Tal indecisión resulta muy grave. Pienso que la ciudadanía española tiene derecho a saber cuál será su decisión postelectoral. ¡Qué menos! No es un tema baladí.

Parece ser que los dirigentes socialistas nunca se sentarán en la mesa del Consejo de Ministros con esos tipos de Unidos Podemos, encabezados por Pablo Iglesias, el que habló de la “cal viva”. Tal opinión se repite en los ámbitos de los grandes poderes económicos y mediáticos. El argumento que lo justifica es que el PSOE se partiría por la mitad. Nada más hay que pensar en la idea de animadversión hacia Podemos sembrada por los dirigentes del PSOE, encabezada por la lideresa Susana Díaz, y los González, Guerra, Bono, que ha ido calando en parte de sus militantes y sus potenciales votantes. Para Pérez Tapias, el que fue candidato a la secretaría del PSOE “Es algo tan viejo como inútil el recurrir a la acusación de comunismo para desacreditar a un adversario político. De ello ya levantaron acta Marx y Engels en el Manifiesto comunista, advirtiendo de que, “un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”. En una campaña electoral lo que se debe divulgar y contrastar son los programas electorales con las posibles soluciones a los problemas de España: paro, corrupción, deuda y déficit públicos, recortes sociales, regeneración democrática, desigualdad, cuestión territorial… Sin embargo, es más importante lo que ocurre en Venezuela. Mucho que les importa a algunos líderes políticos la democracia en tal país.

Y si el PSOE deja a gobernar a Rajoy también se romperá por la mitad. Un viejo militante del PSOE me señalaba hoy mismo que si su voto a Pedro Sánchez, servía para que Montoro o Báñez o Fernández Díaz siguieran como ministros, o sus políticas, se daba de baja del partido. De todas las maneras en política nada es imprevisible. Para justificar la abstención del PSOE y posibilitar el gobierno de Rajoy u otro dirigente del PP se podrían poner sobre la mesa muchos y poderosos argumentos: no se pueden repetir unas nuevas elecciones, el ejemplo alemán de coalición del CDU-SPD, o incluso que los populares hicieran algunas concesiones para salvar la cara al PSOE, como el retocar su reforma laboral, la LOMCE o la ley mordaza. Todo ello se podría vender desde los grandes poderes económicos y mediáticos. Aunque si ahora el PSOE actuara así, también le podría acarrear otros graves perjuicios, como ¿por qué no lo hizo ya tras las elecciones del 20-D? y así nos hubiéramos evitado unas nuevas elecciones con el subsiguiente gasto y la inestabilidad política de un gobierno en funciones.

Como conclusión, el PSOE está en una muy complicada encrucijada. Haga lo que haga, los perjuicios son imprevisibles. Obviamente, los grandes culpables son sus dirigentes, con sus correspondientes y bien pagados asesores, que no supieron, no quisieron o no pudieron captar toda la problemática que estaba esparcida por las calles y las plazas españolas y se mostraron incapaces de escucharla, recogerla y encauzarla en un programa articulado e ilusionante. Otras fuerzas políticas si han dado muestras de sensibilidad para encauzarla políticamente. De ahí su éxito electoral y con unas expectativas tan espectaculares, que está provocando un autentico pavor a los partidos políticos sistémicos. Cualquiera lo puede entender. Sin embargo, muchos dirigentes del PSOE, auténticos autistas, parece que no lo han entendido todavía. Lo grave es que pueden llevar a la ruina a un partido centenario, que ha hecho y ha contribuido en tan alto grado al progreso de este país.

La gran encrucijada del PSOE
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