jueves. 25.04.2024

Agosto tiene la ventaja de que se pueden publicar como serias noticias que parecen puro chiste. Por ejemplo, este miércoles informaba el diario ABC (que yo lo compraría aunque sólo fuera o fuese para leer únicamente las crónicas chispeantes de Rosa Belmonte) un notición a cuatro columnas bajo este llamativo titular: “La gallina de Tías ya no es la campeona mundial”, y un subtítulo aclaratorio: “En Campo Florido (Cuba) una ponedora amenaza el récord Guinnes de la lanzaroteña, con un huevo de 180 gramos”. Tremendo notición, vive Dios, aunque no haya aparecido en la portada del The New York Times ni en la del Washington Post (prueba empírica de que los gringos están envidiosos de los huevos isleños). Y uno con estos pelos...

Confieso humildemente que, pese a ser paisano conejero de la clueca, desconocía el rércord/marca/registro de la ponedora en cuestión. Bernardo Sagastume me saca de dudas al respecto con su crónica en el periódico madrileño: “En el pueblo de Conil (Tías), en noviembre de 2007, Juana Rodríguez había conseguido batir la marca mundial, con la certificación oficial del Guinnes incluida, cuando su ‘Campeona', que así fue rebautizada, con sólo seis meses de edad parió [sic en el original] un huevo de 170 gramos, un peso que la oficina de Correos del municipio lanzaroteño certificó entre la admiración por tamaña proeza”.

Lástima que la alegría siempre dure tan poco en la casa del pobre, como es triste fama. Ahora resulta que -retomo la crónica sobre la clueca conejera- “el esfuerzo de la gallina del municipio lanzaroteño de Tías por poner el huevo más importante de su vida, el que le valió el rércord Guinness en noviembre del año pasado, podría estar bajo seria amenaza de no haber servido más que para un logro transitorio, ya que la semana pasada se anunció en Cuba que otro animal había superado su marca. En el pueblo de Campo Florido, a 25 kilómetros de La Habana, una gallina puso un huevo de 180 gramos, plusmarca que, según la prensa oficial cubana [castrista y castradora, como nadie ignora a estas alturas de la dictadura], fue atestiguada con la ayuda de la balanza de precisión de un joyero. Lo curioso del caso es que tres semanas antes se había conocido el caso de otra gallina, también cubana, que superaba en un gramo el récord del animal lanzaroteño”. Será por huevos...

Antes, en la prensa de estas fechas caniculares, triunfaba la afamada serpiente de verano. Ahora tenemos la gallina de verano, que encima es paisana... aunque ha sido derrotada por otra congénere igualmente isleña e hispanohablante o hispanokikiriqueña. Lamento no tener el gusto de conocerla en persona (es una forma de hablar), porque tengo para mí que esa gallina, aparte de que pueda valer su peso en oro, tiene una entrevista... o varias. A poco que diga o hable, nunca será menos interesante su alocución que lo que largan a diario los lenguatrapos más habituales en los medios de comunicación en pleno agosto: políticos, preferentemente concejales de festejos y voladores, decoradores, diseñadores, modistos, modelos, profesionales del ruido disfrazado de música, candidatas a reinas de la belleza, miembros y miembras de jurados comprados de antemano, y un largo e insípido etcétera de expertos en el más insustancial kikiriquí. Que el Infierno los confunda a todos ellos antes de que terminen ellos confundiéndonos y mareándonos a todos nosotros. Amén. ([email protected]).

La gallina de Tías, derrotada
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