martes. 23.04.2024

1.- La cosa está en saber hasta dónde van a llegar los loquitos que dirigen Cataluña y hasta dónde va a responder, con la legalidad en la mano, el Gobierno de España. Ya se habla de que el Gobierno de la nación asuma las competencias de las consejerías de Educación y de Interior de la Generalidad de Cataluña; en la primera para evitar la apertura de los colegios electorales ilegales el día del referéndum y en la segunda para tomar el mando de los Mossos, la policía catalana. Los independentistas están forzando demasiado la situación, mientras docenas de grandes y medianas empresas abandonan Cataluña. Huyen. La Generalidad ha tenido la desfachatez de robar datos fiscales de los contribuyentes catalanes, a la espera de una futura recaudación propia; multa a los comercios que se anuncian en español; desobedecen los mandatos de los tribunales; y está forzando la situación, no se sabe bien por qué porque la suya es una batalla totalmente perdida: no existe la más mínima posibilidad de que obtengan la independencia. La cosa no es nueva, ya montaron una similar en las vísperas de la guerra civil. Mientras que un hombre sensato como Tarradellas interpretó perfectamente la nueva etapa democrática española, otros como Pujol y Cía desvalijan a los empresarios con su porcentaje y algunos loquitos como Mas, Junqueras, Romeva y compañía acometen una misión imposible, de la que van a salir trasquilados o conducidos a prisión, por sediciosos. Esta es la cruda realidad. No crean que Rajoy no tiene un plan. Un plan que sólo se puede truncar (porque tendría que convocar elecciones y se convertiría en presidente en funciones, con escaso poder ejecutivo) si al mando del PSOE estuviera un hombre como Pedro Sánchez, el destructor del partido, que quiere volver. Es poco probable que gane, pero quién sabe. De la forma que está el PSOE, una ruina, cualquier cosa puede pasar. Cuando Rajoy solucione lo de Cataluña, si es preciso con medidas ciertamente contundentes, este país tiene que volver a la normalidad que gente como Pedro Sánchez, el Coletas y demás socios se han cargado. Veremos.

2.- En Podemos hay tal lío que la rica heredera del inventor del laxante del mismo apellido, Carolina Bescansa, laxante que hizo cagarse a media España en tiempos pasados, ha dimitido. Ni se integra en la lista de Pablo Iglesias, ni en la de Íñigo Errejón. Estos dos ni tienen presencia física ni fundamento para dirigir un país. Fíjense como Alexis Tsipras ha recogido velas y hasta ha engordado desde que dirige Grecia. Porque una cosa es predicar y la otra dar trigo. A Tsipras —¿o es Tsypras?— lo domó la Troika y a estos dos, a Iglesias y a Errejón, los van a domar sus desintegradas mareas y sus desarmadas y desanimadas huestes, en las vísperas de su Vista Alegre II (ver significativa tira cómica, en esta misma edición). Están todos peleados. Y, además, a grito pelado, como el otro día esos dos en el Congreso.

3.- Mientras, en Canarias no pasa casi nada. No hay un lugar en donde esté Santiago Pérez en el que no se arme un lío. Ahora sus aliados de La Laguna, los de Por Tenerife, o algo así, se le van a la sección de rebajas del Ayuntamiento. Y ya no podría haber moción de censura, aunque Pérez dice que sí, que la huida de los tres mosqueteros no tiene consecuencias políticas ni jurídicas. La cosa acabará en los juzgados, que es lo que realmente le gusta a Pérez. Si fuera por él dormiría allí.

La cosa está en saber hasta dónde van a llegar
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