jueves. 28.03.2024

Por Andrés Chaves

1.- Los gamberros destrozaron en la madrugada del viernes al sábado cinco papeleras del paseo de La Sortija, en el portuense paraje del Taoro. Mientras en el cercano auditorio se celebraba un foro sobre turismo, los delincuentes atentaban contra el patrimonio público, solamente por el placer de la destrucción. Estos inmorales no leen los periódicos, no están al tanto de crisis alguna, ni de la situación de la ciudad, y como tampoco se sienten acosados por la Policía y por los jueces, que sencillamente pasan de ellos, realizan su destrucción sistemática con una precisión digna de causas mejores. Los incívicos disfrutaron de lo lindo destruyendo el mobiliario de un paraje que ha costado millones de euros embellecer. Uno de los más hermosos parques de la isla es ahora objeto de las iras de quienes no tienen noción del bienestar, ni del respeto, ni de la cordura, ni de la convivencia. Sinvergüenzas irrecuperables que, si fuera por ellos, viviríamos todos en un chiquero pintado con grafittis. Golfos irredentos cuya única misión en la vida es destruir la belleza.

2.- Mientras a estos animales irracionales no se les ponga bajo la custodia de una brigada de asistentes sociales y no se les obligue a restaurar lo que destruyen, a su costa, este país no saldrá adelante. Por falta de clase. Por falta de clase y por falta a clase. Sus padres no son mucho mejores. Pertenecen a la generación permisiva, a la generación de la marihuana y la guitarra, a la generación del ocio desproporcionado, de la dormidera y del concierto de los desperdicios en el suelo. ¿Qué se iba a esperar de sus hijos? Qué bonita es la libertad cuando se respeta la propiedad de todos y qué hermosos son los conciertos cuando las cáscaras de las naranjas se depositan en las papeleras, que no deben ser arrancadas, sino vaciadas por las empresas de limpieza.

3.- El Camino de La Sortija, que el Cabildo ha entregado al consistorio portuense recientemente, será un erial dentro de poco. Su parque infantil será destruido; su lago, entullado; sus hermosos jardines brotados del malpaís, marchitos. De momento no tiene papeleras porque han sido arrancadas de cuajo por unos gamberros que vienen de Dios sabe dónde -probablemente no son del Puerto, sino de pueblos limítrofes- a destruirlo todo, a machacarlo todo. Se hablaba de calidad turística en un auditorio cercano, pero no se puede conseguir el ansiado vuelco del Puerto si no es con educación, con respeto, haciendo cumplir las leyes y deteniendo a estos anormales a cuyo paso no crece más la hierba.

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La Sortija
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