jueves. 28.03.2024

Mi amigo Pedro César (me ha pedido expresamente que no le cite) está encochinado con esto de la Operación “Jable”, o la Operación Unión 3. No es que no esté de acuerdo con que se luche contra la corrupción, no. Lo que le pasa es que no soporta que en la prensa de otras islas se aproveche la ocasión para volver a repetir y a publicitar que Lanzarote es la isla más corrupta del planeta y en la que habitan más corruptos por metro cuadrado. Tiene toda la razón del mundo. En Lanzarote hay la misma proporción de corruptos que hay en el resto del país, ni más ni menos. Lo que ocurre, entre otras cosas, es que cada turista que llega a Lanzarote deja de ir a Gran Canaria, a Tenerife o a Fuerteventura. Queramos reconocerlo o no, Lanzarote es una competencia feroz para el resto de islas, y hay sombras oscuras que se encargan de intentar destruir nuestra imagen en el exterior, con el único objetivo de menoscabar nuestro singular potencial. Por eso se le da tanta publicidad a cosas que en otros lugares pasan casi desapercibidas.

Esta teoría, compartida por mucha gente, se ajusta perfectamente al perfil de estadistas como Carlos Espino, que han desarrollado una política mucho más cercana a la destrucción de la imagen de Lanzarote que a la potenciación de sus increíbles virtudes. Se me ocurren unos cuantos ejemplos de lo que ha hecho, pero no tengo espacio. El secretario general de los socialistas lanzaroteños, con la prudencia que le caracteriza, ha sido de los pocos que ha aprovechado la ocasión para hacer política, su política. Allá cada cual, porque lo que está claro es que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio.

Teorías conspiratorias al margen, lo que toca ahora es analizar las consecuencias del nuevo terremoto sufrido en un lugar que no gana para disgustos. El lunes de la semana pasada algunos nos levantamos con la sorpresa de que el Juzgado de Instrucción Número 5 de Arrecife había puesto en marcha, coordinándose nuevamente con la Guardia Civil, lo que se ha venido en llamar la “Operación Jable”, que es la segunda o tercera fase de la Operación Unión. He leído mucho en estos días, y sigo sin saber por qué se le llama Operación Jable y no otra cosa como Operación Cohecho u Operación Cachorro. Ahora tocaría escribir sobre lo importante que es luchar contra la corrupción, repasar lo de las presunciones de inocencia y las presunciones de culpabilidad y otras cosas por el estilo, pero no lo voy a hacer. Las perogrulladas las dejo para otra ocasión. Me gustaría centrarme en los aspectos más llamativos del sucedido: lo primero, la valentía demostrada por el señor César Romero Pamparacuatro, que tuvo el coraje que hay que tener para involucrar en la primera fase a Carlos Morales, emparentado nada menos que con la Casa Real Española, y que no ha tenido miramientos en esta ocasión para interrogar a toda una viceconsejera de Justicia del Gobierno de Canarias, Carolina Déniz, que se da la circunstancia además de que es la magistrada a la que sustituyó en el cargo cuando ésta decidió meterse en política. Eso por un lado, el hecho de que este juez esté demostrando que por ahí van a pasar todos, los chicos y los grandes, los pobres y los poderosos, siempre, quiero creer que es así, que existan pruebas que obliguen a hacer las correspondientes pesquisas y las posteriores detenciones.

Por otro lado, me ha sorprendido la rapidez con la que algunos han tratado de echarle el muerto de la prueba a Dimas Martín, quien sabemos que declaró el viernes de la semana anterior. El sentido común nos indica que es imposible que durante el fin de semana el señor Romero Pamparacuatro montara un dispositivo como el que hemos visto simplemente con la declaración del ex líder del PIL. Es más lógico pensar que las pruebas se hallaron en las declaraciones de los detenidos hace ahora casi un año.

También me sigue llamando poderosamente la atención el tema de las filtraciones. Uno de los privilegios que tenemos los periodistas es el de no tener que revelar por obligación nuestras fuentes, a no ser que las informaciones que publicamos o contamos sean falsas. En la primera fase cantó mucho que dos televisiones nacionales muy alineadas editorialmente con el PSOE como Cuatro y La Sexta estuvieran plantadas delante del Ayuntamiento de Arrecife para no perderse detalle de la intervención que se iba a producir, cuando todos sabemos que estas dos teles no tienen siquiera delegación en Canarias. Alguien las avisó, y alguien determinó que era importante que estuvieran ahí. Aunque me lo puedo imaginar, prefiero no decir quién o quiénes creo que están filtrando las informaciones. En la Operación Jable ha ocurrido algo similar, aunque se han centrado más en lo local, con la intención eso sí de que no se perdiera una sola fotografía y que alguno pudiera dar en primicia a primera hora de la mañana del lunes que se iban a producir nada menos que diez detenciones (al cierre de mi artículo sólo se habían producido ocho). Estoy convencido de que el juez no es el que filtra, sobre todo porque cada vez que tiene que comunicar algo lo hace a través de una nota oficial del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC). Son otros los que lo tienen que estar haciendo, y ellos sabrán por qué. Deberán pensar si es honesto, si es legal hacerlo.

La incertidumbre se ha apoderado de Lanzarote. De eso no hay duda. La gente que sigue los movimientos en torno a la Operación Jable, que es una mayoría, quiere saber qué va a suceder, cuál será el siguiente golpe, cuándo terminará todo esto. Como te puedes imaginar se hacen ya quinielas de todo tipo, y son muchos los nombres que aparecen, aunque algunos con más intensidad que otros. Lo que me parece que no sabe ni el juez es la longitud del hilo de la madeja de la que está tirando. ¿Saldrá trasquilado el que fue a buscar lana? De momento creo que no.

P.D: Me gustaría que las familias de los implicados no tuvieran que soportar todo lo que están soportando en estos días. Lanzarote es un territorio muy pequeño en el que nos conocemos casi todos, y algunos se han vuelto a exceder. A lo mejor lo terminan pagando

(Publicado la semana pasada en la revista Lancelot)

La Operación "Jable"
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