viernes. 19.04.2024

Agencias

La cúpula de la Guardia Civil de Asturias compareció este martes ante el tribunal del 11-M para informar sobre la trama de tráfico explosivos que montaron en Asturias los ex mineros Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras y las investigaciones que llevaron a cabo. Los agentes que han declarado hasta ahora coinciden en que, a través de informaciones de confidentes, supieron en 2003 que los ex mineros vendían explosivos y estaban relacionados con el tráfico de drogas, pero, vistos los indicios, la superioridad no consideró la posibilidad de detenerlos.

Varios agentes de las comandancias de la Guardia Civil de Oviedo y Gijón han detallado las investigaciones que llevaron a cabo una vez que tuvieron noticia de que Trashorras y Toro estaban vendiendo explosivos. Fue el confidente Francisco Javier Fernandez Díaz Nayo, junto con otro confidente, Lavandera, el que informó al capitán Pedro Marful, de la comandancia de Oviedo, de la trama en febrero de 2003. Marful ha confirmado que se reunió en dos ocasiones con Nayo y que éste le habló de que Toro y Trashorras andaban vendiendo explosivos en Avilés.

La información que manejaba Marful quedó ratificada por otro confidente, esta vez de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Policía. Este tercer confidente es Rafá Zouhier, acusado en el juicio, y Marful llegó a reunirse con su controlador, el agente Víctor de la UCO. Su información coincidía con la que ofrecían Nayo y Lavandera.

Marful, responsable de esta investigación, informó a sus "mandos naturales". Incluso se intentó formar un grupo mixto de agentes de las comandancias de Gijón y Oviedo para investigar estos asuntos, pero que no se llegó a concretar, aunque se le "escapan los motivos" por los que no se hizo. Simplemente, se instó a que prosiguieran las investigaciones, orientándolas hacia la relación de la trama con el tráfico de drogas, según ha relatado otro de los mandos de la Guardia Civil citado este martes.

Finalmente, Marful informó a los fiscales de Asturias de sus investigaciones, pero estos consideraron que los indicios que tenía no eran suficientes para ordenar, por ejemplo, que se pinchasen los teléfonos de Toro y Trashorras, como era su "deseo". Según su relato, los fiscales sólo "le animaron" a seguir sus investigaciones por si podía sacar algo más. Pero el hecho de que sus confidentes quisieran seguir en el anonimato le dificultaba la tarea.

Por su parte el sargento de la Comandancia de la Guardia Civil de Oviedo Francisco Javier Hidalgo, ha confirmado las declaraciones anteriores sobre el equipo mixto Oviedo-Gijón. También ha relatado que, a raíz de las investigaciones llevadas por Marful, se les ordenó que continuaran con la investigación dando prioridad a la relación de la trama de explosivos con el tráfico de drogas.

Robo de explosivos

También ha declarado el coronel de la Unidad de Intervención de Armas y Explosivos de la Guardia Civil en el momento de los atentados, José Luis Bayona, que ha informado de que el Cuerpo ya "sospechaba" en septiembre de 2002 que se producían "robos o desapariciones" del sobrante de los explosivos en las minas. En concreto, se ha referido a una circular de esa fecha sobre la vigilancia de explosivos en las minas en la que se ponía de manifiesto este fenómeno. Dada la escasez de personal en la Guardia Civil para controlar el consumo de explosivos en las minas, se aludía a la posibilidad de que esta vigilancia fuera llevada a cabo por vigilantes privados especialistas.

La Guardia Civil de Oviedo supo en 2003 que Toro y Trashorras vendían explosivos
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