jueves. 18.04.2024

Todavía persiste en no pocos españoles, no sé cuántos, la idea de Franco, como ejemplo de patriotismo. Así lo expresó Juan Carlos I en su discurso de proclamación como Rey de 22 de noviembre de 1975: "Una figura excepcional entra en la Historia, con respeto y gratitud quiero recordar su figura. Es de pueblos grandes y nobles saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda su vida a su servicio".

En una enjundiosa entrevista el historiador Ángel Viñas, autor de un libro reciente La otra cara del caudillo, nos proporciona datos demoledores sobre su presunto patriotismo. Viñas nos dice que su sombra es alargada, por lo que todavía pulula un espécimen de historiadores con la pretensión de rehabilitarle dándole una visión beatífica. Su figura no se ha estudiado a fondo, ya que era ágrafo, y por ello falta documentación escrita. Entró en guerra sin un duro, su sueldo quedó congelado nada más iniciado su "alzamiento militar", pero al acabar la guerra tenía una fortuna de 32 millones de pesetas, el equivalente a 388 millones de euros de hoy. En cuanto a su procedencia es variada: un regalo de 600 toneladas de café del dictador brasileño Getúlio Vargas para el pueblo español, vendido por un total de 7,5 millones de pesetas, acabó en su cuenta corriente; igualmente se apropió de las donaciones realizadas a su bando, como una de 100.000 pesetas que pasó a su cuenta el 23 de octubre de 1936; traspasos mensuales de 10.000 pesetas desde Telefónica a su cuenta. Todo esto lo consideró, según Viñas, botín de guerra para cubrirse las espaldas ante un futuro incierto. Al acabar la guerra y sentirse seguro, empezó a invertir, pero siempre con figuras interpuestas, en todo un ejemplo de opacidad.

Franco estuvo siempre obnubilado por la figura de Hitler, del que tomó prestada la idea del líder supremo, lo que significa ser fuente del Derecho, ya que él era la ley. Su ansia por acercarse al Tercer Reich le animó a firmar el Tratado de Amistad y Cooperación Hispanoalemana, para que Hitler le ayudara a reconquistar Marruecos, Orán y Gibraltar. Llegó a estar convencido de ser el único capaz de interpretar los intereses de España. Extraordinariamente sagaz para manipular a su gente y ser siempre el centro. Supo adaptarse a las circunstancias cambiantes: nazi cuando le interesó, se acercó luego a los americanos presentándose como anticomunista. Termina Viñas advirtiéndonos de que España todavía no ha puesto a Franco en su sitio, ni ha ajustado las cuentas con su dictadura extraordinariamente sangrienta, debido a que la sociedad española se resiste.

Siempre me han preocupado los gravísimos daños causados a la sociedad española por este maldito personaje, y que nos ha marcado a muchos. Lo que no sé si nos hemos librado completamente de ellos. Son tantos y tan graves, cuya descripción es inabordable en estas líneas. La represión ejercida sobre muchos españoles con muerte y prisión, de la que podemos hacernos una idea aproximada por las Memorias del capuchino Gumersindo de Estella Fusilados en Zaragoza, 1936-1939, Tres años de asistencia espiritual a los reos, generadas por su asistencia espiritual a numerosos condenados a muerte en la cárcel de Torrero de Zaragoza entre 1937-1942. Su crueldad era infinita, por lo que no puso reparos cuando los nazis le propusieron despojar de la condición de prisioneros de guerra a los miles de republicanos españoles que se hallaban en su poder, accediendo así a que fueran enviados de los stalags a los campos de concentración. Niños arrancados de sus madres rojas encarceladas, a los que se les cambiaba el nombre para dárselos a familias afectas al régimen. Alguien dijo que la muerte de cualquier hombre disminuye al resto de la humanidad. También existen excepciones.

Y qué decir del daño causado a la cultura, ya que la mejor de ella tuvo que exiliarse a otros países, donde fueron extraordinariamente acogidos, como en México, por ello el poeta exiliado León Felipe dedicó a su presidente Lázaro Cárdenas su obra Español del éxodo y del llanto, de la que extraigo fragmentos de este poema:

"La España de las harcas no tuvo nunca poetas. De Franco han sido y siguen siendo los arzobispos, pero no los poetas. En este reparto injusto, desigual y forzoso del lado de las harcas cayeron los arzobispos, del lado del éxodo los poetas. Sin el poeta no podrá existir España. Que lo oigan las harcas victoriosas, que lo oiga Franco: Tuya es la hacienda, la casa, el caballo, y la pistola. Mía es la voz antigua de la tierra. Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo-más yo te dejo mudo- ¡Mudo! ¿Y cómo vas a recoger el trigo y a alimentar el fuego si yo me llevo la canción?" Y los poetas no son de Franco y sí los arzobispos, lo dice muy claro León Felipe: "El poeta es el que habla primero y dice: esto está torcido. Y lo denuncia. O esto es un misterio, y pregunta: ¿por qué? Pero cualquiera puede denunciar y preguntar. Sí. Pero la denuncia y la pregunta hay que hacerla con un extraño tono de voz, y con un temblor en la garganta, que salgan de la vida para buscar la vida. Y esto es lo que diferencia al poeta del arzobispo."

“Cuando no hay poetas en un pueblo, el juez y los magistrados se reúnen en las tabernas, y firman sus sentencias en lo s lechos de las prostitutas.

Cuando no hay poetas en un pueblo (es decir, Ley viva), los obispos (es decir, la Ley muerta) celebran los concilios en los sótanos de sus palacios para bendecir la trilita de los aviones.

El obispo o el arzobispo, en este poema, es el jerarca simbólico de todas las podridas dignidades eclesiásticas de España: el que hace las encíclicas, las pastorales, los sermones, las pláticas, lleva al templo la política y los negocios de la plaza y afianza bien las ametralladoras en los huecos de los campamentos para dispararlas contra el hombre religioso, contra el poeta que dice:

¿Dónde está Dios? Rescatémosle de las tinieblas.

La España de las harcas no tuvo nunca poetas
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