sábado. 20.04.2024

Los que siguen el desenfrenado mundo de la política insular ya se habrán enterado a estas horas del revuelo que ha organizado la presidenta del Cabildo insular, Inés Rojas, a cuenta de su petición de que se debata en el debate -redundeando que es gerundio- de la reforma del Estatuto de Autonomía sobre la posibilidad de denominar a Canarias “nación” en lugar de “nacionalidad”. La petición presidencial se produjo a última hora en el último pleno que se celebró en el Cabildo, y ha sido utilizada en varios medios de comunicación para mostrar una imagen de Lanzarote y de su nacionalismo que creemos que no se corresponde con la realidad. Lo primero que hay que decir es que Doña Inés ha estado muy mal asesorada en este tema. Si se quería plantear una cuestión tan importante, si se quería seguir los pasos de Carod-Rovira y compañía, se tendría que haber hecho de otro modo, con mayor fundamento y no como si fuera la primera bobería que se le pasa a uno por la cabeza. La presidenta del Cabildo, que está dando muestras en los meses que lleva al frente de la institución de la capacidad de trabajo que en este medio de comunicación ya conocíamos, ha patinado. Y lo ha hecho porque el nacionalismo canario moderado dista mucho del radicalismo de los independentistas. A efectos prácticos no queda nada bien plantear esta cuestión, sobre todo cuando la mayoría de los canarios tienen otras muchas otras cosas en las que pensar que en si prefieren pertenecer a una nacionalidad o a una nación. Dicho esto, también debemos censurar y censuramos los linchamientos, sobre todo cuando lo que buscan es desviar la atención de otros muchos asuntos importantes de los que poco a poco nos iremos ocupando.

LA NACIÓN DE DOÑA INÉS
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