viernes. 29.03.2024

Últimamente no hemos tenido más remedio que contar la historia de varios godos de calado que se han mezclado entre nosotros y que lo único que intentan es sacar tajada de las muchas bondades de esta sociedad lo antes posible. No nos hemos cansado de repetir una y otra vez, y lo volvemos a hacer ahora sin ningún tipo de problema, la diferencia entre el godo y el peninsular: el peninsular es la persona que ha nacido en la Península y que ha venido a Lanzarote para trabajar, integrándose plenamente en la sociedad, asumiendo sus problemas y obligaciones y respetando la idiosincrasia del que considera su pueblo de adopción; el godo es otra persona que también ha nacido en la Península pero que viene por aquí con aires colonialistas, sin ninguna intención de integrarse en la sociedad que le da de comer y con el único deseo de extraerle todo el jugo posible en el menor tiempo sin entregar nada a cambio. Bien, el último fichaje que hay que sumar a la lista de “ilustres” godos que han llegado a Lanzarote responde al nombre de Chindasvinto, ese que sustituyó a Tulga, porque, según cuentan, era ya algo viejito y necesitaba relevo. Bueno, el caso es que Chindasvinto, como le pasa a muchos godos que se pasan de listo y superan la raya de lo permitido, tendrá que visitar próximamente los tribunales de justicia, probablemente acompañado del Moñiguito, otro que viste y calza. Muy pronto les explicaremos para qué y por qué. Que van, eso es seguro.

LA HISTORIA DE CHINDASVINTO
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