viernes. 19.04.2024

Por SARU

El acoso, asedio, ataque y persecución indiscriminada a la que el empresario lanzaroteño Juan Francisco Rosa está sometido resulta a todas luces una gran injusticia. Desde sus inicios como hombre de negocios sus objetivos han sido criticados con desmesura y observados con una lupa cruel y dañina.

Hace años ha estado expuesto a comentarios faltos de veracidad que no sólo afectan a su imagen pública sino a su talante de empresario volcado con una isla aunque el reproche y las ignominias, descréditos y desméritos hayan sido la respuesta habitual.

No sólo diremos en su favor que ha invertido en esta isla su capital sino aliento y que ha reinvertido los beneficios para lograr el progreso de Lanzarote y el de sus gentes. Un hombre de negocios que, en vez de buscar otras tierras en donde su labor no sea examinada con ira, sigue apostando por una isla que sueña grande, próspera. En incontables ocasiones este empresario ha hecho patente su queja "por la injustificada imagen negativa de su trabajo como empresario ".

Está de más mencionar la ingente cantidad de puestos de trabajo creados tanto en complejos alojativos como empresas de índole diversa. Puestos de trabajo de miles de personas que son el sustento de muchísimas familias en esta isla. Compañías que son motor de otras muchas. Pero esto no importa para todos aquellos individuos que han hecho de su vida un continuo e incansable acoso a Juan Francisco Rosa.

Da igual que siempre haya estado sensibilizado con obras sociales. Que sus cuantiosas aportaciones, siempre anónimas, hayan sido la panacea para muchas de estas asociaciones carentes de fondos y apoyos institucionales. Que sea un hombre comprometido con los más desfavorecidos a los que siempre está dispuesto a ayudar. Es indistinto que busque crear infraestructuras que atraigan a un turismo de calidad, que no fija su mirada en Lanzarote, para seguir siendo un referente internacional para que el nombre de Lanzarote siga sonando en el mundo con la fuerza y la singularidad de antaño, pero adaptándose a las demandas actuales. ¿Que más da que la isla de Lanzarote sea conocida en el sector turístico internacional gracias a los premios otorgados a los establecimientos turísticos que gestiona?. ¿Por qué tener en cuenta que su nombre ha sido mancillado con acusaciones improcedentes y demandas que han quedado en agua de borrajas?. Resulta incomprensible esa nebulosa turbia en que se quiere convertir su vida, sus actividades, sus compromisos.

La satanización que algunos pretenden hacer de la figura de este hombre luchador y emprendedor en absoluto está justificada.

Nadie es profeta en su tierra. Ser un visionario en este pequeño recodo del

atlántico no sólo es complicado sino arriesgado. Juan Francisco Rosa lo ha

vivido en sus carnes y lo sigue sufriendo hoy en día. Hasta cuándo el asedio.

Hasta dónde la deshonra. Personalmente agradezco que hombres como él sigan en nuestra isla.

Juan Francisco Rosa Marrero, un empresario cercado por la inquina
Comentarios