jueves. 25.04.2024

Por Serapio Manuel Rojas de León

... ¿Y quién de todos ha de ser,

el que se atreva a poner

ese cascabel al gato?

(Lope de Vega).

Así termina la fábula poética de unos ratones, que queriendo colocarle unas campanillas al gato, pensaban ellos que tenían más posibilidades para escaparse.

Han comenzado a desarrollarse unas jornadas que versarán en torno a la Reforma del Código Penal que entró en vigor el pasado 23 de Diciembre, organizadas por el Colegio de Abogados en la isla.

Esta reforma ha permitido que determinados delincuentes que cumplían condena en la cárcel, hayan podido salir en libertad por la clara rebaja de la pena en prisión. Es posible que alguien pueda ver en esta reforma que el voto de los presos y sus familias también es importante y por eso el beneficio del adelanto libertario.

El programa de las Jornadas es interesante para quienes se muevan en esos aspectos, no sólo por sobre lo importante de las ponencias, si no por quienes y por lo que son desde el aspecto profesional, sus ponentes. Un profesor de avanzada edad en el instituto nos decía que lo importante no era tanto lo que conseguimos ser, si no lo que hacemos, y por supuesto, cómo lo desarrollamos. Alcanzar determinadas responsabilidades y ostentar los correspondientes títulos, no te dicen cómo soy, si no lo que hago profesionalmente.

La educación de la persona es distinta de su formación, aunque debiera correr paralela a su adquisición de los conocimientos, pues es claro que los conocimientos por sí solos no dan la educación ni forjan la ideal forma de ser. Cada cual luego es como es, independientemente de lo que ha conseguido profesionalmente. “Su madre es una santa, pero son hijas e hijos de puta”. Al final es así como se resumen las formas de ser de las personas, aunque seas el mejor consejero de los reyes o el rey mismo.

Esa diferencia entre como se Es y lo que se Hace, es abismal. Por eso fingir cualidades o sentimientos que no se ostentan, queriendo demostrarlos insistentemente, es hipocresía. El título o la oposición aprobada no forjan la honestidad ni las buenas maneras. Por eso muchos oficios se terminan observando como lo que son quienes los ejercen. Afortunadamente la mayoría de las personas son decentes en su forma de ser y hacer. Por eso este mundo ha sido posible hasta aquí, y con estas buenas gentes tendrá que intentar su continuidad.

En Lanzarote, de hace poco tiempo para acá, se observó al edificio justiciero de la Avenida Alcalde José María Espino con cierta admiración y esperanza. La esperanza continúa, pues nunca se pierde. La admiración, en cambio, se ha disuelto y por tanto está desaparecida. (Ya lo sé. Ese nombre sólo se le pondrá a la Vía Medular cuando el hombre haya fallecido, por eso me adelanto y le haré ese homenaje por adelantado siempre que pueda)

La expresión de repugnancia, esgrimida por personas vinculadas al mundo de la judicatura hacia las autoridades corruptas, es contundente. Tienen como responsabilidad, al parecer, lidiar con la repugnancia.

Las Jornadas, además de otros temas interesantes para las mujeres y los hombres de las leyes, presentan como novedoso las penas por los agasajos realizados a los empleados y gestores de lo público, o cuando menos lo han destacado queriendo darle importancia. Serán por tanto justiciables los funcionarios, los empresarios, las personas a título personal, y los políticos que se atrevan a ofrecer o aceptar cualquier prebenda o regalo.

Los y las jueces, los y las fiscales, los y las agentes judiciales, los secretarios y las secretarias judiciales, ¿qué son?. ¿Son funcionarios públicos todos?. ¿Son autoridades algunas de esas categorías profesionales? Disculpen mi profano conocimiento del asunto.

Quiere decirse, que aunque sea blanco por fuera el edificio judicial de nuestra isla, tiene en su interior unas sombras y oscuridades de distinta intensidad en lo negro. La justicia la imparten personas. Y aquí viene a descubrirse que normalmente se procede más con la forma de ser de cada individuo, que con lo que debieran realmente hacer como profesionales. Las calificaciones, los autos y las providencias son a veces el resultado que producen las amistades, las venganzas, las antipatías, y los desencuentros. Algunas sentencias son auténticas rocambolas e incomprensibles, por cuanto que el sentido y el significado estricto de la Justicia se les olvidó.

Pero en hablando de regalos, qué se tendría que hacer con el juez o la juez que queriendo comprar un coche, lo consigue a través de un amigo abogado, que a su vez conoce a un empresario que adquiere en ese concesionario de vehículos varios autos, y le hacen un descuento bastante considerable.

¿Se consideraría un regalo el hecho de que un juez o una juez nunca pague el alquiler de las canchas deportivas porque se las abona su compañero de deportes, que siendo abogado, le tiene a su vez que resolver sus causas en su juzgado? Y si algunas de esas causas se las resolviera de forma favorable, aún no teniendo razón el letrado deportista y cervecero, qué se tiene que interpretar.

¿Qué pasaría con el juez o la juez, al que un abogado amigo le gestiona a través de una empresa el pintado y unas reformas y mejoras en su casa, y que el empresario para cobrar la factura, no se la pasó al juez, ni el abogado intermediario, si no a una institución pública a través de una factura por servicios que nunca realizó?

¿Qué pasaría con esos abogados y abogadas que prestan tan loables servicios a los y a las jueces y que han conseguido a su vez sus sentencias, instrucciones y autos de manera sorprendentemente favorables?

Si un interno indiscreto en la cárcel abre una puerta y descubre a determinadas personas en posición poco o nada administrativa, y le hacen luego la vida imposible con sus calificaciones y personándose como acusador en todas sus causas, así como a distintos miembros de su familia, haciéndoles la vida muy poco agradable con ensañamientos desmedidos, qué se tendría que interpretar. Y eso que no le pilló con los calzoncillos bajados.

¿Qué podría pensarse de que un amigo llame al o a la fiscal, que a su vez contactará con el o la juez también adecuados, y decidan amedrentar a una persona que pudiera estar interesada en determinados asuntos y resuelven, acusan e instruyen en apenas un par de horas y luego la dilación de tantas y tantas causas parecen que nunca tendrán fin?

¿Qué podría pensarse si luego el tal fiscal después de ejercer su papel de favores a los amigos letrados, desaparece de la causa y deja a otro compañero o compañera perfectamente aleccionados? ¿Tienen todos los profesionales del derecho línea directa con estos acusadores? Parece que uno de estos letrados asustado y con temblores supuestamente injustificados sí tiene acceso directo. No se asusta nadie que tenga la conciencia tranquila. ¿Y si no tienes conciencia qué te puede amenazar?

¿Qué podría pensarse de estos fiscales, jueces, y abogados amigos, confabulados para resolver determinados asuntos y además concluyen con que determinadas personas se pasen un tiempo a la sombra o que determinados profesionales desparezcan del panorama isleño?. Esta asociación para aprovecharse de los cargos y actuar conscientemente contra las personas, no sería ilícita. ¿el confabuleo de semejantes no es delictivo?

Y después de que han desbaratado la ropa y creado un sin fin de problemas, lo solucionan pidiendo traslados y dejando a los muertos del camino para que otros hagan entierros. ¿Y todo eso es tan fácil?

No se sabe a ciencia cierta cual es el procedimiento para que el decanato del juzgado reparta los diversos asuntos ni cómo se asignan los fiscales para las posibles acusaciones en determinados procedimientos. Pero lo curioso es que parece que demasiadas personas conocen los disparates que se han producen en determinados juzgados. Ese silencio cómplice y ocultista no deja de ser una cobardía, por parte de quienes teniendo opinión contraria a lo que ha venido sucediendo con determinadas actuaciones, no sean capaces de manifestarla.

La corrupción no sólo se encuentra fuera del edificio donde la justicia debe ser palpable. También en sus entrañas los hay corruptos y corruptas. Por eso a lo mejor la repugnancia que se ha escapado apesta tanto al revolverla tan de cerca. Pero también podrían dedicarse a combatirla. Claro que estando afectado, pocas son las esperanzas, y por eso la no admiración al edificio justiciero.

Para presumir algunos y algunas de adalides de la honradez y la honestidad, cuando menos, un poquito de decencia sí deberían tener, pero tampoco saben lo que es eso.

¿Tienen las administraciones de justicia departamentos de asuntos internos para que jueces investiguen a jueces y fiscales investiguen a fiscales? En Lanzarote habría sorpresas con el asunto de varios regalos. Desanudar la ridícula pena de algunos cohechos a lo mejor se decide que es mejor acallarlos por si un día se investigan las acciones, actitudes, comportamientos y resoluciones de los afectados.

La hipocresía nos ocultará las acciones durante un tiempo, pero los vicios terminarán aflorando todos los defectos y nos mostrarán tal y como somos. Por eso se dice que la alegría de los hipócritas sólo dura un momento.

Alguien se andará preguntando si los supuestos anteriores cuentan con protagonistas de nombre y apellidos. Cualquier parecido con la realidad, ¿sería una coincidencia?. Debemos entender que en algunos juzgados la balanza de la justicia está descompensada. Uno de los platillos lo ocuparon grandes gatos. En el otro hay unos pequeños y pobres ratones. Es casi imposible conseguir su equilibrio.

Algunas togas llevan en los puños de sus mangas unos calados o bordados de cierta elegancia y se les llama puñetas. El color suele ser blanco para que destaque sobre el fondo negro del resto del atuendo. Minoría de justicieros hipócritas corruptos en esta isla, irse hacer las puñetas y cambien el negro de su vestimenta por el verde esperanza.

A los profesionales honestos, responsables y profesionales de los juzgados, que son la mayoría, no tiren la toalla. Gracias por continuar con esa labor, a veces desagradecida, y sigan firmes en sus respectivos puestos ya que esa dedicación merece todos nuestros respetos. Pero sepan que sabemos que también ahí dentro deben ir cribando ciertas repugnancias.

Hipócrita Justicia
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