martes. 23.04.2024

Por Andrés Chaves

1.- En Valle Gran Rey, un precioso pueblo de La Gomera, el Ayuntamiento apaga las farolas en las noches de luna llena. Al principio, la medida les pareció extraña a los vecinos, pero luego la población comprendió que los antiguos mitigaban las luces de carburo y los petromax (el mago siempre dijo petromases) de petróleo para dar paso a la luz de la Luna, que no sólo es un fulgor romántico, sino más barata. Así que ahora en este pueblo de La Gomera, el reflejo de la Luna transita por los barrancos, se mete por los nudos rotos de las puertas y por las ventanas semiabiertas del pueblo y acompaña a los caminantes por los bordes de las carreteras, como una fiel niñera de toda la vida. Qué hermosura de noticia en medio de tanta guerra atroz, tanto accidente, tanta mala nueva y tanta maledicencia. Los gomeros, que son muy suyos, homenajean así a la amiga del cielo que alumbró la isla en las noches más hermosas de la historia, sin cobrarles nada por el canon luminoso.

2.- Mi buen amigo Héctor Cabrera me ha comentado esta noticia, entre unas cervezas en el muelle de Radazul, capisquiando desde arriba a ver si veíamos el móvil del doctor Tito Díaz , que se precipitó a los fondos marinos con toda su carga de llamadas perdidas. Fíjense: la casa Louis Vuitton , la más famosa y más cara fábrica de objetos de lujo del mundo, contrató a tres viejos astronautas sólo para que miraran la Luna y fueran retratados por la famosa Annie Leibovitz . En Valle Gran Rey han conseguido, gratis, que todo el pueblo serenatee a su luna, como dice Braulio , en las noches en que el coqueto satélite se enfunda su mejor traje de brillores infinitos. Cuántas veces la hemos mirado sin verla y cuántas otras nos hemos preguntado si la bandera sigue allí, en una tierra sin viento.

3.- Luz de luna para la gente de Valle Gran Rey, cuyas bombillas se van apagando a medida en que la blanca bola se interna en las calles del pueblo. Aprenderán los niños a mirar el firmamento; las palmeras recobrarán los frutos de antaño en esa tierra de plantas cimbreantes y hermosísimas. Los estanques serán espejos, las carreteras cintas de negro brillante, los platanales disfrutarán, como disfrutaban con la música de Mahler que les ponía Pepe Brier en su finca de Garachico. El pueblo vuelve a ser el de antes, bajo un hechizo de luna.

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Hechizo de luna
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